Prodigium

Primera parte - Capítulo 22

Mientras que las plantas e insectos celebraban el derretir de la nieve, un gruñón reptil no dejaba de refunfuñar.

- Odio la primavera - Se quejó mientras intentaba sacarse el barro de sus botas - ¡Todo está tan húmedo y sucio!

A diferencia de sus compañeros, al orco se le dificultaba caminar entre la maleza. Si bien su piel era dura y las ramas no le causaban ningún daño, si le incomodaba la visión, además de que el picor de las hojas le traía horribles recuerdos de la cueva.

- Dime algo que no odies - Comentó Vrokak, enfocándose en evitar que las ramas le sacaran los ojos.

- ¡Pero es que es horrible! Todo está lodoso, siempre está lloviendo. Ya quiero que llegue el verano.

La sola idea de recordar el calor y los insectos hizo que Vrokak dejara salir un gruñido de incomodidad.

- Si todo va bien, deberíamos llegar a Celesterra antes de que llegue el verano - Dijo Bhikz, pensando en voz alta.

El goblin llevaba el liderazgo, su oído era el mejor de todos. Sólo él podía guiarse con el río sin tener que acercarse a este, permaneciendo todos ocultos entre la maleza.

- ¿Seguro que Robrick estará allá? - Preguntó el naga, a paso lento, pues se detenía cada tanto para limpiar el barro de sus suelas.

El goblin meneó la cabeza.

- Dudo que esté allí, pero, ¿qué otra pista tenemos?

Un largo silencio se hizo presente, solo se podía escuchar el crujir de sus pasos y el cantar de las aves.

- Más importante: Aún no hemos decidido qué hacer cuando lo encontremos - Comentó el orco con pesar. Nadie respondió, como siempre, pero necesitaban una respuesta pronto. No podían simplemente perdonarlo, por mucho que ellos le quisieran. Era tan difícil tomar una decisión - Dejemos que Delfina decida.

Esto tomó por sorpresa a sus  compañeros.

- ¡Ella ni siquiera lo conoce!

- Lo conoce - Dijo Bhikz con seriedad - No en persona, pero ella le conoce. Supo que él intentó matar a Larthe en Celesterra. Ella podría saber incluso más que nosotros.

- Y ahí está su punto a favor. No le conoce en persona, no tiene un vínculo con él, sería más objetiva.

- Pero también es tonta - Dijo Zaul llevando su mano al pecho - No piensa con claridad, se deja llevar por sus estupidas emociones.

- Cierto... Igual no perdemos nada con preguntarle - Respondió Vrokak - ¿Delfina?

Nadie respondió. Lo más probable era que se hubiera  quedado atrás. No desesperaron, siendo Zaul quién retrocediera en su busca, a la cuál se unieron los demás, al notar que no estaba ni cerca de ellos. Vrokak gruñó de frustración, ¿cómo podía esa niña meterse en tantos problemas?

Zaul intentó seguir el rastro que había dejado, pero la llovizna y el barro que esta causaba le hacia el trabajo más difícil.

Bhikz solo suspiró. De verdad le preocupaba la chica, pero parecía que ella vivía de ponerse en peligro. Entonces lo escuchó. Un grito lejano, pero que él reconoció a la perfección, ¿cómo podía haberse alejado tanto?

Corrieron al lugar, pero no había no había nadie. Sin embargo, el rastro era enorme y notorio, sería fácil encontrar a la humana. Toda la conmoción les hizo olvidar lo cerca que estaban del río, y algo se acercaba desde allí. Los rápidos pasos de un cuadrúpedo quebrando el follaje en su camino, junto a los potentes bramidos, les hizo ponerse en guardia de inmediato, hasta que de entre el follaje apareció el enorme buey, con un jinete incluso más grande que el propio Vrokak, de piel rojiza y rostro severo, que vestía una lujosa armadura oriental.

- ¿Dónde está la humana? - Sin titubear, les amenazó con la enorme hoja de su lanza guan dao.

- No sabemos de ninguna humana - Respondió Zaul con su usual pedantería.

Antes de que el desconocido actuara, Vrokak dio un paso adelante.

- Cómo dice mi compañero, no sabemos nada, ¿acaso te parecemos amigos de algún Noble?

Un dolor le golpeó de súbito desde su estómago, lo suficientemente fuerte para retroceder. El desconocido les apuntaba con el mango negro y dorado de su lanza.

- Si me dicen dónde está la chica humana, tal vez no les mate.

¿Estaba buscando a Delfina? No podían saberlo. Aun así, aquella amenaza solo hizo que Zaul se enojara, sacando sus cuchillos y lanzándose contra el hombre, que con una velocidad que jamás habían visto, le cortó desde las costillas al hombro, cayendo adolorido y sangrando con gravedad.

- ¡Idiota! - Gritó Bhikz mientras intentaba detener el sangrado - Siempre eres tan imprudente - Dijo con angustia.

- Un orco, un goblin y un asqueroso reptil - Dijo pensando en voz alta - Si no me dicen dónde está la humana, los mataré.

La herida de Zaul no era mortal, pero sí le resultaba dolorosa, además de que la mirada severa de Bhikz era suficiente para ni siquiera intentar ponerse en pie de nuevo.

Los monstruos sentían como si el tiempo se hubiera detenido. Era obvio que aquel kubari no era un simple aventurero que pasaba por ahí. Bhikz y Vrokak se hablaron con la mirada, cualquier respuesta que le dieran al hombre, podría significar su muerte y, tal vez, la de Delfina.

- Señor, le pido que hablemos con calma - Dijo el goblin, intentando ocultar su miedo - Usted es, claramente, mucho más fuerte que nosotros. Sería imprudente de nuestra parte intentar agredirle - Todos, incluyendo el kubari, miraron de manera penetrante al naga - Solo ignórelo, no es muy inteligente, como puede notar.

El hombre no guardó su arma, pero si relajó el brazo que la portaba. Parecía dispuesto a oír, si bien su rostro reflejaba suspicacia.

- Ignoraré al reptil, pero no puedo ignorar que, por tu forma de hablar, es obvio que eres un lisonjero - Esto le dolió a Bhikz más que cualquier puñalada.

- Eh... No... Yo no... - Su moral había caído por los suelos.

- No sabemos dónde está - Respondió Vrokak. Aquella respuesta hizo que el kubari mostrara enojo, mas esto no le hizo retroceder - Lo cierto es que se separó de nosotros. Pero antes de que nos mates, hay un par de cosas que debes saber.




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