Profesor

DIECISIETE

Me molesta, me molesta mucho.

Las ganas de saltarle encima a ella y arañarle la cara de porcelana que tiene son tan grandes que no puedo disimular mi ira y es que no logro comprender, ¿Acaso no soy yo su "favorita" ahora? ¿Por qué la observa tan descaradamente estando yo presente? ¿Acaso no le he gustado lo suficiente?

¡Despierta Isabella! ¡Claro que no le gustas! ¡Tan sólo mírala! No compites contra alguien así.

Anabella si lo haría.

Sí, Anny lo haría.

—Bella, disimula un poco— me susurra Aidan y me trae de vuelta a la realidad.

—No puedo, ¿Por qué hace ésto? ¿Dónde está su supuesto interés en mí?— digo mirándolo.

—No lo sé nena, quizás sólo eres un pasatiempo— deja de escribir— Escucha, todas sus "conquistas" son eso, sólo diversión.

—Pensé que yo le gustaba— suspiro.

— Bueno... Parece que le gusta más Cassandra— se encoge de hombros Aidan— Ella es mayor y cercana a su edad.

—Y es hermosa, no puedo competir con ella— quiero llorar de rabia, impotencia.

La campana del receso suena y yo salgo lo más rápido del salón, paso por al lado de Cassandra y evito ver a mi profesor.
Llego a mi casillero, dejo mi chaqueta y emprendo la huida al jardín del instituto. Necesito aire y un ​lugar donde nadie vea mis penas. 
Camino rápido, mis ojos están aguados y no quiero llorar.

No por él.

¿Por qué?

Oh, vamos Isabella, sabías que ésto iba a pasar y te hiciste ilusiones igual, debías saber que tarde o temprano te botaría.

Sucede que no pensé que fuera tan pronto.

—¡Bella detente!— siento como toman mi mano.

—Vete Aidan— hablo en voz baja, poco más y sabrá que estoy llorando.

—Bella, no llores. No lo vale, deja de hacerte ésto — me abraza.

—¡Oh, Aidan!— sollozo correspondiendo a su abrazo.— Jamás podré competir con ella, es hermosa y perfecta.

—Pffff... Eso no es cierto, tú eres hermosa, divertida, comprensiva, tienes unos ojos como el cielo mismo, con la sonrisa más sincera que hay y amo como tú cabello se revuelve en el viento y aún así sigue viéndose increíble— me sonríe.

—¿Lo dices en serio?— observo a mi amigo secando las lágrimas con mi mano.

—Es la pura verdad Bella— sonríe seguro de lo que dice — Y me salvaste de un hurón.

Río por su comentario y beso su mejilla, me ha echo sentir muy bien y un poco más segura de mí misma. 
Volvemos a la cafetería, tomo un sandwich y un jugo de naranja, tomo mis vitaminas y me distraigo escuchando los chismes de las mellizas.
Toco el bolsillo de mi pantalón, me percato que mi móvil y el odioso aparato de mi asma han quedado en mi casillero– y me invade la preocupación ya que desde el episodio en deportes siento miedo de no tener mi inhalador cerca–, más precisamente dentro de mi chaqueta. Salgo lo más rápido que puedo de la cafetería, la avalancha de adolescentes casi me sepulta pero logro sobrevivir, llego hasta mi casillero y antes de poder abrirlo siento que me observan.

—¿Qué quieres James?— farfullo volteando y confirmando que es él.

—¿Estás bien?— pregunta serio.

—Lo estoy— respondo seca.

—¿Por qué llorabas? Te ví con Hoult— dice mirándome de arriba a abajo.

—Me sentía mal pero él me ayudó, me hizo sentir muy bien — musito tratando de irme.

—Espera— coloca sus manos a cada lado de mi cuerpo, sobre el casillero dejándome así sin salida.— Si es por Cassandra, sólo está aquí por un proyecto.

—No me interesa, no tienes que darme explicaciones— respondo desviando la mirada— Vine por mi aparato y ya me voy.

—¿Te falta el aire?— pregunta preocupado, me confunde.

—No, sólo es por precaución— observo sus bellos ojos marrones.

—Yo te puedo dar aire Bella— habla en un susurro muy cerca de mi.

Ambos nos observamos, puedo escuchar su respiración, el golpeteo que dan los corazones de ambos por la situación. Se acerca aún más a mí, sus manos están sobre mi cintura y mi piel se eriza por su cercanía, no puedo evitarlo, no quiero evitarlo.
Poso mis manos en su pecho, observo sus labios entreabiertos, ni siquiera me importa el echo de que estamos en pleno pasillo del instituto, que en cualquier momento puede llegar un profesor, el director o algún alumno, ni mencionar la llegada de algún padre y tampoco el hecho de que su ex alumna esté aquí. No, no me importa, sólo quiero tenerlo aquí y ahora, para mí y me encantaría poder hacérselo ver a la estúpida de Cassandra.

—Ya bésame James— susurro casi en una súplica.

Entonces lo hace, me besa cómo sólo él sabe hacerlo, tan suave y dulce y a la vez fogoso y demandante. Me hace sentir cosquillas en el estómago, que la piel de mi nuca se erice, que desee hacer con él mucho más que sólo un par de besos fogosos. Quiero que me toque y quiero poder tocarlo, disfrutarlo a mi manera, que vea que yo también puedo divertirme con él, porque éste acuerdo es de los dos y pienso hacerlo valer. Definitivamente es lo que quiero, ahora más que nunca sé lo que quiero, y es a él. 
Rodeo su cuello con mis brazos y dejo que me estreche contra él de la manera que quiera, se separa de mi a regañadientes y pone distancia entre nuestros cuerpos.




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