Profesor

CP. 7 - AUTOCONVENCER.

 

Me siento en uno de los peldaños de la escalera a esperar que llegue Hazel y en cuanto suena el timbre de la casa, de un brinco me pongo de pie para abrir la puerta encontrándome a mi amiga con una sonrisa de oreja a oreja.

 

— Hola.

— Hola, pasa.

 

Guio a Hazel hasta el sofá donde previamente puse dos vasos con jugo de manzana y unas galletas.

 

— Me encanta tu preparación. — Hazel echa una galleta a su boca.

— Que bien. — Subo y bajo mis cejas.

— ¿Como estas?.

— Mmm… mejor o eso creo a veces.

— ¿Que paso?

— Me vino a decir que se beso con alguien más estando ebrio.

— Auch, que estúpido. — Digo con desagrado.

— Más que estúpido creo que él y yo ya estábamos demasiado acostumbrados a la rutina de todos los días, 3 años es mucho tiempo.

— ¿Pero no lo amabas? — Pregunto

— Si y creo que el también pero todo en su momento se enfriá o cambia y creo que nosotros cambiamos solo que nos resistíamos a dejarnos atrás y él hecho de que me “engañara” solo demuestra que en realidad cada uno debe seguir su camino.

— ¿Y ahora que vas a hacer?

— Nada, en realidad nada, solo aprenderé de todo esto para no cometer los mismos errores en el futuro.

— Osea que terminaron, pero bien ¿no?

— Si, es mi ex y todo bien. — Responde Hazel con una sonrisa que me contagia.

— ¿Y ahora tu, como estas?

— Bien, bien.

— ¿Que paso con Gabriel?

— ¿Porque? Nada.

— ¿Segura? Porque cuando le dije que venia para acá, no sé me dio la impresión de que algo paso. — Por un segundo miro a Hazel para tomar mi jugo y ponerlo en mi boca mordiendo el borde del cristal.

— Está bien, te entiendo. — Responde Hazel mientras quito el vaso de mi boca y apretó los labios.

 

Me decido a contarle lo que ha pasado siempre y cuando me prometa no decirle nada al profesor, mientras más palabras salen de mi boca el rostro de Hazel se va transformando.

 

— Pero como pudo enojarse tanto solamente por que llegaste tarde.

— No lo sé, supongo que estaba de malas.

— Pero yo lo vi en la mañana y si se veía medio extraño pero… no pensé que tanto así, Danielle de verdad te pido una disculpa por el imbécil de Gabriel. — Hazel pone su mano sobre la mia y me observa con algo de incomodidad.

— Tranquila, ya paso y no pienso poner atención a sus ataques de rabia, a demás él mismo se disculpo solo que yo no quise prestar atención.

— Pienso en Gabriel y me da una furia. — Hazel apretá sus manos en un puño.

— Prometiste no decir nada. — Advierto.

— Si, lo sé y creo que ya estoy arrepentida. — Hazel frunce los labios.

 

Nos interrumpe el sonido del timbre para que yo me dirija hasta la puerta y la abra.

 

— Hola.

— Hola. — Dante pasa por a mi lado dirigiéndose rápidamente hasta la escalera para perderse en el segundo piso.

 

— ¿Quién era?

— Mi hermano, Dante

 

Hazel extrae su celular del bolsillo mirando la pantalla.

 

— Por dios Danielle, se me hace tarde, ya me voy.

— Ok, te dejo en la puerta.

 

Camino el trecho hasta la puerta despidiendo a Hazel y volviendo dentro.

 

— ¿Como te fue?. — Pregunto a Dante que viene bajando la escalera.

— ¿Quien es ella?

— Es muy grande para ti, pero se llama Hazel. — Dante me fulmina con la mirada.

 

Mientras Dante se encamina hacia la cocina mi celular suena en una llamada que atiendo al ver el nombre de mamá.

 

— Mamá.

— Danielle, puedes ir al supermercado y traer las cosas que te escribiré por favor.

— Pero mamá, tengo que estudiar… — Me quejo

— Pero Danielle, solo un poco, que tuve que pasar a dejar a unas compañeras de tu hermana, puedes comprar helado. — Chantajea mi madre al final.

— ¡Helado! Ok.

— Toma la tarjeta de mi cartera, tu ya te sabes la clave.

— Si, si helado. — Mi madre se ríe del otro lado de linea.

— Ve pronto hija, que yo ya llego.

 

Corto la llamada y camino hasta la entrada de la cocina donde Dante me observa con el cereal en sus manos..

 

— Voy a comprar unas cosas, ¿Quieres venir?

— No.

 

Me giro indignada por lo flojo que es Dante, tomo la cartera de mamá, sacando su tarjeta.

 

— Tu te lo pierdes, menso. — Abro la puerta y la cierro tras de mi.

 

Recorro el camino pensando en el helado que traeré a casa y de solo imaginarlo me babeo, llego al supermercado, tomo un carrito y recorro la lista en mi celular. Una vez todo lo pedido estuvo dentro del carro me dirijo al sector de los helados observando los sabores.




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