POV. KAEL
El silencio tras la destrucción era absoluta. Ni rugidos, ni latidos, ni ecos del vacío. Solo el crepitar suave de la energía disipándose en el aire.
Elara abrió los ojos. Y vio lo mismo que yo que ya no había oscuridad aplastante ni muros de cristal negro. Estabamos sobre un suelo firme, y sobre nuestra cabeza se extendía un cielo que jamás habíamos visto desde que entramos en el Abismo: un firmamento azul, rasgado por la primera luz del amanecer.
Me llevé una mano al pecho. La marca aún seguia ahí, pero había cambiado: ya no era una herida que ardía, ni un sello de condena. El símbolo brillaba con dos tonos, fuego y sombra entrelazados en equilibrio, latiendo como un segundo corazón.
Nos incorporamos juntos, tambaleantes y alzamos la vista hacia la claridad. Por primera vez en mi vida, no séntia en mi el peso, ni la rabia, sino calma. —Salimos...—dije con voz ronca—Elara, lo logramos.
Ella corrió hacia mi, abrazándome con una fuerza desesperada, como temiendo que fuera otra ilusión. El calor de nuestras pieles, el latido de su corazón, eran reales.
—Estamos vivos. Y libres.
Elara bajo la mirada hacia la marca en su pecho. El mismo símbolo brillaba allí, idéntico al mío. Pero ya no lo sentía como un grillete. Lo sentía como...parte de mi mismo. Parte de ella.
—La marca cambió— su voz era cargado de asombro—. No nos consume. No nos separa.
Elara me miro, sus labios temblando entre lágrimas y sonrisa. —Porque transformamos. Porque elegimos.
El viendo soplo suave, levantando el polvo de las ruinas del Abismo, que se deshacían lentamente como ceniza arrastrada por la luz. La grieta se cerraba detrás de nosotros, sellando para siempre aquello que había sido nuestra condena.
Le tome la mano con fuerza, sintiendo el peso de siglos de sufrimiento finalmente se había roto. —Los últimos. Y los primeros en ser libres.
El sol terminó de alzarse en el horizonte, bañándonos con un resplandor dorado. Ambos no quedamos allí, abrazados, contemplando un mundo que ahora debíamos redescubrir. El Abismo había terminado. La marca había cambiado. Y con ella, nuestro destino.