POV. ELARA
Después de muchas horas de camino, cuando el día ya estaba menguando y tras el enfrentamiento llegaron a un claro ya agotados tanto físicamente como mental, así que decidieron descansar por esa noche ahí. El fuego crepitaba en medio del claro, lanzando chispas hacia el cielo estrellado. Estaba sentada frente a las llamas, con la túnica húmeda de sudor pegada a mi piel. Había intentado pelear con lo que tenía, pero aún así, sabía que sin Kael hubiera muerto.
Kael estaba del otro lado, afilando su espada con calma, aunque sus ojos no dejaban de mirarme. Siempre fijos, siempre atentos, como si pudiera leer cada pensamiento que yo intentaba ocultar.
El silencio entre ambos era insoportable, la marca seguía latiendo, más fuerte cada segundo. Yo trataba de ignorarlo, de mirar al fuego, pero el calor en mi vientre no era de la hoguera. Era de el.
Finalmente rompi el silencio. —Si seguimos así...uno de los dos acabará cediendo.
Kael dejo la espada a un lado y se levantó despacio. La luz de la hoguera dibujaba sus músculos tensos, las runas brillando en su piel como brasas vivas. —No uno, bruja...los dos.
Trague saliva, sabía que el tenia la razón y aún así no me moví, cuando el se acercó, la marca vibro con tanta fuerza que me arrancó un gemido bajo. Mi cuerpo reaccionaba antes que mi mente, deseando lo que mi orgullo rechazaba.
Kael de inclinó tomándome la muñeca, mi piel me ardió al contacto, y cuando me coloco sobre su pecho desnudo, la marca brillo en ambos al unísono. —Mirame, Elara. No como enemigo, no como guardián. Mírame como lo que la marca ya ha hecho de mi: tuyo.
Cerré los ojos, pero el inclinó el rostro hasta rozar su boca con la mía, no fue un beso inmediato, sino un roce lento, una amenaza deliciosa. Yo perdí el aire, y cuando finalmente me beso, fue con toda la furia contenida desde el primer día.
El contacto fue brutal, incendiario. Lo empuje contra el suelo, montándome sobre el sin pensarlo, la túnica abierta, su piel ardiendo bajo la mía. Kael se río con un gruñido bajo, atrapandome de las caderas. —Eso es...deja de resistir.
La magia estalló entre ambos, un aura carmesí se ilumino en el claro. Cada movimiento, cada roce de nuestros cuerpos, era un latido compartido que nos unia más. Lo besaba con hambre, Kael me devoraba con las manos, explorando cada curva, cada rincón de mi piel.
Sabía que debería de determe, que ceder era peligroso....pero la marca rugía dentro de mi, reclamando lo que ya no podía negar.
Cuando Kael me penetró, la unión fue un estallido de fuego y poder. Un grito escapó de mi garganta, mezcla de placer y magia, y las llamas de la hoguera se elevaron como si compartieran nuestro clímax.
Ya no había huida. Ya no había resistencia.
Quedamos entrelazados, cuerpos sudorosos, respirando como su hubiéramos sobrevivido a otra batalla. Pero ambos sabíamos que lo que acababa de suceder no era una derrota....era el verdadero comienzo de nuestra unión.
Y que a partir de ahora, cada deseo consumado solo nos ataría más fuerte al destino del Velo Carmesí.