Profesor

NUEVE

La noche cayó rápido, Aidan fué el último en irse y secuestró mi móvil, por más súplicas que di y vanos intentos de negociación los cuales fracasaron rotundamente, él se salió con la suya, lo pagará caro, lo juro.
Ordeno un poco el desastre que quedó y cierro con seguro la puerta de entrada, me aseguro de que todo esté en su lugar y subo las escaleras a mi habitación, me suelto el cabello y me lanzo boca abajo a mi cama; cansancio es lo que siento pero estoy satisfecha de haber tenido una tarde con mis amigos. 
Mis padres llegaron unos minutos después que terminé de bajar los desperdicios que quedamos de mi pequeña reunión, inmediatamente mamá preparó algo rápido para cenar y como Luke aún no aparece  tuve que darle de comer a Harry. Pobrecito animal, moriría de inanición si no fuera por mí.

—Isabella, ¿Cenarás con nosotros?— mamá me sonríe.

—Ya he comido algo pero les haré compañía— me siento en la isla de la cocina.

—Perfecto, quiero hablar de algo contigo— mi padre toma asiento frente a mí.

Ésto no es bueno. Nada bueno.

—Sobre la beca, me gustaría mucho que te esforzaras al máximo para obtenerla — me observa serio.

—Papá, el profesor James exagera demasiado, yo no tengo cualidades especiales, sólo resolví un cuestionario que se basaba en uno de mis libros favoritos. Es todo— me encojo de hombros.

—Aún cuando fueses así de ordinaria, es una buena oportunidad para que ingreses en una buena universidad— haré de cuenta que no dijo lo primero— Además, tu hermana lo hubiera logrado sin ninguna duda.

Ahí está de nuevo, comparándome con Anny.

—Yo no soy Anny — farfullo molesta.

—Lo sabemos— mamá es quién habla, sé que intenta aliviar el ambiente— Sólo queremos que tomes todas las posibilidades, nada más.

—Lo sé, y lo aprecio, pero como les he dicho antes aún no sé qué es lo que voy a estudiar cuando termine el año o qué es lo que voy a hacer.— me pongo de pie —No tengo prisa, estoy tranquila sabiendo que entraré en la universidad que me proponga.

—¡Pero deja de decir tonterías!— papá me sobresalta— ¡Ni siquiera tienes buenas calificaciones, no eres miembro de ningún club, ni porrista, no haces deporte alguno, no sobresales en nada! ¡Deja de pensar estupideces y acepta ésta beca!

Lo observo indignada, ¡Cómo pudo decir aquello!

¿Acaso no es suficiente que me compare constantemente con ella?

¿Qué confunda mi nombre con el de ella?

¿Qué yo no sea suficiente como ella?

¿Sabes algo padre?

¡No soy ella! ¡No soy Annabella! ¡Mierda! ¿No lo entiendes?

Mi almohada es mi mejor amiga en este instante, me duele todo lo que ha dicho aún cuando sé que es verdad, entierro mi rostro entre los cobertores y lloro en silencio; el retrato de mi hermana está junto a la mesita de noche y por primera vez en un año lo lanzo lejos de mí, no quiero verla, no quiero que me vea, ojalá no fuéramos tan iguales físicamente.

—¿Bella?— la voz de Luke me hace girar la cabeza.— Ay hermanita.

Toma asiento junto a mí, sus brazos rodean mi cuerpo y yo me aprieto aún más contra él, sigo llorando hasta que ya no puedo más. Lentamente me voy calmando, debo obligarme a hacerlo ya que de lo contrario tendré otro de los dichosos ataques asmáticos y es lo que menos quiero. 
Odio tener asma, no me permite hacer nada, ni deportes, además de agitarse o tener emociones fuertes que puedan despertar la falta de aire, tampoco puedo tener una vida social normal ya que debo llevar el dichoso aparatejo conmigo siempre y el bullying y las preguntas bobas siempre están presentes.

Odio el asma, es uno de los errores de mi vida.

Tú eres un error.

Mi mente me recuerda lo que mi padre dice con otras palabras, ¿Será así? ¿Está tan enfadado conmigo?

—Luke— llamo a mi guardián.

—¿Qué ocurre?— acaricia mi cabello.

—¿Papá me odia?— suelto de pronto.

—No Issy, no te odia— suspira.

Cuando teníamos tres años mi padre nos apodó Anny e Issy, para todos en el instituto éramos las hermanas Bella's pero a él le gustaba llamarnos de esa forma tan peculiar y única, todo era maravilloso o al menos no se veía la preferencia que mi progenitor tenía por una de sus hijas; hasta el accidente, esa fatídica noche en que Annabella falleció, esa misma noche todo cambio en mi papá y yo lo noté inmediatamente, sólo que no supe que duraría un año y ahora puedo confirmar que durará toda la vida.

—Debo irme, mañana tengo las primeras clases en la universidad, no te quedes dormida si quieres que te lleve — sonríe y sale de mi habitación.

Tomo mi tablet, la enciendo y pongo algo de música para poder tranquilizarme, unos cuántos temas lentos y mi cuerpo está entrando en la hermosa etapa del sueño, aquella en la que Morfeo me seduce e invita a explorar, dejar un poco el mundo real y disfrutar de la hermosa fantasía nocturna; lo primero que viene a mi adormilada mente es la imagen de él, el hombre que ocupa mis pensamientos últimamente, el hombre que me insita a cometer una locura y al mismo tiempo a darle un giro inesperado a mi vida. Sonrío, aún cuando es un sueño – y estoy consciente de ello– me dejo llevar, porque aquí nada puede salir mal. 




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