POV. ELARA
El suelo temblaba como si el Abismo entero fuera un corazón desbocado. El corazón brillaba en el centro de la grieta, un núcleo palpitante de fuego negro y sangre viva. Cada latido era un trueno que desgarraba la realidad.
La entidad se elevo sobre nosotros, sus brazos convertidos en columnas de sombras incandescentes. "He terminado. La marca fue creada para abrirme este camino. Y vosotros sois los últimos portadores. Uno debe de morir, y el otro será la grieta. Asi ha sido siempre. Así será."
Aprete los dientes, mi magia carmesí extendiéndose como un circulo de fuego a su alrededor. —¡No está vez!
Kael avanzó con la espada en alto, pero apenas logro acercarse cuando el poder del corazón lo golpeó de lleno, arrojándolo contra la roca. Yo corri hacia el, mi piel marcada por grietas de energía que parecían quemarme desde adentro.
—¡Kael!—grite, tomandole el rostro.
El respiraba con dificultad, la marca ardiendo en su pecho como si estuviera a punto de estallar. —Elara....si me dejó ir....si me rindo al poder...podrías usarlo para destruirlo.
Lo sacudi, con lágrimas en mis ojos. —¡No me pidas que te pierda!¡No después de todo lo que hemos hecho!
Kael sonrió débilmente, con un dolor resignado. —Siempre estuvo escrito...
Pero antes de que pudiera decir más, la marca en ambos cuerpos brillo al unísono. Recordé las palabras de la profecía, grabadas en piedra siglos atrás:
"Más si la sangre se equilibra con la llama, y la sombra se entrega sin devorar, la marca podrá quebrar el ciclo. No habrá sacrificio...solo renacimiento"
Tome las manos de Kael con desesperación, por fin lo había entendido, se de a que se refiere la profecía. —No era un sacrificio, Kael. ¡Era quilibrio! ¡Si dejamos de luchar solos, y nos entregamos el uno al otro, no para destruirnos...sino para sostenernos...la marca puede cambiar!
Kael me miro en silencio. El corazón rugio con furia, como si intentará ahogar mis palabras.
"¡Mentira! ¡La marca es mía! Ningun portador ha sobrevivido jamás"
Pero Kael apretó mis manos. —Entonces seremos los primeros.
Nos levantamos juntos, y la marca estalló en un resplandor cegador. No eramos solo fuego ni sombra: éramos ambos, entrelazados. Yo ofrecí mi magia sin reservas, no como arma, sino como entrega. Kael cedió su furia al vínculo, no como destrucción, sino como fuerza compartida.
La entidad grito, desgarrándose mientras el circulo de nuestras marcas se expandía como una estrella ardiendo. El corazón del Abismo se fracturó, cada grieta expulsando torrentes de luz y vacío.
Gritamos al unísono, nuestros cuerpos al borde de la ruptura, pero sosteniendonos el uno al otro. Y entonces, en un estallido final, el corazón se quebró, explotando en miles de fragmentos que se deshicieron en ceniza y luz.
Lo que siguio fue silencio.
Cuando el humo se disipó, estaba sentada en mis rodillas, jadeando, con Kael abrazando mi costado. La marca aún ardía en nuestras pieles, pero ya no dolia. Era distinta: fuego y sombra entrelazados, latiendo en equilibrio.
Kael me miro, con la voz rota pero viva. —¿Lo... logramos?
Sonreí con lágrimas en mis ojos de nuevo. —No lo se, pero seguimos aquí. Y eso es más de lo que nadie había conseguido.
En lo alto, el Abismo comenzó a resquebrajarse, y por primera vez en siglos la luz pura atravesó la oscuridad.
La batalla había terminado. El ciclo había sido roto. O al menos... transformado.