Profecía

Parte seis

— ¿Dónde está el cofre? — preguntó impaciente el hada.

— Creo que aquí dentro, pero no estoy segura — respondió insegura la humana.

— Eso es solo un huevo — dijo el gnomo — incluso la mamá venía a quitártelo.

— Ese búho no podría haber puesto algo tan grande, y no hemos visto aves de un tamaño acorde para poner un huevo de este tamaño, además no estaba en un nido.

— En uno de sus brazos encontraras algo blanco que si se abre desde dentro es vida, desde fuera es muerte, dentro estará lo que busco — recordó Rossmery la profecía.

— Si rompes el huevo desde fuera no puede nacer el ave, y si se rompe por dinero el ave sale a la vida — meditó como hipnotizado el gnomo.

— ¿Y si no es lo que buscas? — dijo el hada nerviosa

La humana tenía miedo que al golpear el huevo saliera solo clara y yema, lo cascó lentamente, los tres aguantaron la respiración. Al sacar una parte de la cáscara pudieron ver adentro algo oscuro y sólido, de a poco apareció el cofre.

— Por fin, lo tengo — cuando las manos de la mujer lo tomaron, el hada la abrazó, ambas cerraron los ojos, al abrirlos estaban en el piso de la sala de la casa de Rossmery.

— Isdak ¿Viniste conmigo?

— Por fin pude volver — gritó la mujer feliz.

— ¿Volver? ¿Tú eras de la tierra?

— Yo fui una mujer como tú, pero ese brujo negro me dio la posibilidad de si conseguía el cofre darme dinero y poder volar. Pero no lo encontré, la profetisa me dijo lo mismo que a ti, fui al otro lado del mar por tierra, pero no pude encontrar a la dama blanca. Luego conocí a una diosa que me castigo por querer robarle su cofre, me convirtió en un hada, pero mis alas no servirían, a menos que mi corazón se purificará. Cuando te vi tenía la esperanza que lograrías conseguir el cofre, por eso te abrace, esperaba que pudiera volver contigo, y resultó, por fin estoy en mi dimensión de nuevo — intento mover sus alas, pero no pudo volar.

— Tú también viniste, que sorpresa — Clitio llegó al sonido de las voces, las miró solo un segundo — dame el cofre — le pidió a Rossmery.

— Espera, él quiere robar el cofre — gritó Isdak con mirada del odio al recién aparecido.

— Tú me dijiste que yo debía recuperarla... ¿De quién es en realidad este cofre?

— Que tonta resultaste humana, es de la diosa Hécate, con él podre por fin matarla, y la oscuridad cubrirá la Tierra Mágica, yo gobernaré por fin allí y no sólo algunos lugares, inculcar el mal de uno en uno es muy lento, ahora mi ejercito tomará todos los territorios de Hécate de una vez por todas.

— No te lo daré, me dijiste que era tuyo.

— Sabías que era mentira, pero no te importó, solo te preocupas por la vida de tu mocosa... es una lástima que mis hijos solo puedan vivir en este mundo seis años.

— ¡¡Tu hija!! — lo miró horrorizada — ¿Tú eres el padre de mi niña?

— Busque muchas mujeres para que buscarán el cofre, solo las féminas pueden tomarlo sin morir, si la portadora me lo da por su voluntad, podré abrirlo sin fallecer, y tendré acceso a su poder. Pero no lo lograban porque sus corazones no era puros, por eso intente contigo, si aceptabas a la bebé, serías la indicada. Ella fue creada por mi magia en ti, y ahora ese poder que le dio vida se ha debilitado tanto que no hay manera que sigo con vida, le di un poco de mi poder, por eso mejoró.

— No podrá vivir...

— No puedes hacer nada, este mundo no tiene magia, por eso hagas lo que hagas va a morir, dame el cofre.

— No, no es tuyo.

Cuando él quiso tomarla del brazo para obligarla, un campo de fuerza protegió a Rossmery, el hada huyó de la casa corriendo.

— Isdak, vuelve, ayúdame — gritó Rossmerry angustiada.

— Si no me lo das por las buenas, entonces será por las malas — se encaminó a la cama de la niña.

— No... Karina... déjala.

La humana intentó golpearlo, pero él le pegó un manotazo y la lanzó contra la pared, y siguió su camino. Pero antes que el ser tomará a la infante, Isdak pasó como un suspiro a su lado, a una velocidad increíble la desconectó de todas las máquinas, la tomó y voló a esconderse atrás de Rossmery.

— Volaste — gritó asombrada la mujer.

— Solo quería salvar a tu hija, y de pronto pude volar.

— Tu corazón ya es puro.

— Ya me aburrieron, serán las únicas en este mundo en ver todo mi poder en todo su esplendor, humanas torpes.

De repente el techo de la casa colapsó al chocar con la espalda del ser, que empezó a crecer, su cuerpo se hizo enorme, la capa se le rompió, su cuerpo estaba cubierto con una armadura negra y tenía una enorme espada oscura en su cinto.

— Soy el gigante Clitio, con ese cofre por fin derrotaré a Hécate y podre ser el gobernante de mi mundo ¡¡DÁMELO!!

— No dejaré que le hagas daño a la gente de allí, ellos son buenos — gritó el hada protegiendo con su cuerpo a la niña, por suerte de nuevo el campo de fuerza del cofre las cubrió de los escombros.

— ¿Por qué te metes? Ellos te trataron mal, las hadas te aceptaban solo porque la diosa se los pidió ¿Y los hombres pájaros? Nadie en ese lugar te quiere.

— Me lo merezco, no me importaba nadie más que yo, ayude a Rossmery para poder volver a mi mundo, iba a huir, pero... no lo haré, debo detenerte — tomó un puñal que tenía en el cinto, voló por el gigantesco cuerpo, y se lo enterró en el cuello.

— Lo hice amiga — se puso al lado de la humana, feliz.

— Mujeres torpes, nadie puede detenerme, ni Hécate — su piel empezó a regenerarse.

— ¿Qué haremos ahora? — preguntó desesperada Rossmery.

— Huye con tu hija, yo las protegeré — tomó el cofre de las manos de la otra, y corrió para otro lado, para alejar al gigante de ellas.

Rossmery cayó de rodillas mientras el hombre de negro trataba de pisar a Isdak, junto sus manos, ya sin esperanza,  miró al cielo y entre sus lágrimas pidió con todas sus fuerzas que alguien las ayudará, en ese momento una luz apareció frente al gigante.



#6989 en Fantasía

En el texto hay: traicion, magia

Editado: 18.02.2022

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