Prisionera del amor

Capitulo 57

El momento de irse había llegado. Ulises había tomado las fuerzas que había ido a tomar. Lo hizo en el lugar que más había deseado visitar aunque no pudo ver a su gran amor.

A pesar de todo él la seguía amando, recordaba en ella todos y cada uno de los momentos en los que había sido feliz.

Hasta el momento en que la conoció supo lo que era el amor.

Sabía que de ese amor había nacido un pequeño, Elías. Pudo adquirir gracias a él, las fuerzas que necesitaba para seguir con su vida.

El pequeño dejó de llorar en cuanto le dieron de comer, algo muy común en todos los bebés.

Su padre lo vio por última vez antes de irse prometiéndole que regresaría a verlo y que lucharía por él.

—¿Usted me dejaría hacerle una prueba de paternidad?—Preguntó Ulises a su ex suegra.—Con eso tendría oportunidad de luchar por él.

—No me comprometas en esas cosas.—Le respondió ella muy tajante. Su expresión fue de susto con aquella propuesta.—Sabes perfectamente que no se puede, incluso yo me estoy arriesgando al dejarte pasar.

—Se que pusieron una orden de restricción.—Le respondió un poco más animado.—Pero si logro demostrar que es mi hijo, puedo darle solución.

La señora se quedó en silencio, no quiso ofrecer una respuesta. Aunque deseaba ayudar tenía las represalias que su hija podría tener. Temía mucho a la nueva Esperanza, esa que no se tocaba el corazón para reprochar algo o lograr sus objetivos.

Había escalado mucho socialmente, sus negocios iban en aumento gracias a su astucia pero también gracias a todo lo que estaba dispuesta a hacer.

Fue capaz de engañar a su pareja actual, la manipulaba de formas muy evidentes. Luis había caído completamente en sus engaños y seducción. Hacia todo lo que ella quería y nunca se daba cuenta cuando lo engañaba... literalmente, Esperanza estaba sosteniendo relaciones con otras personas. Hombres que le podían aportar algo a su vida, eran tomados por sus deseos y al satisfacerlos, estos quedaban rendidos a su poder. Era una ganancia doble.

Esos hombres harían que lo que fuera por quedarse con ella, estaban tan impactados por su belleza y actitud, esos encantos que vuelven loco a un hombre y que ella había aprovechado bastante bien.

Pero no solo con ellos, también con ellas. Pues Esperanza había desarrollado ciertos gustos en prisión, unos que solo pueden ser saciados con una compañera y no por un hombre.

Las mujeres en prisión le enseñaron muchas cosas atrevidas pero eficientes para obtener placer, ya sea con ella misma o utilizando a otras personas.

Cayó víctima de la seducción que este lugar daba a las mujeres desesperadas que aún deseaban intimidar.

Aprendí muchas cosas de ellas que había estado llevando a la práctica. Todo ese conocimiento sexual le sirvió de mucho para lograr su objetivo y poder manipular a los hombres que se acercaban a ella.

Gracias a eso pude obtener más poder y dinero.

El egocentrismo se había apoderado de ella y estaba a un paso más cada vez de su objetivo principal...superar a los Benz.

Su madre sabía todo esto y comprendía que no era suficiente su consejo. Esperanza no le hacía caso, se había convertido en una persona consumida por el poder y venganza. Se entendía hasta cierto punto pero no se podía apoyar su nuevo razonamiento.

En cuanto a su hijo, era lo único que la mantenia firme. No lo había descuidado, al menos no en calidad de tiempo pues en la cantidad si ya que casi no lo veía. Cuando lo hacía, su rostro se llenaba de ternura, era el único momento en que la podían ver sonreír de una manera honesta y sin dobles intenciones. Quizá también veía el inmenso amor que se tuvo con Ulises.

Llegó el turno en que la señora se desahogara, lo hizo con quien menos debía ya que Ulises comenzó a sentir un repudio hacia sus acciones. Se llenó de coraje al saber todo lo que su ex estaba haciendo y se culpó así mismo. Deseaba volver al pasado para detener a su madre, creerle cuando se lo pidió, pero no fue posible.

La conversación terminó en un acuerdo entre estos dos. Dicho acuerdo estipulaba estar en contacto para que Ulises pudiera ver a su pequeño. La señora se estaba arriesgando demasiado pero queria algo a cambio; que Ulises usara todas sus influencias para frenar a Esperanza y esta volviera a ser la misma.

El joven Benz se comprometió a hacerlo. Después de ver a su hijo, se llenó de vida nuevamente para enfrentarse a lo que venía a continuación… un caos por resolver.

Salió de la casa con una gran sonrisa por su hijo. A pesar de todo lo que supo de Esperanza, el la seguía amando y decidió que la podía perdonar e intentar reconquistar. Su amor era tan grande que podía luchar contra eso.

La misión no era nada sencilla, se enfrentaba contra el odio que ella había generado en su contra después de tanto sufrimiento. Además se enfrentaba con una vida de lujos a la que ella no había estado acostumbrada y ahora le traía beneficios, olvidarse de esa vida no sería sencillo.

Ulises se centró en eso y no vió venir la traición por parte de sus socios, quienes no esperaron para comenzar a desvalijar sus empresas.

Su abogado, la persona encargada de contrarrestar aquella situación y poner en orden los negocios, lo traicionó.

Fue más sencillo para él pensar que ya todo estaba perdido y que necesitaba encontrar un beneficio propio para superar aquello. Había trabajado mucho tiempo con los Bens y creyó que era mejor que el dinero y parte de las empresas se quedaran con él.

Mientras Ulises se dirigió a la funeraria, tenía que responder para que su padre tuviera el mejor funeral posible. Por fin dió aviso a todos de manera oficial, incluida la familia quienes solo querían obtener algo.

La policía también estuvo involucrada, quería. saber el motivo de la muerte y esta tarea se la dejaron a los peritos. Hombres que se encargarían de contar lo que pasó.

Ulises al fin pudo encontrar algo de paz, el movimiento había ayudado y el ir cerrando los pendientes le fue dando claridad para enfocarse en lo que aún podía rescatar, su madre.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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