Después de una ducha – separados– comemos algo en la cocina, observo el lugar a detalle y puedo jurar que no vive aquí, todo demasiado ordenado y pulcro, tan blanco y frío que no parece el lugar donde habite una persona, ni siquiera es un hogar para una mascota, es sencillamente... Frío. Desolado.
—¿No vives aquí verdad?— pregunto dejando mi sandwich.
—No, aquí vengo cuando... Tengo a alguien en mente — habla desinteresado.
—Okey... — susurro no muy convencida de lo que su respuesta me produce. —¿Podemos seguro charlando?
—Bien— se encoge de hombros y yo me emociono — Pregunta.
—¿Qué ocurrió con Blair Hoult?— pregunto interesada.
Inmediatamente su mandíbula se aprieta, está tenso y ha dejado de comer para verme fijamente, en lo más profundo de mi sé que he tocado un punto sensible en él y me arrepiento de ésta estúpida curiosidad que me caracteriza.
—¿Dónde has oído eso? ¿Quién te ha dicho ese nombre?— pregunta algo molesto.
—Estuve en casa de Aidan... Él y su hermana me hablaron y quería saber tu versión de los hechos...— digo sin poder terminar la frase.
—¡Con que el mocoso te fué con el chisme! — se pone de pie —¡Maldito niño entrometido!
Me pongo de pie sorprendida, en verdad se tienen mucha aversión ellos dos.
—¿Qué te dijo él y la zorra de su hermana?— me observa serio pero su mirada expresa todo el odio y la furia que tiene.
—¡No hables así de ella! — espeto —¡Ten algo de respeto! ¡Es una mujer!
—¿¡Y que hay del respeto que debía tenerme a mi!?— protesta y me encojo —¡Se burló de mí como quiso, de la peor manera, para dárselas de víctima cuando corté de tajo esa enfermiza relación!
—Yo no lo sabía... Sólo quería... — balbuceo nerviosa.
—¡Claro que no sabías! ¡Nadie sabe nada y sin embargo hablan de mi vida cómo se les viene en gana!— farfulla.
—L-Lo lamento— susurro culpable.
—Vé por tus cosas, te llevaré a casa — suelta saliendo de la cocina y dejándome echa un manojo de nervios, culpa...
James pov
Llego cansado a mi apartamento luego de dejar a Isabella cerca de su casa, no hablamos en todo el camino y me despedí de ella de manera seca e indiferente, en verdad logró sacarme de mis cabales con sólo la mención de los Hoult, todo lo que ocurrió con Blair me golpea de lleno en la memoria y la odio aún más por lo que hizo, a ella, a mi madre, a mi padre, a mi hermano, a todos...
Abro la puerta y al ingresar a lo que suelo llamar hogar quién me recibe es Chuck, mi gato siamés, se frota contra mis pies y ronronea mientras me observa, de seguro tiene hambre.
Luego de alimentar al gato tomo un baño caliente y me relajo en la bañera, la espuma desborda y el vapor del agua caliente me deja una visión borrosa de la blanca habitación en la que me encuentro.
La puerta se abre ligeramente y un cuidadoso Chuck entra meneando su cola.
—Hola amigo— digo observándolo.
—Meow— maulla sentándose sobre mi ropa.
—¿Me extrañaste?— suelto sonriendo e intentando tocar su cabecita.
No contesta. Ni un simple maullido sale de su boca, gato engreído, seguro viene a pedir algo, si no es cariño es comida. No sé de qué me quejo, yo soy igual. Cuando dicen que las mascotas se parecen a sus dueños no mienten.
—Bien, creo que te toca un baño— mascullo sonriendole con algo de malicia.
Acto seguido salta al suelo y con elegancia sale corriendo del baño, río por ésto y procedo a tomar mi móvil. Tengo varias llamadas perdidas de Cassandra y un mensaje que dice si quiero pasar por su casa. Si lo pienso un poco es tentador, pero a quién quiero en éstos momentos conmigo en la cama es a mi alumna; a Isabella, aún cuando me he enojado con ella hace unas horas, aún cuando sé que no ha sido su intención dañarme.
Recordar su rostro me hace suspirar, su delgado cuerpo, su sonrisa pícara y esa maldita manera de ponerme loco que tiene, ni siquiera sé cómo lo hace. Qué mocosa tan peculiar, no me extraña que su amigo esté perdidamente enamorado de ella, aunque él lo niegue y ella no lo vea, yo soy mayor y hay cosas que con el tiempo aprendes a detectar con sólo una simple mirada.
La molesta melodía de mi móvil comienza a sonar y me saca de mis preciados pensamientos, lo tomo y el nombre de ella aparece en la pantalla; Cassandra.
—Hola preciosa— digo atendiendo.
—Hola bombón, tengo una fiesta en mi casa y me encantaría que vinieras— habla con la voz más sexy que he escuchado.
—No lo sé, estoy cansado, hace unos momentos he llegado del instituto— miento bostezando, me lleva el sueño.
—¡Oh, vamos!— se queja— Ven a relajarte, tomas unos tragos y yo me encargo de hacer que el cansancio se vaya y tú sabes de qué manera lo hago.
Editado: 11.01.2019