Profecía Inconveniente

Prólogo: De nieblas, labios y pelos de gato

La Plaga Oscura no llegó con truenos ni sangre. Llegó con el olor de las flores viejas y un silencio incómodo que obligó al Duque de Vesperia a confesar, en mitad de un banquete, que llevaba peluca y que odiaba secretamente a los caballos.

Para cuando la niebla púrpura cubrió los valles entre Eldoria y Aetheria, el caos era absoluto. Los secretos eran el pegamento de la civilización, y la niebla los estaba disolviendo todos.

—Es un desastre estético —maulló Barnaby, estirando sus patas sobre el Altar de las Eras— La gente no está preparada para la honestidad. Es pegajosa.

Frente a él, los Sumos Sacerdotes de ambos reinos, hombres que normalmente se habrían matado entre ellos, estaban ahora unidos por el pánico y por un pergamino amarillento que vibraba con una luz mortecina.

—¡La profecía, Barnaby! —exclamó el sacerdote de Eldoria, limpiándose el sudor— Dice que solo "dos coronas unidas por una elección libre y un beso nacido del deseo de quedarse" pueden disipar la bruma. Debemos encontrar a los elegidos!

Barnaby, un gato negro de proporciones generosas y ojos del color del oro viejo, bostezó, dejando ver unos colmillos muy poco místicos.

—Y su brillante solución es... ¿un torneo? —Barnaby ladeó la cabeza— ¿Van a hacer que toda la nobleza se chupe la cara hasta que el cielo se aclare? Es degradante. Es absurdo. Me encanta!

—¡Es la única forma! —intervino la sacerdotisa de Aetheria—. La magia de la profecía reaccionará cuando los labios correctos se encuentren. Hemos convocado a todos los solteros de sangre azul. El Torneo de la Concordia empezará en tres días.

Barnaby se puso en pie y caminó con elegancia sobre el mapa de los dos reinos. Se detuvo justo en la frontera, donde la niebla era más espesa.

—Tienen un problema de casting —dijo el gato con voz aterciopelada—. Por un lado, tienen a Theo de Eldoria. Ese chico tiene el corazón tan blindado que dudo que sepa dónde lo guardó. Si lo obligan a besar a alguien, probablemente intente analizar la composición química de la saliva del otro antes de sentir algo.

—El Príncipe Theo es un ejemplo de control —defendió el sacerdote.

—El Príncipe Theo es un trauma con patas —corrigió Barnaby—. Y por el otro lado... Rowan de Aetheria. Pobre criatura. Es tan encantador que da náuseas, pero si se le acaba su reserva de pociones de "Valentía Líquida", se desmayará antes de llegar al altar.

Barnaby se sentó sobre el nombre de Rowan en el mapa, ocultándolo.

—Va a ser un espectáculo espantoso —concluyó el gato, lamiéndose una pata con indiferencia—. Reyes fingiendo, nobles con mal aliento y dos príncipes que se detestan teniendo que decidir si prefieren salvar el mundo o seguir odiándose. Asegúrense de que mi cojín esté en el centro del palco. Si voy a ver cómo el destino hace el ridículo, quiero estar cómodo.

Afuera, la niebla oscura rugió suavemente, acercándose a las murallas del castillo, esperando el primer beso de un torneo que nadie quería ganar.



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Editado: 20.12.2025

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