POV. KAEL
Después de nuestro encuentro extraño con Veynar decidimos descansar para recobrar fuerzas y poder seguir adelante, cuatro horas después íbamos llegando fuera del sendero cuando volvió a aparecer con el mismo andar y encapuchado, Elara al verlo no pudo contenerse. Lo enfrentó con una fuerza de quien ya no quiere más secretos.
—¡Basta de enigmas!—exigio, con fuego encendido en sus palmas—. Si fuiste portador, cuéntalo todo. ¡Quiero saber que nos espera!
Permanecí a su lado, con mi sombra vibrando en torno a mí, aunque mis ojos estaban clavados en el viejo, expectante.
Veynar suspiro, como si aquellos pensamientos lo devolvieran a un pasado del que había intentado huir. Se sentó sobre una roca, dejando el bastón a un lado.
—Yo también era joven, como ustedes. Ella se llamaba Luz...una bruja de poder salvaje, de apenas veinte inviernos. Yo era un guerrero marcado por las sombras, mitad humano, mitad engendro, igual que tú, Kael. Nos encontramos en medio de un ritual prohibido, y la Marca nos eligió.
Los dos contuvimos la respiración pero seguimos escuchando en silencio.
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—Al principio, fue éxtasis. Un poder que nunca habíamos sentido. Cuando ella y yo luchábamos juntos, éramos invencibles. Las runas ardían y nuestros enemigos caían sin esfuerzo. La marca se alimentaba de cada victoria, de cada momento en que nuestros cuerpos se unían, de cada deseo satisfecho.
Nos hacía fuertes...pero también nos hacía dependientes. Sin ella, yo no era nada. Sin mi, Luz no podía controlar el fuego que la devoraba.
—¿Y que paso?—pregunto Elara, con voz tensa.
Veynar levantó la mirada, y si ojo rojo brillo con un dolor antigüo. —La marca no quiere equilibrio. Quiere exceso. Un día, en medio de la batalla con los sirvientes del Abismo, Luz desató demasiado poder. Yo trate de contenerla...pero la marca eligió.
Sentí un nudo en mi garganta sin poder pronunciar palabra pero Elara nuevamente lo hizo. —¿Eligió?
—Si. Absorberla a ella. Su cuerpo ardió desde adentro, consumido hasta no quedar más que cenizas. Yo...quede vivo. Marcado, destrozado, con estás cicatrices como recuerdatorio. No sobrevivi por fuerza, lo hice porque la marca necesitaba un testigo.
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El silencio cayó entre nosotros. Elara bajo la mirada, el miedo en sus ojos tan intensos como el fuego que temblaba en sus dedos.
Yo en cambio, di un paso hacia Veynar, mirándolo fijamente. —¿Y desde entonces? ¿Que hiciste?
El viejo solto una carcajada seca, amarga. —Vagar, sobrevivir. Viendo cómo otros repetían el mismo ciclo, creyendo que podían controlar lo incontenible. Ninguno duro tanto como yo.
Se tocó el pecho, donde el tatuaje borroso palpitaba apenas debajo de su piel. —La marca me dejó vivo, pero incompleto. Mitad hombre, mitad vacío. No pertenezco al Abismo ni al mundo humano. Soy...lo que queda cuando la unión se rompe.
Vi como Elara se estremeció. —Entonces...¿Ese será nuestro destino? ¿Uno de los dos consumido y el otro apenas un espectro de lo que fue?
Veynar nos miro a ambos, con una sombra de compasión y crueldad en su voz. —Ese es el destino que siempre ha habido. La marca no une para salvar. Une para reclamar.
Aprete la empuñadura de mi espada, con el rostro endurecido por la rabia, no podía ser posible pasar por todo lo que pase para terminar como está este viejo, eso no lo puede ser así para nosotros. —No. No aceptaré ese final. Si tú te resignaste, viejo, allá tú. Pero Elara y yo...no seremos como tú.
Veynar me observo un instante, y por primera vez, sonrió de forma sincera. —Eso misme dije yo....antes de ver a Luz arder.
La marca en el pecho de Elara y el mio comenzó a palpitar más fuerte, como si respondiera a esas palabras, como si regocijará de nuestro miedo y furia.