Han pasado tres días desde que se supo la verdad, aún estoy en casa y castigada hasta que mi madre considere que ya tuve suficiente – quizás hasta me case estando castigada y por ello no tenga despedida de soltera – pero no me quejo, mamá me dió una extensa y vergonzosa charla sobre lo que hice con James. Sí, tuve que contarle todo, bueno no todo ya que muchas cosas importantes y embarazosas para mi las dejé en secreto. Un profundo secreto que nadie jamás sabrá pero que puedo decir, el corazón de una mujer es un profundo mar de secretos e ilusiones.
Puedo seguir viendo a Aidan, él se lleva muy bien con mi hermano y mis padres, Luke habló con papá – prácticamente le impuso su decisión y se mantuvo firme– sobre la universidad y a pesar de que nuestro terco padre no está de acuerdo en que estudie arte – piensa que su potencial está en la arquitectura, quizás esté en lo cierto pero nadie puede obligar a su hijo a estudiar algo que no le gusta ni hace felíz – cedió ante el pedido de su hijo mayor. En cuanto a mí, bueno no he vuelto a hablar con mi papá.
No puedo.
Algo entre nosotros se rompió y veo que por su parte no hay interés en arreglarlo o acercarse nuevamente asique me mantengo al margen de todo y no espero nada de parte suya.
Voy corriendo hasta la casa de mi novio, Dios, qué bien se siente decirle así. Lo veo unos pasos delante de mí, me da la espalda y aprovecho para lanzarme sobre él. Me da varias vueltas y me deposita en el suelo.
—Hola a ti también— me besa.
—Te extrañé— sonrío.
—Nos vimos ayer— ríe a carcajadas.
—No importa, te extrañé igual.— me encojo de hombros.
Caminamos tomados de la mano, escucho atenta su plática y me quedo embobada mirándolo. Es tan bello.
Debí fijarme en él mucho antes, pero no estoy arrepentida de nada. Lo que pasó pues, pasó. Nadie podía preveer que tendríamos problemas, que sería algo más serio de lo que aparentaba, que uno de los dos se enamoraría y mucho menos que una mujer como Cassandra llegaría para atormentar nuestra existencia.
El comité de educación me permitió volver al instituto – claro que bajo algunos términos, me vigilan todo el tiempo y estoy prácticamente entre la espada y la pared–, faltan sólo tres meses para que el último año termine, al fin. He pensado en estudiar algo más, quizás en otra ciudad y Aidan tiene la misma idea por lo que estamos haciendo planes.
—Bien, ¿Y ahora qué?— me sonrie.
—Pues, quedan los exámenes finales y luego el baile.— digo pensando.
—¿Irás conmigo? — pregunta acariciando mi rostro.
—Hasta el fin del mundo— respondo abrazándolo.—Quiero pedirte perdón por todo... Otra vez.
—Vas a volverme loco con tus pedidos de perdón — niega.
—No puedo evitarlo — río.
—Isabella estás perdonada, por trigésima vez— responde.
Lo escucho reír y lo imito, al final él era el indicado para mí y sólo lo supe cuando estuve en problemas, cuando un amor imposible fracasó y estuvo a punto de desmoronar mi corta vida. Esos son los momentos cruciales de la vida que te hacen saber qué camino es el adecuado, cuál es el que realmente debes tomar y aferrarte a él no importa las circunstancias.
Lo entiendes cuando vas creciendo, cuando maduras y cuando definitivamente has pasado por algo malo, como yo.
—¡Isabella!— gritan detrás de mi. Camile se acerca con una sonrisa.
—¿Qué tal todo?— le pregunto, se ve bastante alegre.
—Pues bien, verás, quería decirte que espero que podamos seguir siendo amigas. A pesar de lo que Lucy hizo— baja la cabeza.
—Claro, tú no tienes culpa de nada. Además me ayudaste mucho— le sonrío.
—Supongo que tu hermana está ofendida contigo— añade Aidan.
—Sí, no quiere hablarme. Mi padre la envío a Londres con nuestra tía Ivonne, allí pasará el verano. — dijo con tristeza en sus ojos— Se lo merece, quizás así se aclaren sus ideas y tenga un escarmiento.
Nos mantenemos callados unos minutos, supongo que todos reciben lo que merecen o bien, cosechan lo que siembran.
El camino hasta el instituto es divertido, platicamos y nos ponemos al día. Parece que todo vuelve a la normalidad, con lentitud, pero lo hace y estoy feliz por ello.
James pov.
—¿Y bien?— Paul se encuentra detrás de mí.
—¿Qué quieres saber?— volteo.
—¿Cómo te sientes? ¿Qué harás?— rasca su nuca, jamás se le dió bien interesarse por los demás, sé que le cuesta.
—Estoy bien, tengo casi treinta Paul, no voy a llorar como si fuera un puberto— río.
—A veces te comportas como uno — ríe.
—Porque me gusta hacer lo que me place — me encojo de hombros —Estoy tranquilo por ella, sé que estará bien, yo tomaré unas vacaciones.
Editado: 11.01.2019