Profecía carmesí

CAPÍTULO 14- Llamas del pasado

POV.ELARA

El estruendo de la lanza de Serik contra las garras de Kael sacudió el aire. Chispas de energía sagrada y fuego carmesí entrelazaron, iluminando el cruce de caminos como si el amanecer hubiera regresado con furia.

Levanté mi bastón, mi magia respondiendo de inmediato. Pero al ver el rostro endurecido de Serik, mi memoria me traicionó.

Un recuerdo me golpeó: dos jóvenes en un circulo de entrenamiento, lanzando chispas de fuego hacia el cielo, riendo con la inocencia de quienes aún no conocen el odio.

—"Elara, tú fuego es hermoso."—Serik había dicho entonces, sonriendo—. "Algún día salvarás a muchos."

Ahora, esa misma voz escupía veneno. —¡Monstruo! ¡Tú fuego solo trae muerte!

Sus palabras atravesaron mi pecho más que cualquier lanza.

Kael rugio, desviando un golpe que por poco lo atraviesa. —Deja de temblar, bruja, o nos matará a los dos. ¡No es el chico que recuerdas!

Respire hondo, mis ojos centellearon con lágrimas contenidas y fuego interno. —Lo se....pero fue mi amigo.

Serik no me dio tregua. Con un movimiento rápido, su lanza roso mi brazo abriendo un corte ardiente. Mi sangre cayó al suelo, y la marca brillo con violencia.

Kael se lanzo hacia adelante con furia, sus garras rodeadas de fuego oscuro. Por primera vez, sentí la conexión con el en plena batalla: nuestros movimientos fluían como un reflejo del otro, como si el destino nos hubiera entrenado juntos toda la vida.

—¡Esto no es magia humana!—grito Serik, retrocediendo al ver cómo sus ataques eran repelidos por la sincronía de nosotros —. ¡Esto es corrupción!

Apunte mi bastón hacia el, y las llamas negras estallaron, formando un circulo de fuego que lo rodeo. Mi voz temblo, pero fue firme. —No me obligues a matarte, Serik. No quiero.

El me miro con los ojos endurecidos por años de fe y rencor. —No hay redención para lo que eres. Tampoco para lo que has elegido amar.

Trague nuevamente saliva, un nuevo recuerdo clavándose en mi: Serik ayudándome a ocultar un accidente mágico cuando eramos adolescentes, cubriéndola con los gritos de los aldeanos. La mirada protectora de entonces...y la condena de sus ojos ahora.

Kael se interpuso, alzando un muro de fuego. —No lo entiendes, humano. Lo que nos une no es corrupción. Es poder que ustedes nunca podrán controlar.

El fuego se alzó, la lanza volvió a chocar contra las llamas, y la batalla continuo, cada golpe arrancando no solo sangre y sudor, sino pedazos del pasado entre Serik y yo.

La desicion era inevitable: o lo derrotabamos, o moriríamos bajo su juicio.




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