Profesor

CUARENTA Y SEIS


—Hola Bella— escucho detrás de mí, volteo.

—Hola— mi voz sale baja y temblorosa.

—Sé que te preguntas porqué necesitaba verte... Y pues... También sé que no confías en mí ahora, pero yo quiero hacer las cosas bien— explica y me tenso.

Me entrega una pequeña carpetita rosa, la abro y encuentro muchas fotos mías y de James, varias son las que se usaron para empapelar todo el instituto. Mis ojos se abren aún más cuando veo un chat impreso, son varias páginas en dónde Lucy habla con alguien más– a quién por más que les el nombre no puedo identificar– y planean todo, pero no acaba ahí, aún tienen en mente denunciar a James por cargos mayores

¿Quién?

¿Quién nos odia tanto?

Lucy es una chica despechada lo admito pero no es capaz de idear semejante cosa, no claro que no, ella es demasiado tímida y algo torpe pero yo no conozco a nadie más con motivos – reales o no– como para ponernos en el lío en el que estamos.

—¿Por qué me lo entregas?— pregunto insegura, no puedo evitar desconfiar.

—Mi hermana comete un gran error y no me escucha, pero si sigue con esto terminará aún peor...Y tú no lo mereces— se encoge de hombros al final.—No es culpa tuya que Aidan la rechazara más de dos veces.

—¿Qué?— estoy que no lo creo.

—Antes de que llegaras a Chicago mi hermana se le declaró y él no pudo corresponderle, sin embargo, Lucy no se dió por vencida —sonríe con amargura.

Asiento lentamente, eso en verdad lo desconocía, se despide con un movimiento de manos y la veo marcharse, vuelvo a ver la carpeta y su contenido. Me tiemblan las manos y lo único que se me ocurre hacer es llamar a Aidan, necesito ver a James y mi novio debe saber lo que ocurrirá si no lo hago.
Tecleo lo más rápido que puedo mientras camino con prisa hacia la casa de mi ex- profesor, si no lo hago ahora no tendré el valor de hacerlo luego. En la entrada del edificio puedo ver a Aidan esperando impaciente.

—¿Estás segura?— pregunta serio.

Asiento con la cabeza y nos adentramos en el conjunto de departamentos, subimos las escaleras ya que el ascensor está fuera de servicio. Toco con rapidez la puerta de su apartamento apenas llegamos, tarda algunos minutos pero al fin nos recibe, su cara de sorpresa y de sueño es notoria y pasa su vista de Aidan a mi y viceversa.

—¿Qué quieren?— pregunta.

—Tenemos que hablar de lo que ha ocurrido James— digo entrando sin permiso.

—Isabella no creo que sea el mejor momento para eso — bosteza siguiéndome. —Tengo que mantenerme alejado de tí, por órdenes judiciales y por cierto, debes dar una declaración.

—¡Si es momento! Mira esto— le entrego la carpeta e impaciente espero.—¿Declaración de qué?

—De que no te violé o forcé a hacer algo que no quisieras — suelta despreocupado.

Aidan resopla.

—¿Qué? ¿De qué hablas?— elevo una ceja.

—Veo que no has ido a tu casa — observa al pelinegro y luego vuelve a mí —Tu padre ha levantado cargos en mi contra alegando que yo te utilicé y demás injurias que me perjudican.

Mi mandíbula se desencaja en la mueca incrédula que hago, ¿¡Mi padre hizo qué!? ¡Por Dios!

—Hablaré con las autoridades policiales — afirmo — Ahora quiero que veas esa carpeta con cuidado.

Los minutos pasan, ahora se encuentra sentado en su sillón favorito y hojea una a una las páginas del chat impreso. Veo la sorpresa en sus ojos, luego la ira, en un arrebato arruga las hojas y las lanza al suelo al ponerse de pie.

—¡Maldita despechada!— masculla.

—Alguien más planeó todo, Lucy sólo ha sido un ayudante— medito.

—No puedo creer que ella lo haya hecho— Aidan susurra.

—Las despechadas son las peores— suelta James. —Pero tú deberías saberlo, tu hermana hizo lo mismo.

—Calla— amenaza Aidan.

—¡Ya basta! ¡Tenemos un problema mayor!— ruedo los ojos. —Según el chat, ella se comunicaba con alguien de nombre Casey— veo nuevamente las hojas— Pero no conozco a nadie con ese nombre, y menos con intenciones de hacernos daño.

—Porque no es un nombre Isabella, es un apodo— James se voltea a verme percatandose de algo— Es el apodo que le dieron a Cassandra cuando fué mi alumna en la universidad.

—¿Cassandra?— mi sorpresa es grande—¿Por qué ella me odiaría?

—Porque se enamoró de mí, y en lugar de escogerla, te escogí a tí— él me observa y luego a Aidan.

—¿Por qué me escogiste a mi?— susurro— Ella es realmente hermosa, la primera vez que la ví quedé encantada con ella.

—Uno no elige de quién enamorarse Isabella — sonríe —Y ella era hermosa, sí, pero sólo la fachada que mostraba a todos. Quiénes la conocían en profundidad sabían que no era lo que aparentaba, en verdad, era alguien para una sola noche.




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