Prisionera del amor

Capitulo 48

Esperanza trató de zafarse, se sintió con mucha rabia e impotencia siendo obligada en aquel beso. Como acción desesperada recurrió a golpear a sus geniales con una parada. Afortunadamente para ella eso funcionó pues él retrocedió de inmediato soltandola de una mano, aunque la otra quedó aferrándose a ella.

–¡Eres un estúpido poco hombre!–Gritó mientras se limpiaba los labios. –¡Gran puerta de mi casa!

Gracias a aquellos gritos, la familia de Esperanza llegó rápidamente. Entre ellos llegó la señora Gabriela quien aún cargaba al pequeño entre sus brazos.

–¿Qué sucede? –preguntó su madre al llegar.

Ella y su hermano intentaron analizar la situación, vieron a Ulises quien estaba ahí parado sobandose la parte baja de su torzo. El dolor aún seguía pues había sido un golpe muy fuerte el que había recibido.

–¡Ulises! ¿Qué haces aquí? –Preguntó la señora muy sorprendida en cuanto lo vio.

–Tienes una orden de restricción en tu contra. –Agregó su tío a la conversación.–No puedes molestar a Esperanza, llamaré a la policía.

–No te preocupes tío. –Interrumpió ella sintiéndose más calmada.—Yo le llamé desde que él entró. En estos momentos viene para acá.

Esperanza había apretado un botón de pánico el cual le había dado Luis por si algo así pasaba. Con él, podía entrar en una conversación directa con la policía. No lo habían diseñado sólo pensando en que Ulises la pudiera acosar. Lo hicieron por sí sufría un atentado como el que esperaba después de las amenazas de la señora Benz.

Al presionarlo, enviaba una señal a él ya la policía para que los miembros más cercanos de esta organización llegaran a su rescate. El tiempo estimado eran 5 minutos, tiempo que ya se había cumplido.

Se escucharon las sirenas de las patrullas muy cerca, ya estaban llegando a su casa.

Ulises comenzó a recuperarse y se enfrentó con la terrible situación que sería cuestionada por las autoridades.

–No hagas esto.—Le dijo él aún con nostalgia en su rostro.—Yo te amo.

Esperanza pareció regocijarse con aquellas palabras. Eran las mismas que ella había estado pidiendo desde que la encerraron injustamente, pero nadie la escuchó.

—Mejor vete de aquí muchacho.—Le dijo la madre de Esperanza con un poco de compasión.—Ya no la busques, déjala en paz.

Ulises miró a su ama pero esta no pasó. La tensión aumentó cuando se acercó a la puerta para abrir a los policías quienes ya habían tomado posiciones para entrar.

Al verla guardaron sus armas para preguntar qué había pasado.

Ella les notificó que aquel hombre estaba ahí para acosarla rompiendo los acuerdos, pidió que entraran por él.

Los policías se pusieron en posición nuevamente, ahora ellos lo veían como alguien peligroso así que debían tomar precauciones.

Entraron y él seguía parado en el mismo lugar, no creía que Esperanza lo entregara pero así fue.

Los hombres lo tomaron de las manos para esposarlo mientras él se resistía. Lo hizo con fuerza pero también con palabras. Maldecia e insultaba a todos por igual. Algo nuevo incluso para él.

Esperanza se quedó en la entrada esperando a que lo sacaran de ahí. Se quedó con una mirada burlona, como si eso le causara satisfacción.

—Esto no va a quedar aquí.—Le dijo justo cuando pasó a su lado.—Lucharé por mi hijo...si quieres ser mi enemiga...así será.

Ulises salió de la casa y fue subido a la patrulla ahogando sus palabras.

El oficial entró para hablar con la anfitriona.

—¿Desea ir y levantar una demanda?—Le preguntó muy cortésmente.

Esperanza se negó a hacerlo pues solo quería dar un ligero escarmiento a Ulises. No consideraba placentero el hecho de que él fuera a prisión por tampoco, así que dejó que la ley se encargará en ese momento.

Ella deseaba que su ex amante sufriera mucho más de lo que esa situación proveía. Sabía que con eso al menos pasaría 3 días en la prisión hasta que se llegara a un acuerdo entre abogados y estos determinaran bajo qué términos podría salir él, pero de seguir insistiendo, ninguna fianza ni ningún otro tipo de negociación le haría salir de ahí.

Pasaron los minutos y la policía se fue llevándose a Ulises Esperanza cargo a su hijo y comenzó a reír de una forma en la que parecía un tanto macabra. Su madre y su tío se dieron cuenta de esto. Ya había notado días antes ese comportamiento inusual en ella no solo era más fría y seca sino que disfrutaba de una manera sobrenatural cuando se le informaba que los Benz estaban sufriendo, así que comenzaron a hablar con ella.

—No pensé que permitirías que se llevaran a Ulises.—Le dijo su madre confrontandola en aquel lugar.—Creo que estas yendo demasiado lejos con ese tema de la venganza.

—Así es hija, gracias a Dios se te dió la libertad.—Continúo su tío con un tono dulce para no hacerla enojar.—Deberías tratar esto de otra forma y disfrutar tu vida, no te enganches en esos rencores.

Esperanza los miró con aquella misma frialdad que ya era parte de ella.

—Para ustedes es muy fácil decirlo, pero no son los que sufren cada noche pensando en que ellos vendrán y harán otro tipo de complot para destruirme.—No mostró piedad hacia ellos tampcoo.—No me puedo dar ese lujo ahora que tengo a mi hijo.

Ella había cambiado demasiado, incluso su familia pensaba dos veces en dar algún consejo o decirle algo, pues se había vuelto tan explosiva que con algo tan sencillo se molestaba. El tacto tenía que ser parte en ella. Incluso habían pensado en enviarla al psicólogo, era un tratamiento común para las personas que habían salido de prisión y más que vivieron una injusticia como ella. La joven se rehusó en cada una de las veces que se le sugirió, decía que lo único que lograría calmar su mente era destruir a los Benz y que no aceptaría otro tipo de terapia más que eso.

Tomó a su hijo y se retiró a su habitación dejando la conversación inconclusa con su madre y su tío.

Ellos dos se miraron tratándose de dar un mensaje y acordando que necesitaban hacer algo para contrarrestar aquel mal que agobiaba a su querida Esperanza.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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