Profecía carmesí

CAPÍTULO 34- La vida que nunca fue

POV. ELARA

Después de seguir caminando no sé cómo fue que termine despertando en un campo verde, al aire fresco con aroma a flores. No supe en qué momento salí del abismo, pero frente a mi se alzaba una cabaña a lo lejos, con humo saliendo de la chimenea. El corazón me dio un vuelco cuando escuché una voz familiar.

—Elara.

Era Kael. Pero no el guerrero endurecido por la marca. Este Kael estaba vestido como un hombre simple, con ropa de lino, la mirada tranquila, sin cicatrices en el pecho, sonreía, y en esa sonrisa habia paz.

Sentí un peso en mis brazos. Mire hacia abajo y habia un niño pequeño, de ojos oscuros y cabello desordenado, que me llamaba madre mientras reía.

Las lágrimas me llenaron los ojos. —Esto...no puede ser real.

---

Sin ella saber Kael también vivió la misma visión. El trabajaba la tierra con sus manos, sin cadenas, sin marcas ardiendo en la piel. Elara salia de la cabaña, riendo, con el niño corriendo hacia el. Sintió por primera vez lo que nunca había conocido: un hogar.

Por un instante, creyó que podía quedarse.

---

Pero entonces , el cielo del falso campo se agrietó como cristal, y el Abismo de filtro, recordándome que nada de eso existia. Que era una mentira.

Caí de rodillas, apretando el niño entre sus brazos mientras este se deshacía en humo. —¡No, déjamelo!

Kael corrió hacia mi, tomándome con fuerza, obligándome a mirarlo a los ojos. —Elara, escúchame. No es real. Nos está tentando.

Yo temblaba, con lágrimas cayendo.

—Pero...¿Y si podría haber sido a si? ¿Y si... realmente estábamos destinados a otra vida?

Kael me abrazo con fuerza, su voz rota pero firme. —No tuvimos esa vida. Ni la tendremos. Pero tenemos esto—me tomo la mano y la llevo hasta su marca ardiente—. Tenemos lo que somos. Y mientras el Abismo intenté quebrarnos, yo no pienso dejar de elegirme contigo.

Las ilusiones se resquebrajaron, y la realidad volvió: el Abismo oscuro, palpitante, con su aire pesado.

Lo miré, con la piel aun humedad por lágrimas. Pero ahora había algo más en mi mirada: deseo.

—Kael...—susurre—. si vamos a perderlo todo, si esto termina en el Abismo...quiero que al menos un instante sea nuestro. No como cadenas, no como llaves. Como nosotros.

El no respondió con palabras. Me beso con hambre, con furia, con ternura contenida. La presión de días, de culpas, de visiones rotas, se rompió de golpe.

La ropa cayó, la piel ardió contra la piel. La marca brillo como un fuego líquido mientras nuestros cuerpos se unían, no ya por magia, sino por voluntad. El Abismo rugía a su alrededor, como si odiara vernos reclamarnos el uno al otro incluso allí.

Cada movimiento era un desafío, cada gemido una declaración de que seguíamos vivos, que nos deseábamos, de que no éramos solo piezas en el juego de los amos. Me arquee bajo de el, el fuego de mi magia y el ardor de mi cuerpo fundiendose en un clímax abrasador. Kael me sostuvo, como si con ese acto pudiera atar nuestro destino más fuerte que cualquier conjuro.

Cuando al fin quedamos exhaustos, temblando entre susurros y besos, la marca brillo débil pero constante, como un juramento grabado en nuestra piel.

—Pase lo que pase—murmure contra la piel de su cuello—, este instante fue nuestro.

Kael acarició mi cabello, con voz ronca me respondió: —Y eso, ni el Abismo puede quitárnoslo.

---

De un momento a otro el aire cambio. La temperatura bajo de golpe, y un silencio sepulcral cayó sobre nosotros. A lo lejos, una grieta gigantesca se abrió, mostrando un resplandor oscuro que no podia ser otra cosa que el corazón del Abismo.

La peor parte apenas comenzaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.