Prisionera del amor

Capitulo 55

Ulises no resistió más y decidió ir a casa de Esperanza, por más que lo analizó, no tuvo dudas en que ella había sido la responsable de lo que estaba pasando y con eso en mente fue hasta ahí.

No sabía si pedir perdón y suplicar o reclamar mostrándose agresivo. Era una duda que resolvería al llegar.

Bajó de su auto muy acelerado, se dirigió hasta la puerta y tocó el timbre.

Salió la misma señora que le dejó pasar la noche de lluvia. Está vez se mostró mucho más cortante, quiso cerrar de inmediato cuando lo vio pero no se lo permitieron.

—No vengo a pelear, por favor.—Dijo Ulises mientras detenía la puerta.—Solo quiero hablar con Esperanza, algo pasó y necesitamos aclarar.

—No insista por favor, la última vez que lo hice, me metí en un problema.—Le dijo ella luchando por cerrar.—Valoro mucho mi trabajo, por favor váyase.

La fuerza que la señora ponía podía competir contra el hombre desesperado, estaba dando todo de si para cuidar esa puerta.

Después apareció una fuerza más que le apoyaba, esta era de una mujer que vivía ahí...la madre de Esperanza.

Juntas empujaron la puerta hasta que lograron cerrarla.

Al sentirse aliviada, la madre se dispuso a hablar.

—Por qué no entiendes que debes dejar a mi hija en paz?—Gritaba para ser oída claramente.—Ya le hiciste mucho daño.

—No sabe como me arrepiento de todo eso —Dijo él ya vendido con la intención de abrir la puerta.—Pero por más perdón que pida, nada es suficiente.

El silencio marcó una pausa en ese momento, después de que Ulises retomó su ida ahí.

—Estoy aquí por otro asunto.—Fue su turno para alzar la voz.—Su hija ha ido demasiado lejos con la venganza, se lastimara, por eso quiero hablar con ella.

—¿Qué ha hecho mi hija según tu?—Preguntó atrás de la puerta.

—Mi madre está en la en cárcel.—Dijo él con un poco de ansiedad en su tono de voz.—Un hombre ha muerto y la culpan.

El silencio se hizo presente ahora del otro lado. Ambas señoras que escucharon ese mensaje se llevaron las manos a boca muy sorprendidas pero también angustiadas. Con lo que habían visto hasta ahora, creían capaz a Esperanza de hacer algo así.

La señora abrió la puerta, lo hizo lentamente y lo dejó a una altura considerable para seguir haciendo contacto visual con Ulises pero muy estrecho para que este no entrara.

—¿Por qué crees que mi hija tiene algo que ver?—Preguntó sin poder ocultar la angustia.

—Porque el hombre que murió fue aquel que fingio ser su novio cuando mi madre lo contrató.

La señora se logró dar cuenta del estado en el que se encontraba Ulises. A pesar del daño que habían hecho, sintió un poco de compasión respecto a él y cómo lo veía.

Viendo esto, se animó a abrir completamente para tener una mejor conversación.

— Deberían arreglarlo tus abogados como siempre lo hacen.—Dijo ella muy retadoramente.—Y no venir a buscar a mi hija. ¿No entiendes que te puedes meter en problemas?

—A estás alturas ya no me interesa ir a la cárcel o morir.—Le respondió con un tanto de drama pues la situación lo ameritaba.—Solo quiero dejar a mi familia bien...a la que me queda.

La señora no entendió del todo a qué se refería pero si notó la tristeza que llevaba encima.

Dió un paso para acercarse a él, lo tomó de la mano en forma de consuelo y así hacer una interacción.

—Mi hija no está en la casa.—Le dijo con tono de arrepentimiento.—Aunque quisieras hablar con ella, no podrías.

—¿Dónde está?—Le preguntó muy interesado en conocer la ubicación, sus celos ya sospechaban.—Iré a buscarla.

—No sé a donde. Y aunque lo supiera no sería sano para nadie el decírtelo.

—Se fue con él, ¿verdad?

La señora mantuvo un silencio profundo pero con la mirada le dijo "Si, se fue con él"

Ulises no resistió más y rompió en llanto. Esto causó gran conmoción en las dos señoras que le observaban y se compadecieron de él.

—No llores Ulises, con eso no se soluciona nada.

En ese momento lo tomó del hombre ya muy cerca de él. Su intención era darle un poco de confort pues era lo que necesitaba.

El joven sintió el impulso de abrazarla y se soltó a llorar sobre ella.

Causó sopresa en el ser de la señora pero no se quitó. Lo refugió como si fuera un hijo propio.

—Mi padre acaba de morir...—Le dijo para liberarse de sus penas.—Mi madre había estado desaparecida, hasta ayer que nos enteramos que estaba en prisión por un delito que no cometió.—Seguía llorando sin control, cada lágrima reflejaba una emoción que tenía.—Los negocios están a punto de quebrar, la empresa necesita dirección y yo no tengo cabeza para eso. Tampoco hay a quien pueda recurrir así que vine aquí con la ilusión que Esperanza me ayudara a sanar estás emociones.

—Hay hijo, no se cómo puedo consolarte.—Lo abrazó muy fuerte.—Has venido en vano.

—No se preocupe.—Dijo él ya un poco más aliviado. Insulso se despegó de sus brazos.—Solo necesitaba llorar, usted me ayudó mucho.

La señora seguía conmovida por lo que vió. Se atrevió a hacerle una invitación.

—Pasa por favor. Al menos hasta que te sientas mejor.

Ulises se sorprendió por aquello. Sabía que tenía una restricción y que no podía hacerlo, pero tampoco creyó que fuera una trampa para meterlo a la cárcel, al menos la señora se veía sincera.

Él aceptó pasar, necesitaba un refugio después de todo lo que había pasado y no dejaría ir la oportunidad que se le ofreció.

Aunque aún había duda por parte de la señora en dejarlo pasar, ambas consideraron hacerlo.

Ulises entró al mismo espacio donde había hablado con Esperanza la última vez. Le invitaron a tomar asiento y de ahí se relajó contemplando todo el entorno.

Después de algunos segundos preguntó lo inevitable.

—¿Dónde está mi hijo? Me serviría mucho verlo.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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