Desesperación, eso es lo que siento al llegar al instituto. Desde el auto puedo ver todas las paredes empapeladas de arriba a abajo con fotos mías y de James, en la mayoría estamos juntos ya sea besándonos o en situaciones demasiado comprometedoras e incluso vergonzosas.
Bajo lentamente del coche, mis ojos no se abren más porque eso no es posible o saldrían rodando de sus cuencas, comienzo a temblar por los nervios, todos los maestros observan las fotos y me miran, los alumnos cuchichean, se ríen de mí, me gritan groserías diciendo cosas poco propias de una señorita, me observan malintencionados y me señalan con el dedo.
Veo al director ir y venir quitando todos los papeles de las paredes pero eso es en vano pues desde el techo del edificio lanzan pancartas con más y más fotos, por las ventanas puedo ver que cada salón tiene la misma cantidad de fotografía o más que las que están siendo lanzadas.
Una bandera del tamaño de una grada de estadio de fútbol se abre en pleno lugar y mi fotografía con James el día que estuvimos en el salón de arte es expuesta, me siento mal, muy mal, quiero llorar, desaparecer, morir...
—¿Pero qué carajos Isabella?— mi hermano no puede con lo que ve, su aspecto me produce pavor.
Me invade la vergüenza, me observa confundido, asqueado, pero sobre todo decepcionado. No dice nada y toma su móvil, es obvio que llamara a nuestros padres y yo quiero morir, quiero despertar de esta pesadilla, quiero que todo acabe ahora.
Corro hacia el estacionamiento, estoy segura de que James aún no lo ha visto y que cuando lo haga tendrá un posible ataque o yo lo tendré.
—¡James!— grito a todo pulmón cuando lo veo bajar de su motocicleta.
—¿Bella?— me observa confundido.
—¡Por Dios! Estamos perdidos, nos matarán a ambos— balbuceo cuando llego e intento calmar mi respiración.
—Espera, espera pequeña, no entiendo nada— me ve gesticulando y frunciendo el seño.
Lo tomo de la mano y corro lo más rápido que puedo guiandolo, al llegar la escena lo deja en shock, no sé qué le ocurre ni qué pasa por su mente pero sé que no se lo esperaba, sus ojos van a estallar, su mandíbula tensa y la incertidumbre en su semblante no hace más que aumentar mi ansiedad. Me observa atónito, mis lágrimas caen por mis mejillas y jadeo en cuánto veo a mis padres llegar casi a las corridas a la institución, hablan desesperados con Luke que gesticula de manera abrumadora y luego me observan.
Mierda, debí separarme de James.
Mi padre camina hasta nosotros hecho una furia, aprieto la mano de mi profesor por el miedo y la incertidumbre y es cuando me doy cuenta de debo soltarlo.
Papá no se detiene y golpea a James en la quijada mandandolo al suelo e intentando darle otro puñetazo, eso ni yo me lo esperaba.
—¡Aléjate de mi hija!— grita y vuelve a lanzarle un golpe pero James lo evade.
—¡Papá! ¡Déjalo! — grito interponiendome, no puedo ver ésto, es un descontrol.
Tú lo creaste, sabías que tarde o temprano iba a suceder.
Lo sé.
Acto seguido siento como un fuerte golpe es impactado contra mi mejilla izquierda haciéndome voltear la cara, luego soy consiente del terrible dolor que me invade, la punzada me aqueja y el escozor en la piel me saca del aturdimiento y sé que fué mi padre quién me ha golpeado, todos observan la escena y no sé qué me avergüenza más, haber sido golpeada por él o que estén viéndome.
—¡No te atrevas a defenderlo!— grita furioso. Le devuelvo la mirada, no voy a llorar frente a él.—¡Actúas como una maldita zorra! ¡Mi propia hija!
Un oficial se acerca rápidamente, aleja a mi padre de mi, mientras que otro ayuda a James y lo escolta hacia el interior del edificio.
Camino junto a mi madre quién sostiene mi mano con cariño, ella no ha dicho absolutamente nada al respecto. Papá ni siquiera quiere verme a la cara y Luke se mantiene callado junto a él.
El director Montoya, varios maestros y algunos oficiales están presentes, también lo está Paul Lombardi, quién se mantiene a un lado del salón hablando con el teniente Harris e intentando –por lo que puedo ver en su rostro– encontrar una manera de solucionar el tema, aunque no creo que lo consiga.
Todo se fué al caño, efectivamente como dije que iba a suceder, ¡Maldición! ¿Por qué hicieron ésto? ¿Quién o quiénes fueron? ¿Tanto me odian? No me permito llorar ni siquiera inmutarme por la situación, debo estar tranquila por mi salud y porque mi orgullo no me permite verme débil frente a mí progenitor.
—Muy bien, hemos decidido suspender a la señorita Isabella Connors mientras decidimos qué hacer oficialmente — habla el director.
—¿Qué?— mi padre no puede creer lo que escucha.
—Considérelo una decisión afortunada— dice el hombre seriamente.
—En cuanto a James, es expulsado de ésta institución y se hará una investigación en su contra— habla Paul sereno, tal vez no vaya a prisión.
Editado: 11.01.2019