Profecía carmesí

CAPÍTULO 21- El guardián de cicatrices

POV. ELARA

El silencio tras la batalla era casi irreal. Kael y yo permanecimos en tensión, con la marca aún palpitando en nuestras pieles. El bosque olía a cenizas y a sangre seca.

Un crujido de ramas rompió la inquietud. Ambos giramos, con las armas listas.

De entre los árboles apareció una figura encapuchada, apoyándose en un bastón torcido. No era una criatura del Abismo: su andar era humano, aunque torcido por el peso de los años. Su voz llegó áspera, como piedra desgastada.

—Luchan como si fueran uno solo... La marca los acepta. Interesante, muy interesante.

Kael levantó su espada de sombras, interponiéndose entre el extraño y yo. —¿Quien eres?

El hombre bajo la capucha lentamente. Si rostro estaba cubierto de cicatrices profundas, como si hubiera sobrevivido a mil heridas imposibles. Sus ojos eran diferentes: uno humano y el otro rojo y rasgado como el de una bestia.

—Me llaman Veynar. Y, a diferencia de ustedes...yo ya llevé la marca.

Sentí un escalofrío en el pecho. —Eso es imposible. Kael dijo que era única.

Veynar sonrió, mostrando dientes desgastados. —No única. Antigüa. Yo fui portador hace mucho tiempo, junto a otra como tú, bruja. Creímos que podíamos usar su poder. Creímos que podíamos resistir.

Se señaló las cicatrices del rostro, luego el pecho, dónde un tatuaje borroso se distinguía bajo la piel. —La marca no perdona. Ella siempre reclama lo que es suyo.

Kael lo fulmino con la mirada. —¿Que quieres de nosotros?

Veynar se acercó despacio, sin miedo a la espada de las sombras. —Nada, solo advertirles. Los amos del Abismo no les temen porque lleven la marca....los desean porque la completarán. Y cuando eso ocurra, uno de los dos quedará vacío.

Di un paso adelante, con mi voz temblando de rabia y miedo. —¡Dinos cómo deterla! ¡Debe de haber un modo!

El viejo solto una carcajada amarga. —¿Detenerla? No, pequeña bruja. Solo pueden elegir: servirle....o sacrificarlo todo para destruirla.

Sus ojos—uno humano, uno demoniaco—se posaron en Kael. —Tu lo sabes mejor que ella. La marca no es un azar. Fue un llamado. Fuiste preparado para ella desde tu nacimiento en el Abismo.

Kael lo sostuvo con furia contenida, pero no lo nego.

Veynar retrocedio hasta las sombras, su silueta desvaneciéndose entre los árboles. —Los seguiré de lejos. Quiero ver cuanto duran antes de quebrarse.

Y desapareció, dejando tras de si un silencio aún más pesado que el de la batalla.

Aprete los puños, lágrimas de impotencia en los ojos. —Kael...si el sobrevivió.¿Porque dijo que nadie podía detenerla?

Kael guardo silencio, en mi interior una certeza me corroía: Veynar no era una mentira. Era una advertencia viva de lo que podíamos llegar a ser.




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