Prodigium

Primera parte - Capítulo 19

"Recuerdo la oscuridad. Era cálida y silenciosa, salvo por un leve 'pum, pum' que me arrullaba sin cesar.

Pum, pum... y mi pancita estaba llena.

Pum, pum... con la tibia caricia del líquido que me rodeaba.

Pum, pum...

Pum, pum...

Hasta que se me arrancó de mi lecho. El aire era frío y la luz dolorosa. Tenía miedo. Grité y grité, hasta escuchar el 'pum, pum'. Solo eso me quedaba, pero nada dura es para siempre. El 'pum, pum' era cada vez más corto, sustituido por una hipnótica melodía con colores que flotaban sobre mí. Al fin llegó el momento en que mis gritos eran cada vez menos efectivos, el 'pum, pum' se hacía cada vez más corto. Tal vez era porque no era la única gritando. La melodía sobre mí no era suficiente para callar los gritos espectrales ¿Quiénes serían? Solo sé que ellos también querían su 'pum, pum'. Yo solo podía gritar en respuesta, gritaba hasta que la oscuridad me arrullaba.

Cuándo di mi primer paso y caí, solo la oscuridad acudió a mi llamado.

Cuándo pronuncié mi primera palabra, solo la oscuridad me aplaudió.

Nunca me faltó techo ni alimento, pero no hubo más 'pum, pum', solo gritos y oscuridad. Una horrorosa sinfonía de dolor que nunca paraba. Cuándo me portaba bien, el sonido cesaba, por eso me esforzaba en ser siempre buena. Me esforcé tanto que mi corazón se detuvo, ya no escuchaba mi propio 'pum, pum', lo que hizo que las voces se hicieran más fuertes. Voces que me apuñalaban. Solo me quedó la oscuridad, y en medio de esta, encontré mi 'pum, pum'. Era débil, pero podía sentirlo. Me dio un nuevo rostro, uno digno de amar. Me dio el poder de acallar la tormenta de dolor, con una nueva sinfonía que, sin conocerme, compartían su 'pum, pum' conmigo.

Pum, pum.
Pum, pum.
Aquí soy amada.

Pum, pum.
Pum, pum.
Aquí no hay dolor.

Pum, pum.
Pum, pum.
Aquí tengo todo.

Pero aquel sonido se hizo débil, y las voces más fuertes.

Pum, pum.
No podía huir toda mi vida.

Pum, pum.
Me estaba volviendo sorda.

Pum.
La oscuridad volvió a acurrucarme.

Pum.
Gritos que ya no podía escuchar.

Pum.

Nada.

No más dolor, no más oscuridad. Era solo yo, dormida y despierta, con el único deseo de volver a escuchar los latidos."

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Su cabeza dolía con tanta fuerza que sentía que sus ojos iban a salir disparados. Su nariz estaba tan entumecida que podría jurar que ya no respiraba. Allí estaba ella, tirada sobre la nieve, con los primeros rayos del sol calentando sus mejillas. O lo que quedaba de ellas. Ella lo sabía, su primera reacción fue levantar su mano derecha, pero ya no estaba allí, alzó su mano izquierda para tocar su cara. Sentía como la mitad de su cara estaba dura, y no sentía el roce de sus dedos. Solo su ojo seguía allí, el ojo que le había arrebatado a Nero.

Frente a ella, pudo ver los enormes ojos verdes de Zaul, que la vigilaban. Este le tendió la mano para que se levantara, Delfina, atónita al ver que había logrado revivirlo, comenzó a llorar con su ojo izquierdo, con su ojo original.

- ¿Puedes sentir? - Preguntó Zaul. Confundida, ella asintió, no se esperaba el violento puñetazo del naga, que la tiró de nuevo al suelo, manchando la nieve con la sangre que brotaba de su nariz. Él la levantó y la zarandeó con violencia - ¡¿Qué carajos me hiciste?!

Con su único brazo, ella intentó zafarse, débil y asustada.

- Te... hice vivir otra vez.

En los ojos del naga se veía el miedo y la confusión, pero su gesto de ira pasó a ser una mueca patética, como un niño que acaba de perder a su madre.

- Me dolió. Me dolió morir. Y... Y luego...

- Nada.

- ¡Sí, nada! Pero... yo...

- No poder explicar, es no posible... - Dijo Delfina con voz apagada.

- Es como estar dormido, pero consciente de lo que te rodea - Dijo Bianca - Es aterrador.

- Nero, ¿Es así como dice Bianca? - Pero no obtuvo respuesta - ¿Nero?

- ¿Nero? - Dijo la sirviente, confundida.

- Tu amo.

Aquella frase le parecía tan extraña que no pudo evitar ladear su cabeza.

- Tú eres mi amo.

Esto desconcertó a Delfina, que no tuvo tiempo de procesar lo que sucedía. Vrokak y Bhikz estaban saliendo de la fortaleza, dispuestos a partir, pero con sus rostros pálidos y conteniendo el aliento, al ver a Zaul, aquel que habían enterrado la noche anterior, y a Delfina, en un estado en que era apenas reconocible, sin su brazo derecho y la mitad de su cara con el hueso expuesto.

El goblin comenzó a llorar, y corrió a abrazar al naga, mientras que el orco, con pasos lentos se acercó a la pequeña humana. Aquello era imposible, había tres muertos frente a él, todos de pie y como si aquello fuera normal.

- ¿Ya no estar molestos con yo, verdad? - Preguntó ella.

Vrokak no sabía que responder, pero Zaul se acercó a ella, y con su mano limpió la sangre que cubría el rostro de la chica. No fue gentil, más lo hizo con una amabilidad que jamás le había demostrado a ella.

- Te debo la vida. No podría estar molesto conmigo.

Bhikz sonrió, tocando su abdomen, recordando como ella le había curado a él también. El orco aun no estaba seguro, de su opinión, pues ciertamente la chica le había causado problemas innecesarios. Pero tal vez era parte de la vida de un aventurero. Acarició su cabeza, como si fuera un perrito.

- Con esa apariencia, definitivamente eres una de nosotros. - Esta frase hizo que sus rodillas temblaran, echándose a llorar, corriendo a refugiarse en los brazos de Vrokak. La apartó,con cierta frialdad - Zaul, si te sientes bien para viajar, toma tus cosas. Hemos perdido mucho tiempo.

El naga asintió, con andar ligero fue corriendo al interior del castillo.

- ¿Puedo ir también? - Preguntó Delfina con timidez.

El orco negó con la cabeza.




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