Profecía carmesí

CAPÍTULO 32-El encadenado del vacio

POV. ELARA

El rugido volvió a sacudir el aire, y el suelo palpitante vibro como un tambor bajo nuestros pies. La silueta gigantesca emergió de la bruma roja: una criatura humanoide de más de diez metros, con músculos como montañas y piel hecha de sombras solidificadas. Su torso estaba atravesado por cadenas negras que lo anclaban al suelo, y sus ojos brillaban con un fuego antigüo, cargado de furia y sabiduría.

—Portadores...—trono su voz, arrastrando ecos que hicieron doler nuestras cabezas—. Al fin llegan los que nunca debieron de existir.

Levante mi mano, círculos de fuego oscuro danzando en mis palmas. —¿Quien eres?

El coloso levantó sus brazos, haciendo chocar las cadenas con un estruendo ensordecedor. —Soy la primera vasija. Soy el frasco que dio origen a ustedes. Mis cadenas son el precio de portar la marca. ¿Creen que escaparan a mi destino?

Kael frunció el ceño, apretando la espada envuelta en el resplandor de la marca. —Si fuiste el primero....entonces sabes que somos.

La criatura rio, un sonido grave que resonó como un terremoto. —Son las llaves y las cerraduras. Son la promesa y la condena. La marca no los ata a ustedes...ata a los mundos. Si fracasan, abrirán la puerta del Abismo para siempre.

Antes de que pudieran preguntar más, el coloso arrancó parte de sus cadenas del suelo y las lanzo contra nosotros como látigos incandescentes. Respondí al instante con una muralla de fuego, mientras Kael se lanzo hacia adelante, esquivando con movimientos feroces.

El choque fue brutal. Cada golpe del encadenado hundía el suelo vivo, cada hechizo que yo hacía arrancaba gritos de la tierra palpitante. La marca ardía en los dos, latiendo como si respondiera al poder del monstruo.

En medio del combate, el encadenado se inclinó hacia Kael, su voz como un rugido cercano. —Tu, criatura moldeada...no eres libre. Eres la culminación de mi fracaso. Yo fui hecho vasija, tú fuiste hecho portador. Creen que luchan contra el destino, pero solo alimentan el ciclo.

Kael gruño, clavándole la espada en una de las cadenas del coloso y arrancando chispas negras. —Entonces rompere ese ciclo contigo.

El encadenado lazo un rugido que partió el aire, y golpeó con tanta fuerza que Kael y yo caímos de rodillas. La criatura levanto ambos brazos, dispuesto a aplastarnos, pero yo grite un conjuro y una llamarada oscura atravesó el pecho del monstruo.

Kael aprovecho el momento: con un salto, hundió su espada en la herida y canalizo la marca, dejando que nuestro poder fluyera sin control. La criatura se estremeció, la luz roja en mis ojos temblo, y un grito inhumano estallo en el vacío.

Cuando el encadenado cayó, su cuerpo comenzó a deshacerse en humo y ceniza, sin embargo, antes de desvanecerse, su voz resonó a una última vez, con un susurro en nuestra mente.

—Si quieren saber la verdad de la marca....sigan adelante. El corazón del Abismo los espera. Pero recuerden esto: no toda llave abre las puertas....algunas solo las cierran para siempre.

El silencio regreso. El suelo latía débilmente, como agotado. Me gire hacia Kael, con mi rostro aún iluminado por la magia.

—¿Lo escuchaste?—pregunte, con voz quebrada.

Kael asintió, limpiando la sangre negra de su espada. — Si. No fuimos los primeros. Y puede que no seamos los últimos.

Nos miramos a los ojos sabiendo que el Abismo apenas comenzaba a mostrarnos nuestra verdad.




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