Profesor

VEINTITRES

Sigo parada frente a una de las tantas puertas del pasillo, los sonidos que escucho me dejan pasmada. Reconozco la voz de James hablando con alguien, ¿Qué hace él aquí? Luego recuerdo que la casa es de Cassandra, debí suponerlo. Dios, que rabia tengo, ¿Por qué con ella? ¿Por qué ella?

De pronto sucede lo impensado, la puerta se abre y un risueño James está frente a mi; sorprendido me observa y yo no sé qué decir. 
Cassandra asoma su gatuna sonrisa y me observa de arriba a abajo.

—¡Hola Isabella!— suelta abrazándome— ¡Te ves hermosa!

—No tanto como tú—  fuerzo una sonrisa.

—¿Estás sola?— pregunta aún sonriendo, luce maravillosa.

—Vine con mi hermano, pero desapareció con una chica y quería que me lleve a casa— desvío la mirada apenada, James sigue viéndome sin hablar.

—Nada de eso, yo haré que te diviertas como se debe. Tienes un lindo cuerpo a pesar de ser delgada, seguro alguien querría bailar contigo— toma mi mano y me arrastra con ella.

Volvemos a la sala de baile, el caos de antes ha aumentado y todos parecen querer ligar con todos, bailan, beben, ríen y parece que no tuvieran clases al día siguiente, al parecer la universidad es bastante entretenida. 
Cassandra tiende un vaso verde con un líquido algo espumoso en mi dirección, dudo si beberlo, el grupo en el que me encuentro me observa esperando que lo haga.
James es parte del grupo, son mayores que yo, tal vez de la edad de mi hermano en adelante, cabe destacar que Luke tiene veinte años.

Los observo detenidamente, junto a Cassandra hay dos chicas, una rubia y una pelirroja, ambas son voluminosas y traen atuendos que no dejan nada a la imaginación. 
Junto a James hay un chico pelinegro, por su rostro tal vez es el menor del grupo y me observa detenidamente, le sostengo la mirada y me sonríe, lo imito y luego bebo mi trago. Frío, raspa mi garganta pero se siente bien, muy bien. 
La música resuena en todo el lugar, las luces de colores le dan al lugar un toque sensual, las canciones que suenan me encantan y mi cuerpo pide a gritos que me mueva en la pista de baile. A mi lado las dos chicas, rubia y peliroja están entretenidas platicando y la morena dueña de casa está enroscada en James mientras bailan.

—¿Bailas?—  el pelinegro de hace unos momentos me sonríe.

—Claro, seguro— tomo su mano y me conduce hasta la pista, y noto como mi querido profesor nos observa de reojo.

—¿Cuál es tú nombre?— pregunta en mi oído.

—Isabella— respondo sonriéndole.

—Soy Jack, y tú pequeña Bella serás mi bailarina ésta noche— musita sonriendome, no me extraña en realidad, a todos les gustaría irse a casa con una conquista.

—Ten cuidado de no ser tú el pequeño aquí— respondo viéndolo inocentemente.

Ríe y nos movemos al compás de la música, ahora que lo tengo más cerca estoy segura que tiene ojos color gris, su piel es muy blanca y contrasta con su cabello azabache.
Me toma por la cintura y me acerca a él aún más, siento sus labios cerca de mi cuello y me produce cosquillas lo que me hace reír un poco. Desvío la mirada y James está sentado en la barra con su trago, observandome y luce muy molesto, ¿Celoso? ¡Ja! No me haré problema por él, tiene a su querida morena y yo a mi pelinegro, aunque me gustaría que fuera él quien bailara conmigo.

Vuelvo la mirada hacia Jack quién apenas tiene oportunidad me besa, de manera sorpresiva, al principio dudo si corresponderle pero a éstas alturas y con el alcohol en mi sistema no quiero ponerme a pensar las cosas.
Rodeo su cuello con mis brazos, posa sus manos en mi cintura y me aprieta contra su cuerpo. 
Siendo sincera no besa nada mal, al contrario, besa bastante bien pero por alguna extraña razón llegó a mi mente el recuerdo de Aidan besándome, quizás porque él también es pelinegro sólo que tiene hermosos ojos color azul, como el océano.

—Perdona— susurro separándome —No puedo...

—¿Por qué?— me observa— ¿Te hice sentir incómoda?

—No, no eres tú, yo... Yo simplemente no puedo — y me alejo de él.

Busco mi bolso y salgo de la casa, camino rápido por el camino de flores que hay en el jardín, me dirijo a la entrada y sólo pienso en una cosa; Aidan. 
¿Por qué? ¿Por qué me besó? ¿Por qué estoy confundida? ¿Por qué no puedo sólo pensar en James? 
El mareo hace acto de presencia y caigo al césped, quedo boca arriba y observo el cielo estrellado. Debería haberme quedado en casa leyendo Hush Hush y babeando por Patch, si no hubiera venido Aidan no me hubiera besado, no tendría celos de Cassandra, no estaría tan confundida como estoy ahora y creo que lo peor de todo es, que mi cuerpo me pide a gritos una caricia de James. Así es, me siento como una estúpida, una estúpida que quiere a un idiota.

¡Por el amor de Dios Isabella! ¡Es sólo un hombre!

Sí, un hombre lejos de ser común.




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