Profecía carmesí

CAPÍTULO 16- Ecos del pasado

POV. ELARA

La tarde cayó pesada tras la batalla. Kael y yo encendimos una fogata a unos maestros del cruce, intentando borrar el olor a sangre y ceniza que todavía impregnaba el aire.

Estaba sentada frente a las llamas, abrazando mis rodillas. Apenas había hablado desde que Serik cayó. Kael me observaba en silencio, podía sentir su mirada seguir cada mínimo movimiento que yo hacía, dándome mi tiempo, cosa que agradecía en estos momentos.

Finalmente, después de pensarlo y analizarlo fui yo quien rompió el silencio. —No entiendes kael. Yo...conocí a Serik desde que era niña.

Kael arqueo una ceja. —Lo único que vi hoy fue un fanático intentando matarte.

Yo lo miré, con los ojos brillantes de lágrimas. —Eramos aprendices juntos en el circulo del Valle. Teníamos doce años cuando nos eligieron. Yo era la niña peligrosa, la que todos temian porque mis llamas me descontrolaban...pero el....el fue el único que no me dio la espalda.

El fuego chisporroteo, y en la danza de las llamas, la memoria se desplegó.

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—"Respira hondo, Elara. No pienses en el fuego, piensa en el agua que te rodea."—La voz de Serik, joven, suave, resonaba en el patio del círculo. Yo estaba sudando, las llamas rodeandome como serpientes indomables.

Grite, y Serik corrió hacia mi, cubriendome con su manto aunque el calor lo quemará. El fuego se extinguió de golpe, dejándonos jadeantes.

—"No tienes que controlarlo sola", había dicho entonces, sonriendo a pesar de sus quemaduras—. "Yo estaré aquí para recordarte que no eres un monstruo."

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La visión se disolvió en el humo de la hoguera.

—El me enseñó a confiar en mí misma— dije en voz baja—. Pasábamos horas practicando. Compartiendo secretos, risas, miedos....yo lo veía como mi hermano, como....mi único amigo verdadero.

Vi como Kael apretaba los puños, desviando su mirada hacia a el bosque. Había un matiz amargo en su silencio.

—Pero algo cambió— continue—. Cuando cumplimos diecisiete, Serik empezó a pasar más tiempo con los instructores de la Orden. Ellos le hablaban de pureza, de cómo la magia debe ser controlada y usada solo la bendición del Velo. Yo....no encajaba en esas reglas.

Cerré los ojos y con la voz temblando, seguí. —La última vez que lo vi, antes de hoy, fue en el juicio. Me acusaban de corrupción después de que mi fuego destruyó accidentalmente un templo. Yo esperaba que me defendiera como siempre lo había hecho. Pero Serik....guardo silencio.

Las lágrimas rodaban por mis mejillas. —Esa fue la primera vez que entendí lo que había perdido. El eligió la fe sobre mi. Eligió el camino de cazador de brujas. Y ahora después de tanto tiempo....lo único que me dejó fue miedo. Y dudas.

Kael me observo nuevamente, con un destello de celos y dolor en sus ojos, aunque su voz sonó áspera. —Ese hombre ya estaba muerto mucho antes de que lo encontráramos hoy. No era tu Serik el que enfrentamos, sino lo que la Orden hizo de el.

Yo lo miré, con la marca palpitando en mi piel como una herida viva. —¿Y si tenía razón Kael? ¿Y si la marca nos unió para destruirlo todo?

Kael de inclinó hacia mi, su sombra cubriendome mientras sus ojos brillaban con furia. —Entonces lo romperemos, Elara. No somos piezas de un sacrificio. Somos dueños de nuestro destino.

Yo lo miré, con el corazón dividido entre la fe en sus palabras y el eco del último susurro de Serik: " La marca los unió para sacrificio."

Y mientras el fuego se consumía, la marca volvió a arder con un resplandor oscuro y nuevo, como si respondiera no solo a mi miedo... sino a la duda sembrada en mi. Con ese último pensamiento en mi, nos acostamos a descansar en la tierra.




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