Su padre fue directamente en cuanto se enteró. Se había enojado tanto que tenía el deseo de arreglarlo por él mismo.
El trámite era sencillo pero su hijo no se veía nada bien, además del cansancio, estaba molesto, desorbitado, con la ropa arrugada y el pelo nada acomodando. Incluso sintió un poco de lástima por él y regularizó el regañó para que no fuera tan severo.
Desde que vio salir a su hijo, le encontró una actitud negativa, peleaba con los guardias con amenazas y jalones.
—¿Qué hiciste ahora? Te pedí que no te metieras en más problemas
—Le dijo su padre al verlo llegar ante él.—¿No es suficiente con lo que ya tenemos?
—Hice exactamente lo que tú me pediste.—Le respondió mirándolo a los ojos y retandolo.—Fui a su casa para intentar arreglar las cosas con ella y quise ver a mi hijo.
—Entonces ¿Qué salió mal?—Preguntó con sarcasmo.—Me imagino que no lo hiciste de la manera cortés que te lo pedí o no estarías aquí.
—Estoy aquí por el capricho de esa mujer—le dijo Ulises—pero no quiero discutir ahora. Vamos a casa.
Su padre accedió no sin antes dejarle en claro que él no estaba dispuesto a soportar más espectáculos de este tipo, pues el orgullo de su familia ya estaba muy herido como para que siguieran este tipo de situaciones.
Por su parte Ulises le indicó que él no tenía nada que ver simplemente pintaba a su exmujer como el villano ya su madre como la detonadora de esa bomba.
El joven salió de ahí muy indignado, quería ducharse y sentir el abrazo de su hogar, aunque desde hacía mucho no lo veía igual, seguía sintiendo la necesidad de estar ahí.
El traslado fue muy rápido, ocurrió en un horario donde no había tráfico y su chofer entendió que la prisa la prioridad para el joven Benz.
Cuando llegaron a la mansión todo parecía normal, no se percataron que la señora no estaba. Algo inusual en su comportamiento pues en ese horario siempre estaba en casa. Ulises se fue a su habitación para ducharse mientras que su padre se fue al despacho para relajarse un poco, lo necesitaba.
Al pasar un par de horas llamó a uno de sus sirvientes para preguntar.
—Juan ¿Sabes si la cena ya está lista?—Le dijo sin mirarlo a los ojos.—¿Dónde está mi mujer? Ya debería haber dado el llamado para cenar.
—No lo sé señor, pero permítame preguntar.—Le respondió mientras hacia una pequeña caravana. —A su esposa no la he visto, la última vez estaba platicando con el chofer quizás salió y aún no regresa.
El señor Benz solo movió la cabeza en señal negativa. Creía posible esa versión y no apoyaba el hecho de que su mujer aún sigue de compras.
Los problemas para ellos dos habían aumentado mucho, incluso ya no se hablaban tanto pero seguían respetando los horarios de comida y cena que eran los que pasaban juntos.
Pasó un rato más y el señor fue invitado a la cena por una de las mujeres que trabajaban para él. A ella le preguntó si sabía algo de su mujer y esta le contesto de manera negativa. En esta ocasión decidió levantarse y soltar el libro que leía para tomar el teléfono y tratar de comunicarse con ella.
La llamada se fue a buzón de inmediato, esto le preocupó un poco pues muchas locuras podrían derivar en eso.
Decidió no profundizar tanto y pidió que su hijo bajara a cenar junto a él, si la señora no se presentaba un par de horas, tiempo considerable para que regresara de sus actividades, el comenzaría la búsqueda.
Como era bien sabido por todos, ellos tenían un chip de rastreo para cualquier inconveniente que pasara. De esta forma podría darse cuenta en dónde estaba su esposa e ir a buscarla.
Ulises bajó y se enteró de la situación, se puso nervioso, sin explicarse realmente el por qué, simplemente le dió esa sensación.
—Me parece que deberíamos buscarla inmediatamente.—Le dijo a su padre mientras este cenaba.—No veo bien que mi mamá ande afuera y sola.
A Ulises no le preocupaba el hecho de que algo malo le pasara más que su madre se estuviera metiendo en problemas nuevamente. La última vez que lo hizo la trágica historia sucedió.
Su padre entendía la idea pero no quería alterarse. Estaba en modo pasivo del cual no iba a salir tan fácil.
Ulises vió con inconformidad esto y él mismo se levantó para dar órdenes a sus guardias y revisar las cámaras de seguridad para determinar en qué horario salió la señora.
Al hacer esto, las sorpresas y el suspenso fueron aún mayores. Ninguno de los guardias había registrado la salida de la señora, incluso ninguno de sus compañeros faltaba.
Se revisaron las cámaras en todos los horarios pero ella no había cruzado ninguna de las entradas, era como si aún siguiera en la casa.
Basado en esto, Ulises les pidió a todos que la buscaran en cada rincón. La señora tenía que aparecer y si no se reportaba, probablemente le había sucedido algo dentro de aquella mansión.
La búsqueda se intensificó cuando buscaron en las habitaciones y en los lugares que ella frecuentaba y no la encontraron.
Tuvieron que revisar en los patios, en el sótano, en la biblioteca y en cada rincón de aquel terreno.
Siguieron utilizando las cámaras y el último punto donde se vió fue cuando ella hablaba con el chofer, como bien lo había expresado Juan.
Desafortunadamente para ellos, el conductor había cumplido su jornada laboral y se había ido de ahí. Intentaron llamarle pero no respondió.
Ulises ordenó que alguien fuera hasta su casa para preguntarle qué sucedió.
Mientras tanto pidió a otro grupo que rastreara el chip.
Los hombres se movilizaron mientras Ulises meditaba en todo eso, se había cumplido lo que él no quería, esa preocupación si venía de algún lado y ahora sabía que su madre podría estar en peligro.
Se lo informó al señor Benz quien salió de su zona de confort para enfrentar la situación. Al hacerlo, se tocó el pecho... algo anormal estaba sintiendo.