Prodigium

Primera parte - Capítulo 9

Gruta había quedado bastante mal luego del ataque. Habían muerto más de la mitad de los kobolds, incluyendo muchas mujeres y niños. Las joyas y metales preciosos se los llevaron casi en su totalidad.

 

Los tres monstruos ocuparon la casa de uno de los difuntos. Nadie había tomado represalias contra ellos, la culpa era al final de la humana. Vrokak había tenido que hacerse una cama fuera debido a que ni siquiera entraba. Bhikz seguía inconsiente, posiblemente estaría así varios días, en el mejor de los casos. Zaul, aun con heridas casi tan graves como las del goblin, podía incluso ponerse de pie, aunque apretando los dientes.

 

- ¿Teníamos que llegar a este punto? - Le dijo el naga al orco, mientras este último le aplicaba sus vendajes. - No era la primera vez. Casi nos mata en serio - Vrokak no decía una palabra - Todo empezó por un capricho de Bhikz, maldito goblin. Y tú solo le seguiste el juego ¿Tan importante era esa mascota humana?- Pero no obtuvo respuesta. - ¿Por qué? Simplemente no veo una razón...

 

 Vrokak terminó su trabajo con torpeza, las heridas superficiales estaban sanadas, pero debía aplicar las vendas con firmeza debido a que el daño interno aun le faltaba por sanar.

 

- Quédate tranquilo - Fue lo único que su enorme compañero dijo.

 

Y allí estaba el reptil, en un camastro junto al convaleciente Bhikz. Vaya estorbo era el goblin que no podía cuidar por si mismo. Con dificultad se movió al camastro de su pequeño amigo y le tomó la temperatura, se sintió tentado a acurrucarse a su lado, pero prefirió revisar que la bolsa de suero conectada a su delgado brazo. Seguía inconsciente, pero un hilillo de sangre se asomaba por la comisura de su boca, el cuál limpió, y se dio cuenta que él también estaba escupiendo sangre. Sino fuera por esa humana, no estaría en esa condición.

 

Cada cierto tiempo, Kobalt pasaba por la choza, aplicando magia y dándoles una amarga bebida preparada por Kupfer, la cuál le provocaba acidez. El goblin, aun en su estado, tosía cuándo le daban aquella tintura horrible.

 

La falta de sol aturdía al naga, aun no se reacostumbraba a la vida subterránea, a pesar de su naturaleza, ciertamente prefería el calor del exterior.

 

Durante uno de sus descansos, fue despertado por los aullidos lastimeros de los kobolds. Temió que aquellos héroes, u otros guiados por los anteriores, estuvieran causando problemas de nuevo.Cubrió al goblin con una manta, y ocultó la bolsa de suero debajo. Con dolor, se levantó y se asomó por la puerta entreabierta. Sintió que su corazón se detenía, era la paladín del asentamiento humano, llevaba su destellante armadura con narcisos dorados y su largo cabello rojo sobresalía de su casco. Y estaba acompañada por su party: La elfa clérigo, el enano bárbaro y el elfo shaman.

 

Los kobolds no estaban en condiciones de pelear, y el aura que tenían aquellos causaba escalofríos hasta en el naga. Por suerte o desgracia, los dos líderes de la aldea se pusieron frente a los héroes sin ningún temor.

 

- ¿Héroes en nuestra arruinada comunidad? - dijo Kobalt con pesar - ¿No les bastó con arrebatarnos la mitad de nuestros hermanos? ¿Con llevarse nuestras pocas riquezas? Aquí no hay nada, solo tristeza y rencor ¿Qué queréis de este pueblo devastado?

 

Los héroes no se veían ni un poco intimidados, a pesar de ser superados en número en 1 a 16, sin contar mujeres y niños.

 

- No venimos por las sobras - Dijo la mujer de voz cálida - Buscamos a la humana que venía acompañada de tres monstruos.

 

- ¿Ella los llamó hasta aquí? - Preguntó Kupfer con recelo.

 

La paladín negó suavemente con la cabeza.

 

- Si fuera así, habría sido más fácil llegar hasta aquí.

 

- ¡¿Saben dónde está o no?! - Gritó el enano hinchando su pecho.

 

Los kobolds se escondieron, sin poder soportar la presencia del grupo.

 

- La echamos hace un tiempo - Respondió Vrokak llegando a la escena, acompañado de los niños kobolds - Había sido un error tenerla con nosotros.

 

Aunque no se pudo ver, bajo el casco la paladín esbozó una sonrisa. Eso a la vez que Bhikz empezaba a toser sangre, por lo que Zaul corrió a atenderle. Posiblemente la manta era muy pesada, lo que le dificultó para respirar. En ese momento, el naga ignoró a los indeseables visitantes y se dedicó a atender al goblin, por lo que no pudo evitar sobresaltarse cuándo estos abrieron la puerta de la choza. Las antorchas del exterior delineaba sus siluetas como las de demonios que salían del infierno.

 

- ¿Nos esconden algo?

 

Zaul, en su penosa condición, les apunto con un cuchillo de mesa que tenía a la mano.

 

- No escondemos nada, solo son dos amigos heridos. - Dijo Vrokak, intentando reprimir las ganas de romperles el cráneo a todos - Pueden buscar en toda la aldea, y solo encontrarán cachorros asustados. Pierden su tiempo.

 

La paladín, al ver la condición de aquellas criaturas, sonrió de tal forma que incluso sus ojos expresaron su alegría.

 

- Vámonos, aquí no hay nada.

 

Y de la misma manera en que llegaron, se fueron ¿Por qué buscaban a la humana? No pudieron evitar sentir un escalofrío. Era obvio lo que sucedía. Eran monstruos, pero no eran idiotas. Kobalt y Kupfer decidieron mudarse, no quedaban muchos de los suyos, así que no sería difícil, pero no estaban seguros si Bhikz podría soportar un largo viaje. Por otro lado, Vrokak y Zaul intentaban adivinar qué sería de la chica, no solo pensando el por qué los héroes buscarían a una chica tan extraña, sino manifestando su culpa de haberla echado en medio del invierno.

 

Sin expresarlo con palabras, el orco recogió sus cosas y dispuso a corregir su anterior error, lo mismo hizo el naga, pero Vrokak le detuvo.




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