—Nada qué ver? Es por tus acciones que él se ha puesto mal.
Esperanza comenzó a relajarse, su estado de agitación había bajado mucho. Se dio cuenta que había estado quedando como culpable y no iba a seguir por ese camino.
—Ella no mató a nadie. Son acusación muy severas.—Intervino Luis ante aquella escena dramática.—Siento mucho lo de tu padre, era un señor muy honorable según se.
—Esperanza y su deseo de venganza se metieron en la vida de mi familia por mucho tiempo.—Ahora la atención del joven Benz estaba dirigida hacia su rival de amores.—Ha cambiado tanto que no le importa pasar por los demás de cualquier manera.
—Esto no es algo que se pueda solucionar a gritos.—Continúo el abogado para calmar las cosas.—Tú no puedes estar aquí, lo tienes prohibido. Si deseas aplicar algo legal, hazlo como se debe.
—Vine hasta aquí con la ilusión de que ella pueda recapacitar y deje ir a mi madre.—Avanzó nuevamente hacia ella para continuar.—Te cambio mi libertad, mi dinero, todo con tal de que dejes a mi madre.
—Ojalá así me hubieras defendido.—Le dijo aún con dolor.—Pero solo entre los buitres se defienden. La realeza es la realeza.
Esperanza salió de ahí dejándolo a solas con su abogado, antes de irse le pidió que llamara a la policía para que fuera a arrestarlo.
Luis le advirtió una vez más que debía irse o de lo contrario, le haría caso a su novia y se quedaría sin su libertad.
Aunque está situación no le importaba, él hizo caso saliendo de ahí con dignidad, la poca que le quedaba.
Al salir de ahí no pudo evitar romper en llanto. La situación claramente le superaba y no podía hacer más.
Su chófer se baja para abrir la puerta del auto y que pudiera subir. Lo vió muy decaído.
Intentó ser amable con él pero por más que le intentó, no pudo levantar el ánimo.
Por eso, tuvo la brillante idea de decir.
—No se preocupe, conozco un buen lugar para tomar unos tragos.—Se dirigió a él con mucha confianza a la hora de hablar.—Tambien hay chicas dispuestas a todo por algo de dinero. Eso necesita para subir el ánimo.
Ulises levantó la cara ante aquella propuesta. No le vió nada de malo a olvidarse de todo por unas cuantas horas. Al menos una noche es lo que necesitaba para desahogarse.
Ulises le dió permiso al chófer de ir a ese lugar del que tanto presumía y este puso marcha rápidamente hacia allá. Era como un adolescente emocionado cuando sus padres le dan permiso de ir a una fiesta.
Aceleró y al poco tiempo ya estaban en ese lugar.
Claramente era muy distinto a los que Ulises había visitado con anterioridad.
No había tanta seguridad, era pequeño y el ambiente era muy cálido. Este último detalle pareció agradarle pues lo que necesitaba era una fiesta.
Ambos entraron, el lugar estaba ubicado en la zona central de la ciudad, ahí donde Ulises casi nunca iba. Nadie lo conocería así que podía estar sin remordimiento.
Desde que llegó el alcohol no faltó. Ambos pidieron cerveza, Ulises estaba dispuesto a embriagarse con lo que fuera y empezó desde temprano.
Después de un par de tragos comenzó a mirar a su alrededor para verificar a las personas que ahí estaban y ver si alguna mujer era de su agrado.
Había muchas chicas guapas pero no se podía distraer del hecho de ver a Esperanza con otro. Eso le seguía pegando y con el efecto del alcohol, aún más.
Su compañero trató de alegrarlo, hacia plática con gemas como "Que buena fiesta", "El ambiente está agradable", "Está rica la botana", etc. Pero él solo le respondía con una sonrisa.
Era muy difícil encontrar un tema de conversación que los uniera, hasta que las mujeres salieron a flote.
Hablaron de este tema un buen rato. El chofer le compartió historias de cómo le había fallado y traicionado durante toda su vida.
Ulises se empezó a sentir familiarizado, primero con su gran amor y después buscando más atrás en sus relaciones pasadas, incluida la hermosa modelo a quien llegó a querer por mucho tiempo.
Recordó que en su adolescencia se había enamorado de una chica de la escuela pero esta, se mudó a otro país y la historia terminó.
El alcohol fue haciendo su efecto y quedaron sumamente alterados. Brindaban y brindaban por el mal de amores pero lo vieron de una manera pesimista pues decidieron buscar a más de ellas justificando que las necesitaban.
Se lanzaron al abordaje, miraron por todos lados a ver quién les gustaba. El chofer tenía gustos simples, muchas mujeres habían sido de su agrado. El problema era Ulises quien no se convencia por alguna.
Sentía la necesidad de buscar una mujer tan atractiva que le pudiera sacar de la mente a Esperanza.
Después, su nuevo amigo le dijo que mientras siguiera pensando así, nunca la olvidaría, así que no le quedó más remedio que tragarse su orgullo y empezar a socializar.
Las elegidas fueron un grupo de amigas que iban solas. Eran cinco de ellas y todas muy agradables.
Se unieron a la plática, el chofer de inmediato se puso a un lado de la que más me había gustado, a menera de que Ulises no se la ganara. La mujer pareció aceptarlo y Ulises quedó solo con las otras cuatro para intentar conquistar o ser conquistado.
Al final no pudo con el dolor y gracias al alcohol, terminó hablando de su ex amor con todas ellas.
Había tres chicas muy interesadas en él, pero después de la plática que mostró, quedaron muy decepcionadas. Incluso querían bailar pero él solo deseaba seguir bebiendo hasta olvidar.
Al avanzar las noche, las chicas se fueron a bailar con otros chicos que si se animaron, mientras que Ulises quedó sumido en la depresión tomando más y más
El chófer estaba en lo suyo, se percató muy tarde de su estado pero no intervino, lo dejó beber mientras el seguía bailando y ligando.
El pobre Ulises quedó muy mal, al punto que no se pudo sostener en la mesa y cayó al suelo, como había caído su espíritu.