Profesor

TREINTA Y SIETE

—¡Aidan!— golpeo la puerta de su casa con insistencia —¡Aidan, abre por favor!

Escucho algunos ruidos provenientes del interior del hogar, la puerta se abrió rápidamente y las hermanas del pelinegro me recibieron.

—¿Bella? ¿Qué ocurre?— pregunta Blair.

—¿Está tu hermano aquí?— observo hacia adentro.

—No, no ha vuelto, creí que estaba contigo en el hospital, mis papás fueron hacia allá — me observa confundida.

—¿Qué haces aquí?— escucho su voz desde la acera.

Volteo, Aidan camina hacia mí sumamente molesto, me destroza por dentro saber que piensa cualquier tipo de escenario en los que yo de seguro soy la mala de la película, suspiro lentamente y me acerco a él.

—Déjame explicarte— demando.

—¿Explicar qué? ¡No soy estúpido Isabella!— masculla.

—¡Las cosas no son cómo tú piensas!— ruedo los ojos, debo hacer que me escuche.

—¿Ah no?— eleva una ceja incrédulo— ¿Acaso no estabas besándote con ... Él?— observa disimuladamente detrás de mí, sé que ha omitido el nombre de nuestro maestro sólo porque sus hermanas nos observan.

—¡Si! — gesticulo — Pero no es como la fotografía lo muestra, yo le dije que...

—¡No quiero oírlo!— grita —Te confesé lo que sentía por tí, te he esperado y he tenido paciencia para no saltarle a la cara a ese tipo y sacarle los dientes, cuando dijiste que sentías cosas por mi creí que tendría alguno oportunidad, que eras sincera... Pero sólo has estado jugando conmigo, mientras intentamos formar algo tú y yo también vas y te lo... — contiene el aliento, sé que no quiere decir algo inapropiado, sé que no quiere decir cosas que podrían herirme.

—Aidan, por favor, sólo... Escúchame— pido acercándome.

—Vete— suspira y devia la mirada —No quiero verte ahora, ni escucharte Isabella.

—Pero... — jadeo conteniendo la respiración.

No quiero irme, pero es lo mejor por el momento. Volteo con cuidado, sus hermanas me ven confundidas, les sonrío a modo de despedida y paso por su lado rápidamente. Camino tan a prisa como mis pies me lo permiten, contengo las lágrimas hasta que mi visión se vuelve acuosa, pestañeo varias veces y finalmente sollozo dejando caer el mar cálido que brota de mis ojos; tomo el inhalador de mi bolsillo y lo llevo a mi boca dando dos disparos e inhalando hondo.

Cálmate, no quieres ir al hospital por esto, ¿Verdad?

Busco en el móvil el número que necesito, quiero hablar con alguien que no me juzgue y que pueda darme la tranquilidad que necesito, dudo unos segundos pero pronto me veo tecleando un mensaje para él, no quiero llamarlo de pronto e importunar.

Yo.
Necesito alguien con quién llorar, ¿Puedes?

Espero unos minutos mientras llego a la plaza municipal, me tiendo bajo un árbol y observo las nubes pasar, mi vida ha cambiado tanto en tan poco tiempo que no sé cómo manejarlo, soy consciente de que podría haber tomado otras decisiones, podría haber sido una alumna promedio más, podría haber sido una más del montón pero preferí ser más que eso y no me arrepiento. 
Entra un nuevo mensaje y mi móvil suena con el timbre de una gota cayendo.

Cameron.
¿Qué sucede Bell? Dame diez minutos y te marco.

Suspiro, espero impaciente a que los minutos pasen y la conversación que tuve con Aidan se reproduce una y otra vez en mi mente. 
Pronto recibo la llamada de Cameron, me incorporo y atiendo.

—Hola... — saludo algo cohibida.

Hola Bella, ¿Estás bien? ¿Qué ocurre?— pregunta tranquilo.

—¿Estás libre? No quiero molestarte— suspiro.

—No hay problema, ahora dime, ¿Qué aqueja a su majestad?— el aire solemne con el que habla me hace reír.

—Es complicado, ¿Sabes? Yo... Te contaré toda la historia pero sólo escucha hasta el final, ¿Si?— escucho un sonido de aceptación y comienzo mi relato.

Han pasado unos veinte minutos en los que sólo yo he hablado, en los que he expuesto todo lo que ha ocurrido en mi vida desde que llegué a Chicago, sé que Cameron no va a juzgarme y que es el único que puede opinar de manera objetiva.

Bien, estás bien jodida — ríe —Tranquila, no has cometido ningún pecado, creo que lo mejor es alejarte de tu maestro, volver a ser alumna y profesor y pretender que nada jamás pasó con ustedes.— suspira —Si él insiste debes ser fuerte, trata de llevar la situación y recuerda que no falta tanto para que el año escolar termine y luego de eso... ¡Hola Universidad!

—¿Qué hay con Aidan? ¿Crees que arruiné todo?— pregunto algo triste.

No, creo que él tiene derecho a estar enojado y a desconfiar, si bien no es bueno que la desconfianza sea hacia tí tienes que entender que la historia de esos dos es mala desde el inicio, por ello su arrebato— se mantiene en silencio —Dale tiempo, espera a que ambos estén calmados, tranquilos, que la tormenta pase y búscalo, no esperes a que tú chico vaya tras de tí, nosotros también necesitamos sentirnos queridos Bella. Estoy seguro de que cuando le expliques todo como a mí lo entenderá, y sino pues que pendejo.




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