Prodigium

Primera parte - Capítulo 15

Aún con su abrigo, Vrokak se estremeció buscando algo de calor. Su piel era gruesa, sin embargo no era muy amante de aquellas temperaturas.

No pensó que debiera apresurarse. Aunque la presencia de los héroes le había hecho preocuparse, además de que aquella visión, de un esqueleto andante... No, eso último debió deberse a un golpe en la cabeza o algo así. Siguió su camino hacia la fortaleza, aunque la nieve le dificultaba el camino. Cuándo vio que un enorme constructo de piedra se irguió en aquel lugar, hubiera corrido al lado opuesto, de no ser porque dos manchas cayeron de aquel ser. Dos manchas que reconoció como Bhikz y Zaul ¿En qué se habían metido ahora? Casi al llegar, vio la batalla, pero pudo escuchar al goblin clamando el nombre de la humana. Zaul corrió dentro del edificio, mientras la paladín y la clérigo intentaban sacar a sus compañeros de debajo de los escombros.

Vrokak pudo ver a Bhikz tirado a un lado, agotado, pero parecía estar bien. Le explicó rapidamente sobre Delfina y de como Zaul había corrido dentro para ayudarla. El orco cargó al goblin sobre su hombro, dispuesto a seguir al naga, entonces vio como las dos heroinas luchaban por rescatar a sus amigos. Las miró, y la paladín le devolvió la mirada. Vrokak les dio la espalda para ir dentro, mas una voz le detuvo:

- ¡Espera! - Era la voz de la clérigo - Ayúdanos, por favor.

La paladín la miró con desprecio, no parecía de acuerdo con la petición.

- Trataron de matarme dos veces... ¿Por qué debería ayudarles?

La elfa le suplicaba, pero el orco no tenía razón para escucharla, hasta que sintió un fuerte ardor en el pecho: Era la marca de Oubros. Vrokak comenzó a maldecir y a rugir como un poseso. Apartó a las mujeres con brusquedad, y con una facilidad asombrosa movió los escombros, sacando al enano y al elfo, que estaban bastante malheridos. En el momento en que estos estuvieron a salvo, la marca dejó de doler. La clérigo le agradeció efusivamente, mientras la paladín tuvo que tragarse su orgullo y le tendió la mano, pero el orco no le recibió el gesto, tenía prisa por asegurarse que la humana y el naga estuvieran bien. Antes de entrar, algo le llamó la atención: Era un ojo con la pupila enrojecida. El goblin bajó y lo tomó, reconocía aquel ojo. 

No tuvieron que buscar mucho en el interior, Zaul estaba tirado en el suelo, dando bocanadas como un pez fuera del agua. La humana estaba en un rincón, llorando asustada. Y un hombre de capa negra miraba fijamente al naga. Sin pensarlo dos veces, se lanzó contra el hombre, tirándolo, pero esto no parecía solucionar el problema. Este, aun en el suelo, siguió escribiendo con aquellos símbolos luminosos mientras sus dedos iban desapareciendo. Vrokak sintió la falta de aire, pero eso no le impidió descargar sus puños contra el hombre, que increíblemente resistió.

"Delfina..."

Ella de inmediato lo reconoció. Vio como el ojo brillaba en la mano de Bhikz. Sin mediar palabra, tomó aquella esfera blanda y lisa, debía tomarla con suavidad o la aplastaría como a una uva.

Un gran destello encandiló a los que allí estaban, y cegada, mayor fue su terror al sentir unos dedos huesudos jalándola. El sonido de una explosión no se hizo esperar, y al comenzar a ver, Delfina se dio cuenta que estaba en otra habitación, viendo como habían destrozado una de las paredes, y sus amigos cubiertos de escombros. El hombre moreno estaba de espalda, jadeando, Zaul ya no se movía. Por puro instinto, tomó una piedra y bastó un golpe para que él cayera con brusquedad.

Aun aturdida, sintió de nuevo la mano huesuda, pero esta vez tomándola con gentileza, guiándola hasta dónde estaba el naga. Pudo escuchar los gritos de los monstruos clamando por su compañero. Vrokak lo tomó en brazos, mientras Bhikz buscaba en su libro algún hechizo que le pudiera salvar. Pero Zaul ya no respiraba. Su lengua colgaba inerte, con un color casi tan pálido como el de sus escamas.

- Ser mi culpa... - Murmuró Delfina, queriendo expresar sus sentimientos a la vez que con el temor de ser escuchada.

Los fríos dedos de Bianca acomodaron su cabello.

- No fue tu culpa...

- Hombre buscar a mí.

El orco se colgó con tosquedad el cuerpo del naga.

- ¿Por qué solo causas problemas?

Ya Delfina no podía ni llorar del dolor y odio que se sentía hacia sí misma.

- No es su culpa... - Dijo el goblin con firmeza.

- ¡¿NO ES SU CULPA?! - Rugió el orco - ¡¿Mira lo que le ha sucedido a Zaul?!

Delfina retrocedió, asustada por lo que podría pasarle. Bhikz solo respiró profundo, sin sentir el más mínimo temor por aquel ser que le superaba diez veces en tamaño.

- No somos profetas ni adivinos, ella es una aventurera, como nosotros.

- ¡Es una inútil!

- ¡Igual que tú y Zaul antes de que yo los encontrara! - Vrokak abrió la boca mostrando sus grandes colmillos, pero no dijo ni una palabra - Somos monstruos, los humanos nos dan caza como deporte. No es como si fuera la primera vez que tratan de matarnos.

- ¡Pero no lo habían logrado! Es un error seguir con esta chica. - Una leve tristeza se veía en los ojos del orco, y estos se abrieron de repente, en un gesto de sorpresa - ¡Cuidado! - Gritó.

Delfina reaccionó, evitando el golpe fatal que el hombre moreno había lanzado con su cuchillo, pero no había podido esquivarlo del todo. Lanzó un chillido de dolor, la hoja le había alcanzado el ojo derecho, dejando una linea casi hasta el cuello. Bianca se lanzó con su cuerpo, en un intento de empujarle, respondiendo este con un manotazo que la dejó sentada en el suelo. Y este momento de distracción fue suficiente para Vrokak, que lanzó su mejor golpe, logrando al fin dañarle, el orco no se puso a pensar el porque ahora sí podía, un golpe más y reventaría su cráneo en muchos pedacitos, pero una espada se interpuso en su camino. La paladín, aun sin su armadura, se veía imponente, como un gran ciervo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.