Profecía carmesí

CAPÍTULO 31- El corazón del vacío

POV. ELARA

El arco de piedra vibraba con un resplandor oscuro, como un latido que no pertenecía a este mundo. Kael y yo nos miramos en silencio: un instante de complicidad antes de dar el paso que cambiaría todo.

—¿Estás lista?—pregunto Kael, su voz grave pero serena.

Asenti. —Nunca lo estaré del todo...pero no pienso retroceder.

Juntos atravesamos el umbral.

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El aire cambio de golpe. El suelo bajo nuestros pies ya no era tierra, sino un mosaico de cristal líquido que se ondulaba con cada paso. El cielo no existía: en su lugar, un mar de estrellas rotas giraba lentamente sobre nosotros, como si fueran fragmentos de mundos olvidados.

Jadee, incapaz de comprender la magnitud del paisaje. —Es...imposible.

Kael miraba alrededor con los ojos entrecerrados. —El Abismo no sigue leyes humanas. Aquí todo lo que tenemos y somos...se vuelve real.

De pronto, un reflejo bajo mis pies reflejo algo extraño. No nuestros rostros actuales, sino otros: versiones de nosotros mismos, más oscuros, con la marca ardiendo como cadenas de fuego.

Las imágenes se movieron solas, como si tuvieran vida. La Elara reflejada, susurrando con una voz cruel: —Tu no viniste aquí a salvar a nadie. Solo buscas poder, placer y venganza.

Retrocedi, con la sangre elada. —Eso no soy yo.

La otra rio, sus ojos brillando de deseo y rabia. —¿No? Entonces ¿Porque nunca piensas en volver al círculo, en vez de quedarse a su lado?

Kael levantó la espada y atravesó la imagen, que se rompió como espejo. Pero entonces, vimos su propio reflejo: un Kael con alas negras, con los ojos encendidos de abismo, que lo observaba con desprecio.

—Eres mio—le dijo la voz, gutural y profunda—. No eres libre, nunca lo serás. Puedes luchar todo lo que quieras, pero al final abriras la puerta para nosotros. Porque para eso fuiste creado, es lo que tienes que hacer.

Kael gruño, la marca ardiendo en su pecho, intentando ignorar las palabras.

Le tome la mano, mis dedos temblando pero firmes. —No escuches. No somos lo que ellos dicen. Somos lo que decidimos ser.

El reflejo se resquebrajó, y el cristal bajo nuestros pies se quebro en mil fragmentos. Por un instante, ambos caímos a un vacío interminable...hasta que aterrizamos sobre un suelo oscuro, blando, como tejido vivo.

Respire con dificultad, observando como las paredes a nuestro alrededor latían como si fueran parte de un corazón gigantesco. El aire olía a hierro y ceniza.

Kael se inclinó, tocando el suelo con cautela. —Ya no hay vuelta atrás. Estamos dentro del Abismo.

De pronto, en la distancia, una silueta gigantesca se movió, arrastrando cadenas que resonaban como truenos. Sus ojos eran pozos de fuego, y cada paso hacia vibrar todo el lugar.

Aprete la mano de Kael. —Entonces...es aquí donde descubriremos si somos suyos....o si aún nos pertenece la esperanza.

El rugido de la criatura resonó como un llamado, y el Abismo entero pareció responder.




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