Profesor

TRECE

Son las ocho menos cuarto y yo corro por mi habitación en busca de mis útiles escolares, mientras revuelvo entre mis cosas cepillo mi cabello e intento ponerme mis zapatillas.
Una vez terminada la tarea de vestirme y peinarme salgo corriendo de casa como alma que lleva el diablo, el autobús pasó hace cinco minutos, mi hermano no vuelve aún de su gira fiestera de fin de semana; eso significa que tendré que correr como nunca antes en mi vida. 
Atravieso el parque para acortar la distancia, llego a la heladería y doblo a la izquierda en el callejón, ya puedo ver la fachada del instituto.
Subo los peldaños como loca desquiciada y entro al edificio, cuando estoy por doblar en la esquina y llegar así a la clase de cálculo mi cintura es atrapada por unos fuertes brazos.

—Uno de éstos días vas a matarte de un golpe Isabella— Aidan es quién logró atraparme.

—Lo sé, pero llego tarde a mi clase— respondo removiéndome.

—Ya es tarde, cerraron la puerta y hasta que el exámen no acabe nadie puede entrar o salir— me dice encogiéndose de hombros.— Yo también llegué tarde.

—Maldición, mi primer materia reprobada— suspiro apoyando mi cabeza en su pecho. —Puedes soltarme ya, no voy a caerme.

—No me molesta tenerte así Bella—lo oigo hablar mientras acaricia mi cabello.

Subo la vista hasta su rostro, ambos nos miramos por unos segundos. Nunca noté lo bellos que son sus ojos verdes ni lo suave que luce su cabello alborotado y rubio.
Estamos a pocos centímetros del otro y creo que es la primera vez que no me disgusta la cercanía de alguien, ¿Será eso un problema? No te confundas Bella, es tu amigo, de seguro no siente nada por ti. No hagas ésto.
Antes de que pueda decir algo un carraspeo ajeno nos saca del momento, Aidan me suelta y yo me coloco a su lado.

James.

—¿Faltando a sus clases nuevamente? — pregunta irónico.

—Hemos llegado tarde— contesto haciéndole frente.

—¿Los dos juntos? Qué casualidad Srta. Connors— farfulla mirándome y luego a Aidan.

—Con todo respeto, no es a su clase a la que hemos faltado, por lo tanto me parece estúpido que haga ésta escena. A menos que tenga otros motivos, de índole personal— es Aidan quién habla ahora y puedo notar su enfado y molestia.

—No se pase de inteligente Hoult, no será mi clase pero sigo siendo un maestro. Superior a usted.— Y así James fulmina a mi amigo y se marcha sin dejarnos decir algo al respecto.

Ambos nos observamos y desviamos la mirada, acabamos de estar en una situación un tanto extraña debo admitir pero supongo que sólo fué eso. No significa nada. Por otra parte me parece algo infantil la actitud de James, ayer le dije que deseaba pasar con él las horas extracurriculares por así decirle, nos besamos y tuvimos un momento bastante intenso pero parece no serle suficiente ya que hace estas tontas escenas de, ¿Celos? ¿Qué le ocurre? En ningún momento dije que sería algo de él, tampoco etiquetamos lo que supuestamente hemos comenzado por lo que me parece absurdo su comportamiento.

Hombres, territoriales y tontos.

La clase de educación física ha comenzado, mis piernas no pueden más, mi corazón va a explotar y mi cabeza no se cae sólo porque viene adherida.
Hoy nos toca la clase mixta, por lo tanto los muchachos están presentes. Casi todos observan el desubicado escote de Charlotte, por Dios, ¿Qué sus padres no la ven salir así de su casa? ¡Algo de supervisión!
Lucy y Camile se encuentran haciendo ya los abdominales, son excelentes en ésta materia o en cualquier cosa que requiera estado físico. 
¿Y yo? Bueno digamos que el caracol que tenía de mascota cuando tenía seis años era más veloz que yo. Sí, como oyen, mi mascota era un caracol, Ralph.

—¡Corre más rápido Bella! ¡Jamás podrás terminar!— grita Aidan y todos ríen.

—¡Al menos yo no le temo a un hurón! ¡Y no sostengo una chancla en el aire mientras subo a una silla!— suelto riendo.

Las carcajadas de mis compañeros resuenan en todo el gimnasio, Lucy por poco y no se atraganta con el agua que está bebiendo y hasta la profesora Marlin ríe a carcajadas.
Estoy por terminar la quinta vuelta, sólo me falta dos vueltas más y cincuenta abdominales.

¡Dios, moriré hoy mismo!

Antes de poder terminar siento una presión extraña en el pecho, como me falta la respiración, doy grandes bocanadas de aire tratando de mantenerme en calma y no empeorar las cosas pero no llegan hasta mis pulmones. La desesperación se apodera de mí y paro en seco mi trayecto, si estoy en lo cierto es otro ataque de asma, mi vista se está comenzando a nublar y lo único que puedo hacer es intentar acercarme a donde mi bolso se encuentra, me tambaleo un poco, escucho como sonidos extraños salen de mi garganta a causa del esfuerzo que hago para respirar, pero es inútil mis pulmones están cerrados, nada entra y nada sale, ¿Cómo puede suceder tan repentinamente? ¡Cada vez es peor!
Mis amigos están ocupados en sus ejercicios, nadie se inmuta de lo que me ocurre y a unos escasos tres pasos de dónde se encuentra mi bolso caigo al suelo como costal de papas, mi cabeza ha dado de lleno contra el pavimento del gimnasio. Escucho gritos y corridas, quién está prácticamente sobre mí es Aidan, debo decirle o moriré aquí mismo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.