Profesor

TREINTA Y SEIS

Me encuentro en el hospital con mis padres. Mamá me observa preocupada y papá me fulmina con la mirada, Luke se quedó en casa por si algo sucedía; mi mano tiene un leve esguince pero duele como mil infiernos, Aidan tiene el labio partido y su padre vino por él; debo decir que casi lo mata cuando lo vió. El padre de Aidan me da miedo a veces. 
James tiene el tabique de la nariz fracturado por lo que lleva bastante rato con las enfermeras.

—Muy bien, Isabella quiero saber qué sucedió.— papá luce bastante molesto.

—Bueno.. Verás ...—no se me ocurre nada.

Mi mente está en blanco, es como si hubiera dejado de funcionar. Intento obtener una escusa creíble pero nada, laguna mental.

—Fué mi culpa— escucho desde detrás. Volteo y Aidan se encuentra parado junto a su padre, ambos se acercan a nosotros y saludan a mis padres. —No me llevo bien con el profesor Lombardi asique no suelo escuchar sus regaños, él fué a ver a Bella para informale que necesitaba ponerse en contacto conmigo por mi comportamiento. Me enojé mucho al verlo ahí, no me agrada y bueno, terminamos peleando. El profesor se defendió de mí.

—Hablaremos de ésto cuando estemos en casa con tu madre— el señor Hoult está muy enojado.

—Lo mismo para ti, Isabella.— dice mi progenitor —Tu hermana estaría decepcionada, yo estoy decepcionado. — ¿Qué? No puedo creer lo que oigo, no pensé que fuera a decir eso pero lo hizo.

Aidan me sonríe en secreto, su mentira parece habernos salvado el pellejo a todos, habló por mi e invento algo rápidamente que – dentro de todo– también lo sacó de un problema mayor. Y no sólo eso, estaba cubriendo a James también - supongo que por mí- lo cual agradezco. 
Nuestros padres hablan entre ellos, sin mencionar todo lo que dicen de nosotros –los irresponsables de sus hijos – y luego se disculpan con el señor Lombardi quién sólo asiente y me observa de reojo.

Aidan pov.

Estoy más que furioso, si no estuvieran los adultos presentes juro que me lanzaría sobre él una vez más, este hombre nunca cambia. Probablemente termine peor que ahora pero no me molesta, este tipo ya me tiene harto. Isabella es mi novia, ¿Qué no lo entiende? Parece que no, tendré que seguir explicándole a golpes al muy desgraciado.
Mi móvil comienza a vibrar en mi bolsillo, lo tomo y veo que es una llamada de Lucy.

—Hola Lucy— musito algo cansado.

—¿Aidan? Llamé a tu casa y tu madre dijo que estabas en el hospital.— suena preocupada.

—Si, tuve una pelea con James cuando llegue a casa de Bella— explico.

Escucho silencio absoluto, me parece extraño ya que ella no suele estar callada por teléfono. Qué raro, ella suspira sonoramente.

—Escucha Aidan, te enviaré una foto y por favor piensa lo que harás. Estás dando mucho sin recibir nada a cambio. — dice y yo no entiendo a qué se refiere.

—¿De qué hablas Lu?— me pongo de pie.

—Sólo espera la foto, ésto sucedió hace una semana más o menos. En el salón de arte. — aclara.

Acto seguido corta la llamada. Intriga es lo que me carcome pero me relajo esperando que mi padre firme algunos papales para poder retirarme. Me duele la cabeza y el ojo me punza de manera atroz, suspiro y mi móvil vibra de nuevo.
Veo que es un mensaje de mi amiga, al abrirlo una foto comienza a descargarse y yo espero paciente para verla. 
Y allí lo veo, no puedo creerlo, mis ojos se abren a más no poder, la realización me golpea con rudeza; el enojo y la decepción me invaden. Observo al frente, Bella habla con sus padres y les sonríe confiada y tranquila, ¿Cómo puede ser tan falsa? ¿Tan cruel? Yo defendiendola y ella entregada a él una vez más, lo que más me duele es que aún estando en una relación conmigo prefiere tenerlo a él. Frustrado y abatido me pongo de pie, camino por el pasillo, quiero irme a casa.

—¡Aidan!— su voz me molesta en estos momentos. Volteo a verla.

—¿Qué quieres?— digo con desdén, no puedo evitarlo.

—¿Qué ocurre? ¿Está todo bien?— me pregunta de manera inocente, qué buena actriz es.

—Nada, ¿Qué puede ocurrir? ¡Oh, no sé, tal vez que mi novia me engaña!— suelto de repente.

Sus ojos se abren y me observa sin decir nada. No entiende. A veces puede ser un poco tonta.
Saco mi móvil y le enseño la fotografia, lleva sus manos a su boca y me mira con desesperación.

—¿Creiste que no me enteraría?— río sarcástico— ¡Sorpresa! Ya me enteré.

—Aidan, no es lo que parece.— dice negando.

—¡No me mientas! ¡Ya no me mientas más!— suelto exasperado y todos nos observan —Isabella, ¿Cómo pudiste? Pensé que había algo importante entre nosotros.

—¡Lo hay!— derrama algunas lágrimas— Déjame explicarte.

—No. No quiero oír tus palabras, ¡Ya basta de éste estúpido juego! ¡Decide!— digo marchandome de allí.

No quiero verla ni escucharla.




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