Profesor

CP. 4 - TU TIPO IDEAL.

 

Camino fuera de la habitación ingresando al baño donde cepillo mis dientes, miro mi cabello sucio por unos instantes optando por bañarme antes de acostarme.

 

— ¡Alva! — Con mi cabeza fuera del baño miro hacia mi cuarto.

— ¿Ah?

— Me bañare.

— Ok. — Alva abandona mi habitación con rumbo desconocido.

 

Luego de mi baño, seco mi cabello con temperatura media con tal de no estropearlo por el calor, luego camino hasta mi cama para caer rendida sobre ella.

Abro mis ojos a la mañana siguiente topándome con una nota al costado de mi cama, sobre el buró.

 

Danielle, tuve que hacer unos pendientes vuelvo al rato, baja a desayunar y tomate los remedios.

Con amor mamá.

 

Me levanto y camino hasta el espejo más cercano observando mi ojo golpeado, con delicadeza pongo algo de maquillaje sobre mi rostro. « Debería ver tutoriales de maquillaje. » Sin poder hacer más por mi ojo, bajo al primer piso para comer mi cereal y leche, mirando las notificaciones del celular.

 

— Aburrido, aburrido, aburrido. — Pronuncio metiendo una cucharada de cereal en mi boca.

 

Al tiempo que escucho sonar el timbre me levanto de mi silla para abrir la puerta no sin antes observar por la mirilla a Hazel por el otro lado.

 

— Hola. — Escucho al instante de abrir la puerta.

— Hola

— Se que es extraño que este aquí, pero quería saber como estabas.

— No, entra, entra. — La invito haciéndome a un lado y dejándola pasar.

 

Hazel se sienta en el sofá mientras yo hago lo mismo a su lado.

 

— ¿Y… como estas?

— Mmm… bueno mi estilo mapache está mejor, supongo

— Jajaja, tu hermana lloraba mucho.

— Creo que Alva estaba demasiado nerviosa.

— Gabriel también estaba muy nervioso. — « Él estaba nervioso, nervioso por mi. »

— ¿Estas bien, Danielle?

— Si, si, solo me quede pensando un momento.

— ¿En que?

— No, no, nada importante, gracias por habernos

ayudado. — Agradezco sinceramente recibiendo una sonrisa como respuesta.

— ¿Es raro que te diga esto así de la nada, pero podemos ser amigas?

 

Por unos segundos me quedo sin habla y creo que me han comido la lengua los ratones, hasta que las palabras salen a trompicones.

 

— Si, si me encantaría.

— Jajaja, por un momento pensé que no querías, es que llegamos hace tan poco y aun no he podido conversar con mucha gente.

— Tranquila, seremos muy buenas amigas. — Se dibuja una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro por mi nueva amistad.

 

Intercambiamos números con el afán de poder estar más en contacto y tras un rato de amena conversación Hazel se retiro dejándome total e irracionalmente alegre. Pasaron las horas y la llegada de mi madre no se hizo esperar, además de la de mis amigos que caminaban jugueteándose al momento de llegar a mi casa.

 

— ¡Oye basta de romance! — Grito desde mi ventana haciendo que los ojos de Jess y Felipe me miren con nerviosismo.

— ¡Mentira! — Gritan los dos al unísono provocando mi risa.

 

Bajo la escalera corriendo y de inmediato abro la puerta viendo como Felipe se acerca a paso veloz envolviéndome en sus brazos.

 

— Siempre me gusta esta parte.— Felipe me apretá hacia su cuerpo.

— Ay, me duele. — Me quejo.

— Si, lo sé por eso me gusta.

— No me la aprietes que se me estropea. — Jess toma el brazo de Felipe aflojando su agarre.

 

Abrazo a Jess y luego los tomo de las manos para guiarlos dentro de la casa.

 

— Hola Felipe, hola Jess.

— Hola Alice. — Hablan Felipe y Jess al mismo tiempo generando una risa en mi madre.

 

Luego de una extensa conversación sobre los sucesos de mi día ausente, pasamos a comer una colación que trajo mi madre, ya al llegar Alva, Felipe comenzó a tragar saliva duro mientras Jess lo golpeaba en el costado.

 

— Hola Jess, Felipe. — Saluda Alva desde la entrada.

— Hola. — Jess saluda con una sonrisa mientras Felipe se queda mudo.

 

Mi hermana mira de forma extraña a Felipe que no hablaba, hasta que Jess se puso de pie obligando a Felipe a hacer lo mismo.

 

— Danielle, nosotros ya nos vamos.

— Ok… los acompaño a la puerta. — Miro a Felipe que de malas ganas toma su mochila.

— Nos vemos. — Digo en la puerta.

— Chao.

 

Pasados los días de licencia por mi ojo, llego el inevitable momento de volver a la realidad que significaba volver al colegio.

Camine sintiendo el aire frío en mi rostro y suplique por que el maquillaje me haya quedado lo suficientemente bien como para que no se me note tanto, perdida en mis pensamientos llego al cruce donde escucho mi nombre llamar.




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