Prisionera del amor

Capitulo 53

El impacto fue muy grande en la mente del joven Benz quien luchaba por estar consciente de todo, a pesar del cansancio que tenía, la adrenalina hizo su trabajo activándolo para comenzar con los reclamos hacia aquel hombre que le había dado la noticia.

— ¿Cómo es posible? ¡Debe de haber un error!—Decía mientras lo jaloneaba.—Ustedes cobran una fortuna, no es justo que digan eso.

El doctor intentó defenderse zafándose de las duras manos de Ulises, sin embargo, se sintió intimidado por los guardias que estaban protegiendo al joven Benz y tratado de tranquilizarlo.

—No es nuestra culpa señor, su padre estaba en las últimas cuando llegó.—Trataba de liberarse de los jalones.—Por favor le pido que se tranquilice. Le juro que hicimos todo lo posible.

Los guardias solo observaban, aunque sabían que su jefe estaba mal en aquellas intenciones, no podía intervenir para ayudar, era mal visto ir en contra de quien les pagaba.

Ulises decidió calmarse por su cuenta. Lo hizo después de sacar su furia con insultos pues tampoco se podía meter en problemas al golpear a un médico.

Lo soltó y se dio la vuelta para pensar en todo.

El médico se quedó parado un momento pero después de sentirse como una posible víctima, decidió irse de ahí para no ser agredido de nuevo.

—El personal administrativo se pondrá a su disposición para indicarle el protocolo.—Dijo el médico antes de irse.

Las lágrimas corrieron por el rostro de Ulises, eran de frustración pero también de tristeza. El en verdad quería a su padre y no vió venir aquella situación por estar pensando en sus tragedias. Desde meses atrás no le había dedicado el tiempo ni la dedicación así que era normal sentirse con remordimiento ante aquello.

Sus hombres se acercaron para darle un poco de ánimo pero esto de nada sirvió. El estaba desconcertado y nada ni nadie le podía ayudar.

Nuevamente se sintió solo pues no tenía a quien darle la noticia ni quien le ayudara. Solo había una persona a la cual recurrir... la señora Elena. Esa mujer era como un miembro de la familia pero había sido despedida tras lo ocurrido en el juicio ya que ella había atestiguado en contra de Esperanza por orden de la señora Benz y esto disgustó tanto a su marido que no se limitó para despedirla.

Ulises tenía tanto sentimiento y frustración que no dudaba romperse en llanto, pero no quería hacerlo bebiendo en una cantina, quería hacerlo en brazos de alguien que lo pudiera consolar.

La señora Elena era una opción, la otra era Esperanza, quien con todos los problemas pensaba que quizás no le iba a fallar en esa situación, pero aún dudaba.

Había una tercera persona... su ex novia. La guapa modelo también quien había sido víctima de los enredos de esa familia lamentablemente. De ella no sabía nada, aunque la podía localizar usando medios de rastreo, no consideró buena opción hacerlo pues no habían terminado nada bien las cosas, sin embargo estaba tan desesperado que necesitaba recurrir a alguien.

La opción fue llamar a la señora Elena. Tomó su teléfono y la contacto. A pesar de ser muy tarde ella le tomó la llamada y lo saludó muy cordialmente. Ulises le pidió que si se podían ver, ella se sorprendió, sabía que algo malo pasaba y no se negó, solo le dijo que estaba lejos de la ciudad en su pueblo natal, así que esa noche no había forma de verse.

Ella trato de consolarlo por teléfono pues escuchó su llanto pero él no quiso hablar al respecto, únicamente le dió las malas noticias de su padre, sin comentarle nada de la señora Benz.

Elena se soltó en llanto, a pesar de su última disputa le tenía demasiado cariño a la familia y no pudo soportar el hecho de aquella desgracia.

Preguntó el motivo que género aquello pero al ver que Ulises no dió una respuesta no insistió. Ella solo le comentó que con todo gusto iría hacia allá para estar con él y apoyarlo.

El joven le agradeció pero le dijo que no era necesario. Aún así, ella insistió. Tenía que estar ahí para despedir a su ex patrón.

Después de eso colgaron el teléfono, el administrativo médico fue hacia dónde Ulises estaba y lo interrumpió para comenzar con el papeleo.

Ahí fue donde reaccionó, tenía un reclamo que hacerle a su padre acerca del divorcio pero ya no era posible. Jamás iba a poder entender las circunstancias ni lo que le orilló a hacerlo. Solo tenía la versión escrita que había visto, era un secreto que se había llevado a la tumba y mientras su madre no apareciera seguiría el misterio.

Trató de acelerar todo. Uno de sus hombres, le llevó un café y eso ayudó a despertar un poco pero aún había muchas cosas por resolver.

Su madre seguía desaparecida y ahora tenía que encargarse de todo el papeleo en el hospital.

En esta ocasión sí llamó a su abogado, esto para pedirle que se hiciera cargo del papeleo mientras él retomaba el asunto de su madre. Aunque tenía muchas ganas de llorar, no se podía dar el lujo de hacerlo. Sabía que su padre se había puesto mal al enterarse de la noticia de la desaparición de su madre, así que en honor a su memoria tenía que encontrarla y ponerla a salvo para que al menos su alma pudiera irse en paz.

Pidió a uno de sus hombres que lo acompañara.

Decidió conducir él a pesar del estado en el que se encontraba. Argumentó que eso le ayudaría a despejar su mente, aunque lo que realmente buscaba era irse por una ruta que pasará cerca de la zona donde Esperanza vivía.

Eso hacía últimamente y pensaba que esta vez le daría resultado. Así la podría ver.

Después de conducir un poco notó que la suerte le sonreía, al menos por verla pues la situación en la que se la encontró no fue nada grata para él.

Pudo verla con su abogado, estaban tomados de la mano caminando por las calles. Se llenó de rabia al ver como él ahora estaba con ella. Ulises deseaba ser el que caminara por las calles a su lado.

Se frenó para no acercarse más, golpeó tanto el volante que lastimó su mano.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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