Profesor

TREINTA Y CINCO

Hace más de media hora que Paul no me quita los ojos de encima, James da la clase como si nada sucediera, como si no le importara mientras que Cassandra habla con Charlotte y sus amigas.

No puedo seguir así, me pone demasiado nerviosa.

Me incorporo, tomo una fuerte inhalación sabiendo que no servirá de nada y disculpándome con el profesor salgo a toda prisa del salón. 
Salgo de la escuela rápidamente, prácticamente estoy corriendo por las calles como una loca y la verdad es que no me importa. Estoy más que segura que Paul sabe sobre James y yo, sabe que algo tuvimos y el miedo se apodera de mí. No sólo por lo que pueda pasarnos a ambos sino también qué sucederá si Aidan se entera de nuestro último encuentro.

Desesperación. Esa es la palabra. Corre por mis venas y se instala en ​mi sistema de una manera abrumadora, respiro con dificultad y me detengo abruptamente en busca de mi inhalador, rebusco entre las cosas de mi bolso y parece no querer aparecer; lo doy por perdido y reanudo la carrera aún más rápido que antes.
Diviso mi casa y siento como el aire deja de pasar por mi tráquea, estoy perdida. Caigo al suelo y allí me quedo, ni siquiera intento ponerme de pie o avanzar a rastras a mi casa; no, ya no importa. Quizás así los problemas terminen...

Qué cobarde eres.

Lo sé.

Escucho extraños pasos y frente a mí aparece el rostro de mi padre preocupado, me toma en brazos y coloca el aparato en mi boca, dos disparos y el alivio llega de manera milagrosa.
Cierro los ojos sabiendo que ya estoy bien, que estoy segura en los brazos de papá. Él siempre carga un inhalador al igual que Luke, por emergencia.

Abro mis párpados lentamente, la habitación con poca iluminación me recibe y doy por sentado que estoy en casa. Me incorporo, sobre la mesita de noche hay un té de frutilla y unas galletas; mi mamá es muy considerada. 
La puerta se abre con cuidado y ellos aparecen en mi campo de visión, papá y mamá, seguidos por Luke.

—¿Cómo te sientes pequeña?— papá me abraza, sé que ha estado muy preocupado.

—Estoy bien, algo cansada— respondo sonriendole a mi madre.

—Debes llevar tu inhalador siempre Isabella, papá no te salvará en cada oportunidad— Luke es quién me reprende y yo sólo asiento.

—Bien, iremos a comprar lo necesario para la cena, Luke te cuidará— mamá besa mi frente y sale de la habitación seguido de papá que me guiña un ojo.

—De acuerdo, Bella, ¿Qué fué lo que pasó?— pregunta serio mi hermano.

—Nada, sólo tuve un mal día y corrí de regreso a casa, es cuando me dió otro ataque— explico encongiendome de hombros sabiendo que omito algo importante.

—Bien— habla no muy convencido.— Estaré en mi habitación, llámame si me necesitas.

Asiento y lo veo salir de mi cuarto, me tiro entre mis almohadas y suspiro. Mi móvil suena y procedo a ver los mensajes, la mayoría son de Aidan preguntándome si estoy bien y porqué me fuí; cubro mi rostro con la almohada y grito en busca de un poco de paz interior.
La puerta de entrada es tocada, sabiendo que Luke no revisará quién es me encamino a ella. Bajo las escaleras y observo por la ventana, allí parado frente a mi casa se encuentra James.

—¿Pero qué haces aquí?—digo enojada y sorprendida.

—Quería saber​ cómo estabas, saliste corriendo de mi clase— responde serio.

—Estoy... Asustada. Tu hermano sabe algo o lo intuye— suspiro cruzandome de brazos.

—Asique sabes que es mi hermano— rueda los ojos molesto.

—Cómo no saberlo, ustedes son iguales— le sonrío.

—Haré de cuenta que no dijiste eso — responde aún más molesto​.

Lo observo unos minutos, luce malhumorado y agotado; me carcome las ganas de preguntar qué ocurre con él, qué le pasa pero contengo la lengua y aparto la mirada.

—Quería pedirte perdón—dice al fin. —No debí decirte esas cosas en el salón de arte. No estuvo bien ni correcto, Bella no puedo sacarte de mi mente. Estás en ella todo el tiempo, y me estás volviendo loco.

—James no sigas, sabes que está mal, no podemos.— digo retrocediendo. —Ya rompimos muchas reglas, hicimos lo que quisimos, nos divertimos, pero nos hará daño tarde o temprano y no funcionará.

—Busquemos la manera— pide y yo intento no llorar.

—No puedo, es lo mejor para ambos... Si tan sólo hubieras seguido tu regla ... — susurró al borde del llanto.

Escucho algunos pasos, volteo hacia la derecha y veo a Aidan. Está serio, enojado y no sé cuánto tiempo estuvo allí parado ni cuánto ha escuchado. Se acerca a mí y tomándome de la mano me empuja hacia el interior de la casa. James toma mi mano libre y me jala en su dirección y aquí me encuentro, en ésta absurda situación; dos chicos que me arrancarán los brazos literalmente por su pelea de territorio.

—Lárgate James— Aidan lo enfrenta empujándolo.




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