Prisionera del amor

Capitulo 42

Ulises se acercó lentamente hacia donde estaba Esperanza y su familia. Caminó como si estuviera expiando sus pecados siendo el quien pagara ahora una condena.

Todos lo miraron y decidieron esperar a que acercara lo suficiente para hablar.

—Esperanza... perdón.—Dijo con voz suave y con el arrepentimiento en su máximo nivel.—Yo no sabía nada de esto.

La joven pudo ver el poder que ahora tenía. Muchas veces mientras estuvo en prisión, había soñado con ese momento. Uno en el que Ulises iba a prisión, le pidió perdón y todo se arreglaba.

Se le salió una lágrima y recordó nuevamente ese infierno.

Desafortunadamente no era exactamente como lo había soñado, en esta ocasión ella lo había visto como un enemigo, alguien que intentó hundirla en prisión y no solo Esperanza, todos los ahí reunidos vieron claramente su decisión al no creerle y su elección al apoyar a su madre.

Así que la joven sintiéndose libre por fin, tomó la iniciativa para responderle.

—Estuviste ahí y no hiciste nada a mi favor.—Le dijo con su nueva actitud.—Hubiera esperaba mucho más de ti, pero decidiste permitir que yo siguiera en prisión.

—Todo fue un engaño de mi madre.—Le dijo con voz tenue, así sería más válida la justificación.—Tú lo notaste, yo me acabo de enterar hoy de todo.

—No importa la fecha, importa lo que decida creer y hacer.

Ulises decidió ir más allá y se hincó pidiendo perdón nuevamente. Se arrastró hasta donde estaba Esperanza y la tomó de sus pies. Ahí intentó que ella sintiera compasión.

—Esto no arregla todos esos meses ahí adentro.—Le dijo con mucha frialdad.—Si no fuera porque Dios me puso a estas personas a mi lado, aún seguiría ahí con aquella injusticia...esa de la que te acabas de enterar hoy pero no hiciste nada...perdón si hiciste... declaraste en mi contra.

Ulises comenzó a lagrimear un poco, y es que verdaderamente tenía sentimientos encontrados, los cuales, no pudo soportar y se los demostró a su amada.

Continuó de rodillas pidiéndole perdón pero ella no pasó. Con la misma frialdad con la que le respondió, liberó fuertemente su pie y patió la mano de Ulises. Este se quedó sorprendido pero aún más todos los que observaban pues esperaban que Esperanza se mostrara más noble ante él. La realidad fue otra y poco después se safo el otro pie para patear nuevamente la otra extremidad de su captor.

—Vamos de aquí.—Dijo al darse la vuelta.—Hay personas con las que no vale la pena hablar.

Esperanza comenzó a caminar con la intención de que su familia la siguiera. Se dirija al automóvil con un rostro firme y una mirada segura. Los demás le hicieron caso y caminaron detrás de ella.

Luis sacó las llaves de su carro para que su querida subiera en la parte de atrás junto a su bebé. En cuanto se lo pusieron en sus brazos, Ulises se levantó del piso para correr hacia ellos.

—Él es mi hijo?—Preguntó mientras lo veía con ternura.—Dejame verlo.

Ulises se interpuso entre la puerta y el asiento para que Esperanza no subiera al auto. Desde ahí, intentó ver al bebé y poder tocarlo, pero la joven no se lo permitió.

Se volteó evitando que Ulises lo alcanzara. Caminó hacia adelante y le pidió a su madre que lo cargara, después ella regresó con Ulises, lo miró retadoramente y despues le dió una bofetada con su mano derecha.

—¡No te atrevas a acercarte a mi hijo!—La voz fue dura así como su reacción anhr aquello.—¡Él no es tuyo, déjanos en paz de una buena vez!

Ulises se quedó completamente desconcertado, no podía entender con claridad todo. Lo único que sintió fue un gran dolor en su mejilla y también en su corazón. Intentó insistir no solo de manera verbal, sino sosteniéndola entre sus brazos. Estaba desesperado y así se lo hizo notar a Esperanza.

Trató de resistirse pero le fue imposible luchar contra la fuerza de Ulises. Afortunadamente para ella intervinieron su tío y Luis quitándoselo de encima.

—¡Deja de acosarla!—Dijo el abogado con mucha autoridad.—Tu familia ya presentará muchos cargos legales, no aumentes el acoso a tu lista.

Ulises lo miró muy molesto, por su mente pasó la idea de golpearlo pero entendió que no sería lo mejor.

Aceptó la derrota en ese momento, se dió la media vuelta, se sacudió el traje, y se dispuso a irse.

Pretendía hacerlo con tranquilidad pero su orgullo lo detuvo y decidió darse la vuelta para luchar ahora de manera verbal en contra de Esperanza.

—¡Te advierto que voy a luchar por hijo!—Le dijo muy molesto.—No puedes negarme el derecho de estar con él...ni contigo.

En otros tiempos Esperanza se hubiese quedado callada o se hubiera soltado en llanto con aquella escena, en cambio, la nueva ella tomó el mando del cuerpo y se acercó a él para contestarle de una manera retadora.

—¡Yo te advierto que no te atrevas a molestarme!—Lo miró con furia.—Yo voy a luchar contra ti y tu familia. Mi hijo solo tiene mis apellidos así que no puedes reclamar nada. ¡Él no te necesita! Lo dejaste abandonado igual que a mí.

Se acercó aún más a él para poner sus ojos muy cerca de su rostro esas eran las últimas palabras que le pretendía dedicar.

—Tu familia y tú pagarán todo lo que nos hicieron.

Después de eso, ella se dió la vuelta y se acercó nuevamente a su madre para tomar a su hijo. No miró atrás ni mostró sentimientos de arrepentimiento, estaba muy segura de lo que había hecho y de la guerra que estaba apunto de librar en contra de ellos.

Con mucha precaución lo tomó subió al carro y le pidió a todos que subieran para irse de ahí.

El auto avanzó pasando justo a un lado de Ulises quien seguía parado viéndolos. Esperanza no se inmutó y disfruto estar libre.

—Pensé que la vista de Ulises te afectaría.—Le dijo su madre una vez que se fueron de ahí.

—No mamá, nada me afectará nuevamente.—Le dijo con tono frío.—Mucho menos un hombre del pasado.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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