POV. ELARA
Caminamos otros días más siguiendo los símbolos que habían brillado en el mural. Cada tanto, la runas de la marca palpitaba em nuestra piel, como brújula invisible, guiándonos hacia el norte.
El paisaje se volvió agreste: montañas escarpadas, vientos helados que parecían cuchillas. Yo estaba agotada, me cubri con la capa, mientras Kael avanzaba con pasos firmes, como si la propia oscuridad lo guiará.
Al fin, hallamos lo que buscábamos: una torre derruida, medio enterrada en la roca. Las piedras estában llenas de grabados antigüos, indenticos a los del mural.
Kael desenvainó su espada, tenso. —Aqui hay algo...algo que no quiere ser encontrado.
La puerta se abrió sola con un crujido, y el aire apesto a humo viejo y ceniza. Dentro, en una sala circular iluminada por brazeros azules, nos esperaba una figura encorvada, cubierta por túnicas negras.
Su voz resonó como un eco de mil voces a la vez: —Finalmente los portadores han venido.
Trague saliva y con precaución pero segura di un paso al frente. —¿Quien eres?
El extraño levantó la capucha, mostrando un rostro marchito, la piel surcada de grietas ardientes como si estuviera a punto de quebrarse, sus ojos eran de un rojo apagado. —Soy Nheris. El último de los intérpretes. El circulo me llamó traidor cuando intenté advertirles lo que ahora ustedes buscan.
Kael apretó los dientes. —La profecía. Sabemos que existe. Enséñanos lo que significa.
Nheris sonrió con amargura, extendiendo una mano huesuda hacia nosotros. —La marca carmesí es hambre. Débora hasta que solo queda uno. Pero la profecía habla de un camino diferente. De un sacrificio distinto....uno que no pertenece al Abismo ni al mundo humano.
Frunci el seño intentando buscar la respuesta. —¿Que significa eso?
Los ojos de Nheris brillaron. —Significa que para romper el ciclo, deben de sacrificar algo más valioso que su vida o su deseo. Algo que ninguno de los portadores anteriores quiso soltar.
El silencio cayó como una daga, kael y yo nos miramos, incapaces de comprender.
Nheris se acercó despacio, y sus palabras cayeron como veneno y esperanza a la vez: —Solo cuando el vínculo no se base en la necesidad, ni en la carne, ni en el miedo a perder al otro...sino en algo que trascienda eso, la marca dejará de elegir a uno.
Sentí un estremecimiento en el pecho. Kael bajo la mirada, su sombra temblando en torno a el.
Nheris retrocedió hacia las brasas y agrego con voz baja, casi en un susurro: —Pero cuidado....porque para lograrlo, tendrán que entrar en el corazón mismo del Abismo. Allí donde la marca fue creada.
El fuego de los brazeros se intensificó, y la sala entera temblo. La marca en nuestros pechos ardió al unísono, como si confirmará lo inevitable.