Prisionera del amor

Capitulo 64

La noticia recorrió a sus amistades rápidamente. Todas las personas cercanas se pusieron muy contentas por tal noticia. Alababan el hecho que por fin se jugaran amor eterno.

La mayoría de estas personas eran amigas de palabra. Simplemente con ellas por su prestigio y poder.

Las más leales eran sus trabajadoras, pero las empezaron a tratar como eso y no como amigas.

Cuando las sacaron de prisión y les dió trabajo, intuyó que ya con eso saciaba su agradecimiento con esa acción.

Además ya no jugaban un papel importante en sus aviones. Las personas que conocieron en el nuevo círculo social eran a las que tenía que utilizar.

La vida a este nivel social era así, tenían que aparentar para conseguir algo y no ser difamados.

Esperanza lo había entendido bien gracias a todos sus seres cercanos. Stefany le había dado una cátedra sobre temas ya su vez ella lo aprendió de Ulises mientras salía con él.

La decisión estaba tomada, ambas estaban muy felices y comenzaron a planearlo desde ese momento.

Se sentaron para mirar revistas con bellos vestidos y joyería, salones, adornos, estilos de salones así como las decoraciones.

También tenían que ponerse de acuerdo en cómo usar los vestidos.

Mientras conversaban, el espíritu de la pasión se apoderó de ellas dejando las revistas a un lado y acostándose sobre ellas para besarse cálidamente.

La cama había sido testigo de muchas noches como esas. Pero en aquella ocasión había algo más en ese espíritu... amor.

Este último detalle era algo nuevo para las dos, al menos con una mujer. Así que su boda no solo era una muestra de su amor sino un acto que revolucionó la sociedad.

—Vengo a advertirte que te alejes de ella.—Dijo muy serio.—Te va a destruir la vida como lo hizo conmigo.

—Tu vida quedó destruida por tu madre y tu falta de decisión propia.—Le dijo optando por la soberbia.—Eso es lo que destruyó tu vida.

Stefany lo miró sintiendo un poco de lástima por él. Notó su cambio de personalidad y su físico arruinado. Además era muy perceptible su ansiedad, entre otros problemas mentales.

Por los buenos momentos, no quiso ser grosera, pero tampoco le permitió quedarse más tiempo.

—Vete por favor. No debes estar aquí.

—Fue bueno verte.—Le dijo con una mirada coqueta.—¿No me extrañas?

La guapa modelo se quedó callada, dejó bien clara su postura ante Ulises y sus intenciones.

—Quiero pedirte un gran favor.—Cambió de tema y de conversación estricta.—Eres la persona que más que he querido y en quien más confiaría.

La joven modelo no entendió porque se había puesto tan sentimental, pero decidió seguir escuchando.

—Por eso me atrevo a pedirte este favor... cuida a mi hijo.

La sorpresa llegó al rostro de la modelo con aquellas palabras, vio a un padre desesperado por su hijo y quién intentaba todo por él.

—No has podido verlo ¿verdad?—Le dijo con voz tierna.

—No, ya han pasado varias semanas desde que su abuela me dejaba verlo.—Agachó la cabeza para ocultar la tristeza de sus ojos.—Después de eso, no hubo forma en que Esperanza me dejara verlo.

—¿Quieres que yo sea tu cómplice para verlo?

Ulises sonrió discretamente y levantó de nuevo la mirada para verla.

—Si, me gustaría verlo una vez más.—Dijo emocionado por la idea.

—Ella se va a enojar mucho conmigo si se entera.—Usó un tono suave, como si estuviera analizando.—Incluso puede arruinar nuestra relación.

Había un poco de temor también por su parte, ya conocía lo controladora que podía ser incluso en ella.

Lo analizó por varios segundos y al final concluyó que la causa valía la pena.

—No te prometo que sea constante ni mucho menos cuando nos casemos.—Puso una cara dulce mientras le informaba.—Pero si puedo dejarte verlo aunque sea una vez más en estos días. Déjamelo a mí.

Ulises se levantó contento. Más que por la buena noticia, por saber que su hijo estaría bien con ella.

Se fué de ahí con una sonrisa y para esperar la llamada de su ex.

La situación se había vuelto muy rara para todos. Los nuevos lazos, favores y uniones que existían eran muy complejas de entender.

Al poco tiempo Stefany se dedicó a hacerle un favor a quien le había hecho mucho daño. Todo por el bien del pequeño Elías quien sentía ese vínculo con su padre.

La llamada llegó en un par de días después de esa reunión.

Fue más pronto de lo que Ulises había imaginado, incluso lo tomó de sorpresa cuando respondió.

Acordaron verse en un parque que estaba en uno zona céntrica de la ciudad.

Ulises vivía lejos pero afortunadamente pudo conservar uno de los autos de la empresa.

El único problema era que tenía que mantenerlo, sin trabajo y sin dinero, era difícil.

Se había estado ayudando con los almacenes de la gran mansión y vendiendo algunas joyas que le habían quedado a su mamá.

Las llevaba con un conocido que se las pagaba casi al precio. Era una gran oportunidad para él y así poder salir de la crisis.

El dinero no lo usaba para idear un plan o nueva estrategia para salir adelante. La depresión le había hecho descartar estas formas de superación. Solo lo usaba para seguirse alimentando y cubrir sus necesidades básicas.

Ese día decidió ir a vender otra joya. Pensaba que el dinero que había guardado de la anterior, no sería suficiente.

La vida de rico que había tenido hasta ese momento le dejó esa mentalidad, así que quería ir preparado.

—¡Querido Ulises! ¿De nuevo por aquí?—Le saludó desde el estante su amigo.

El lugar era una tienda de antiguedades que había puesto por hobby. Sus verdades negocios estaban en otra ciudad y está tienda la usaba solo por interés personal.

Ahí es donde Ulises lo solía visitar no solo para vender si no porque era de los pocos con los que aún podía hablar normal. Una buena plática era bien recibida siempre.

—¿No me digas que ya no tienes dinero?—Le dijo con mucho carisma.—La última vez te dí una buena cantidad. Ni yo mismo la he podido vender.



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En el texto hay: #drama, #tragedia, #romace

Editado: 15.04.2025

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