Profesor

TREINTA

Lunes por la mañana, mi cabeza no da más de dolor, el baile del viernes dejó secuelas en mí y si tenemos en cuenta que no he bebi mucho – al menos no en comparación con Camile y Lucy– la he sacado medianamente bien. 
Salgo de ducharme y mientras busco ropa que ponerme un retrato cae de la parte de arriba de mi armario, absorta en mis pensamientos lo tomo y observo, me choca la imagen que veo. Hacía mucho tiempo que no veía un retrato de ambas, se ve tan feliz a mi lado en la foto, tan divertida tomada de mi mano, con tanta vida por delante y yo se la quité. 
Dejo que mis lágrimas caigan lentamente, en unos días ambas cumpliríamos dieciocho años, habíamos planeado éste día tantas veces, teníamos una lista de lo que haríamos, a donde viajariamos, y la fiesta que tendría lugar en la casa.

—Te extraño tanto Anabella— susurro.

Anabella siempre cuidó de mí, incluso en el momento en que nacimos dándome paso primero, lo que hacen los hermanos mayores en caso de gemelos o mellizos.
Todo lo hacíamos juntas, no había nada que no pudiéramos hacer estando una con la otra. Parecía que todo era mucho más fácil con ella, éramos invencibles, si una caía la otra estaba allí para levantarla, ella me asombraba con su hermosa capacidad de inventar historias y luego citarlas antes de dormir o crear juegos cuando yo estaba enferma y debía quedarme en cama.

Luego del accidente no volví a ver fotos de ella, mamá las guardó prácticamente todas y papá nunca más volvió a mencionar nada del tema, como si nunca hubiera pasado... Como si nunca hubiera existido.
Luke y yo la recordamos constantemente, más que nada yo. Últimamente la he tenido presente pues mi cumpleaños​ se acerca y me aterra, será el primer año sin ella. Sin mi hermana, mi amiga, mi compañera, mi otra mitad, mi complemento, mi gemela.

—No llores Bella— Luke me sostiene con fuerza contra su pecho.

—Lo lamento, no pude evitarlo— sollozo secando mis lágrimas.

—Tranquila, de vez en cuando es bueno y necesario que saques lo que guardas dentro— suspira.

Luke siempre trata de que le cuente cómo me siento pero no puedo, no quiero, no porque él no pueda entenderme sino porque intento que mis pesadillas queden sólo en mi mente, no quiero quebrarme frente a él y llorar como si nunca lo hubiera hecho, quiero ser fuerte, quiero seguir adelante con mi vida y no podré hacerlo mientras esté en éste estado de tristeza y culpa.
Me pongo de pie, guardo la foto junto a todo lo que cayó del armario y procedo a vestirme, Luke me deja sola unos instantes y pronto estoy lista para ir a la escuela.

Entro en la cocina dónde mi desayuno me espera; una rebanada de pastel de chocolate y un vaso con licuado de banana, mi madre me consiente demasiado pero lo adoro. Papá se ha marchado hace unos días a su habitual junta de trabajo, ese hombre vive por su empresa pero no lo culpo, le llevó mucho tiempos invertido tener lo que ha logrado.  
Tomo el resto de mis cosas y salgo de casa, mis amigas me esperan en la cuadra siguiente y seguimos juntas el camino al instituto.
Camile me comenta lo bien que la pasó la noche del baile con su pareja, el chico parece estar enamorado de mi amiga e hizo que su noche fuera inolvidable. Por otra parte Lucy ha estado demasiado callada el resto del trayecto, la noche del baile la ví irse muy mal y llorando. No he querido preguntar nada pues si no desea contar por voluntad propia mucho menos lo hará si le preguntas, tal vez su pareja fué un idiota, o tomó demás, no lo sé. 
Llegamos justo a tiempo, la campana suena y da aviso que las clases​ deben comenzar. Me despido de las chicas y me dirijo a mi casillero, libros y mis cuadernos son lo que necesito para las primeras dos clases del día. Siento que me observan, al voltear encuentro a James demasiado cerca de mi.

—Buenos días profesor— digo algo nerviosa.

—Buenos días Isabella— responde serio pero veo que se muere  por besarme y yo a él, pero no puedo hacerlo cuando el rostro de Aidan aparece en mi mente a cada segundo—  He notado que tus calificaciones en mi asignatura han bajado.

—Si, el último trabajo que asignó fué bastante difícil— siendo sincera, en verdad me costó terminarlo.

—Eres muy capaz de hacerlo Bella, por lo tanto quisiera hablar con tus padres— sonríe.

Hijo de...

—¿Qué? ¿Mis padres? No es necesario, sólo bajé un poco en un sólo trabajo y no estoy reprobada— lo enfrento.

—Si esperas conseguir la beca de la que hable con tus padres debes tener las mejores calificaciones y con el chico Hoult a tu alrededor dudo mucho que puedas alcanzarlas— dice aún sonriendome.

—Puedo hacerlo, Aidan no tiene nada que ver con ésto. Sé que si me asigna un nuevo trabajo lo tendré listo en tiempo y forma y con la mejor calificación— hablo segura de mí misma, sé que puedo con ésto.

—Bien, te espero en el salón de arte el viernes a las tres en punto, tendré tu trabajo listo para dártelo y necesito que me digas si asistirás a Nueva York  conmigo — sin esperar mi respuesta desaparece de mi vista.




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