"Llamo a Ulises Benz para brindar su testimonio"
Esperanza vibró con esas palabras. Se puso muy nervioso que apenas pudo mantener su pulso firme.
Respir profundamente tratando de relajarse. Tenía que vivir esa experiencia y era el momento para hacerlo.
Ulises se levantó y también se sintió un poco intimidado. Durante todo el juicio se había mantenido muy sentimental respecto a ver a su amada juzgada por roberle.
Sintió lástima y compasión al imaginar todo lo que ella había vivido y lo que podría seguir viviendo de ser declarada culpable.
Habían pasado una cantidad de meses considerable y él aún no podía olvidarla, peor aún, seguía con los estragos de su ruptura.
Se sentó en la silla de testigos quedando de frente a ella, pero trató de voltear a otro lado para no mirarla.
Al estar ahí, sintió que estaba haciendo un gran mal para ella. Ulises no era mala persona y de haber sido por él Esperanza jamás hubiera pisado la cárcel. Pero ahora no dependía de él, tenía que apoyar a su madre quien había hecho todo eso para ayudarlo.
Esperanza se mantuvo firme, miró hacia enfrente y no se dejó intimidar.
El interrogatorio lo comenzó el abogado de los Benz. Trató de ser muy breve pues con él no había tenido tiempo de ensayar así que tendría que hacerlo de manera rápida.
—Estuvo usted el día que se le encontraron las joyas a la joven?—Abró las preguntas sin tiempo para dejarle pensar.
—Si ahí estuve.—Respondió mientras miraba a las demás personas.—Yo mismo la llevé a mi casa.
—¿Por qué la llevó a su casa?—Dijo para puntuar.
—Porque yo salía con ella. Era lo más normal para mí.—Lo dijo un poco más serio al recordar aquellas escenas.
El juez estaba muy atento a lo que se decía. Ya había hablado con los jugadores quienes eran los encargados de dar un veredicto. Estaban preparados para hacer todo lo posible para que saliera a su favor. Solo una gran sorpresa evitaría aquello.
Ulises terminó de dar su testimonio y ahora tenía que recibir el interrogatorio por parte del abogado defensor.
Se levantó, lo miró y se acercó para mirarlo fijamente y continuar con el caso.
Ese era el momento más importante de todo el juicio, Incluso el que más interés daba a todos por ver a esos dos enamorados como enemigos.
—Buen día joven Benz.—Le dijo para iniciar.—¿Usted vió a mi defendida tomar las joyas?
-No. —Ulises pensó muy bien lo que diría antes de continuar.—Cuando llegué a la sala, mi madre se había encargado de encontrarlas en su bolsa.
—Si salía con ella ¿Por qué no la defendió?—Le dijo con voz sería.—Pudo haber sido un error.
—Protesto su señoría.—Gritó nuevamente el abogado de los Benz.—Se está metiendo en su vida tratando de atocigar.
—No estoy tratando de atocigar.—Dijo rápidamente antes de ser Interrumpido. —A lo que voy es que usted debía conocerla bien antes de llevarla a su casa. ¿En verdad la considera capaz de hacer algo así?
Ulises se quedó en silencio, el abogado tenía un punto muy importante el cual consideró desde que su madre la acusó, pero sabía que si lo aclaraba era como estar de parte de esperanza y eso no era favorable para el caso
—Uno nunca termina de conocer a nadie. —Respondió por primera vez mirando a Esperanza a los ojos.—Todos te dan sorpresas sin importar lo mucho que creas conocerlos.
La joven sintió un gran pesar tras escuchar esas palabras. Aún se sentía dolía por el pasado y Ulises actuaba como si el ofendido fuera él.
Era evidente que se le había ocultado todo y que lo del juicio lo sabía recientemente. Ulises se quedó con los últimos acontecimientos, es decir seguía creyendo que Esperanza la había sido infiel y que solo lo había utilizado para robarle. Era tan cerrado que sería imposible hacerle cambiar de opinión con simples palabras.
—¿Usted la denunció?—Siguieron las preguntas por parte del abogado.
—No, yo no lo hice.—Dejó de verla en ese momento.
—¿Por qué no lo hizo?
Todas las preguntas que salían de la boca del abogado eran tal cual como Esperanza las hubiera preguntado. Todo lo que ella alguna vez se preguntó y aún tenía como duda estaba fluyendo en aquella conversación. Así que ella ponía demasiada atención no solo por su futuro en la prisión sino para aclarar de una vez por todas las dudas que aún acechaban en su alma.
–Yo no la demandé porque me quitaba tiempo hacerlo. –Dijo con voz muy fría matando los sentimientos de Esperanza. –Además mi madre fue la agraviada, ella debía hacerlo y hoy estoy aquí para apoyarla.
La señora Benz sonrió desde el banquillo. No esperaba una respuesta más perfecta y favorable que aquella.
Había matado el estado anímico de aquella mujer con esas palabras.
–Entonces únicamente apoya a su madre sin saber si ella es o no inocente. ¿Es verdad?
Incluso Luis sintió un gran nudo en la garganta tras escuchar eso y ver como se rompía el corazón de Esperanza.
Para él era un doble juego pues con ese enfrentamiento quedaría decidido para él su futuro con su defendída.
A pesar de convertirse en amantes, él la quería enserio. Buscaba sacarla de ahí para tener una relación formal e incluso de haría cargo de su hijo. Se lo prometió muchas veces y no tenía la intención de fallarle.
Pero incluso él se molestó con el tipo de respuesta que le acercaba más a ser el único en el corazón de su amante.
–Pues debería apoyar mejor a otra madre. –Le dijo en todo retador.
Esperanza lo miró con ojos Profundos. No creía que se atrevería a dar una noticia así en aquel momento. La señora Benz también se inquietó cuando entendió las intenciones del abogado. Pidió al suyo que le detuviera pero no había mucho que hacer, no estas infligiendo ninguna norma.
–¿A qué se refiere? –Preguntó Ulises muy intrigado. –¿A cuál madre? Explíqueme eso.