El señor Benz veía a una mujer que había estado atentando contra su familia, su dignidad y su orgullo. A pesar de que ella no lo había hecho intencionalmente. Mientras que Esperanza veía al hombre cabeza de la familia que le había hecho tanto daño.
No se podía hablar, no se podía ver, no se podía comunicar, pero ahí estaban frente a frente finciendo que todo podía estar bien.
La cortesía del señor Benz fue a tal grado que nunca abandonó una sonrisa de su rostro, todo el tiempo fue muy amable con ella a pesar de esa incomodidad.
Esperanza lo miró profundamente y valoró ese detalle, incluso sintió un poco de remordimiento por el motivo que la había llevado ahí, pues era parte de su venganza, aquella petición...
—Me gustaría que usted se divorciara de su esposa.—Le dijo mirándolo a los ojos y con voz fría.
El señor Benz se sorprendió mucho con aquellas palabras, no supo cómo tomarlo ni cómo reaccionar. Su mente le hizo repetir aquella cuestión hacia su acompañante.
— ¿Cómo dices?, ¿estás pidiendo que me divorcie de mi esposa?
—Así es señor. Creo que lo entendió bastante bien.—Le dijo con voz soberbia.—Es una petición que le hago por el bien de su familia.
— ¿Cómo puedes interesarte por el bien de mi familia? ¿Sí estás viniendo a pedirme que la derrumbe? —Le pregunto un poco molesto.
—Sabemos perfectamente que el orgullo de su familia se cayó con lo que la señora me hizo.—Dijo Esperanza sin intimidarse por aquel tono de voz.—Si usted la dejara, quitaría el peso muerto en el orgullo de su familia. Usted quedaría muy bien y yo podría completar lo que considera una venganza.
—Estás aquí para decirme que te vengando de mi familia y que quieres que yo te ayude en eso.—Azotó las manos en el escritorio.—¡Eso es absurdo!
Esperanza se inquietó por el ruido y la reacción tan agresiva del señor Benz.
Había contemplado esa posibilidad pero de imaginarlo a realizarlo, eran pasos muy distintos.
Ella se quedó recta, con todo su orgullo por delante, mientras su adversario se desahogaba.
Él la miró para recibir una respuesta, la amabilidad se había acabado.
—Tiene razón.—Dijo ella mirándolo firmemente.—No debí pedirrselo… vengo a exigirlo.
El señor Benz volvió a reaccionar ante aquellas palabras. Había escuchado muy bien y en esa ocasión no preguntó de nuevo, se desquitó lanzando comentarios agresivos.
—Estás completamente loca. Tú no vas a determinar mi relación.—Ahora él la miró retadoramente.—Si es lo que has venido a decir, te pido que te vayas.
—Le estoy dando la oportunidad de que esto termine aquí y ahora.—Dijo ella retomando la iniciativa.—Esto puede irse mucho más extremo si no hace lo que le pido.
—¿Me estás amenazando?—Se acercó a ella.
—Ustedes creen que con dinero se compensa todo lo que hicieron?—Ella también se acercó.—Le voy a responder...¡No!
—Yo no te hice nada. No puedo ser responsable de las acciones de mi esposa.—Dijo él retrocediendo, había perdido el duelo visual.—Pero no me vas a controlar en el destino de mi familia, eso lo decido yo.
—No puede controlar sus acciones pero tampoco las consecuencias.—Dijo molesta.—Vine hasta aquí para darle esa oportunidad por consideración a usted que no tuvo nada que ver y es quien se llevó la peor parte.
El silencio se hizo presente y ambas personas decidieron no mirarse. El señor Benz se levantó, caminó hacia su ventana y ahí observó la ciudad. Esto le ayudaba a relajarse y a pensar un poco mejor en la oferta de Esperanza. Más allá de su orgullo, él consideraba que su esposa ameritaba un castigo y quizá el separarse de ella era buena opción, pero no era lo que él deseaba de una u otra forma amaba a su esposa y a su familia, así que tomó la decisión.
—Lo siento mucho, no puedo hacer lo que me pides.—Le dijo mirándola noblemente.—Haz lo que tengas que hacer para saciar tu venganza. Sabes donde trabajo, sabes donde vivo y estaré cada vez que necesites una reunión. Pero tus exigencias no son bien recibidas.
Esperanza se levantó, le agradeció con la mirada y con la cabeza. Salió de ahí camino hacia las puertas, las cuales se abrieron automáticamente.
El señor Benz la interrumpió.
—Espera por favor. Hay algo que te deseo preguntar.—En su tono había mucho interés.
Ella se dió la vuelta para escucharlo.
—Entonces ¿Tengo un nieto?
La joven quería evitar esa conversación, quería mantener a su hijo fuera de todo eso. Pero al final ella lo había buscado al ir a visitarlo.
El mismo respeto que tenía por su ex suegro, fue el mismo que le hizo responderle, aunque lo hizo bajando la mirada.
—Ante la ley mi hijo no tiene padre.—Se resistió la intención de llorar.—Y así pienso que siga, lo mejor es que se olviden de eso de una vez.
—En este momento crees que es lo mejor para ti pero no es así.—Dijo muy emocionado al saber que tenía un nieto.—Pero después le hará falta su familia, un padre y te cuestionará por ello. Piensa en eso.
—No tengo nada que pensar.—Le respondió muy molesta.—Si llega ese momento le diré la verdad, esa familia nos lastimó y nos dañó.
Esperanza se mantuvo firme en su decisión. No había negado que su hijo tuviera sangre de Benz en sus venas, pero también había dejado muy clara su postura en cuanto a no dejarlos verlo.
El señor Benz quedo más tranquilo, pudo corroborar que efectivamente tenía un nieto e iba a intentarlo todo con tal de verlo.
Incluso Ulises quien seguía con esa angustiante duda en su ser, lo haría cuando se enterara.
Esperanza no quiso hablar más del tema y le pidió que la dejara ir. A su anfitrión no le quedó de otra que hacerle caso y pidió a su secretaria que la acompañara a la parte baja. Ahora las apuestas estaban echadas y cada uno había tomado su decisión.