Profesor

CP. 13 - RECUERDO PARA NO VERTE.

 

Luego de un par de horas de conversación y una vez que mis amigos se han ido no puedo evitar correr hasta la casa del profesor para preguntarle ¿que paso?.

Llego a la esquina sintiendo mi corazón acelerado mientras veo cada vez más cerca la casa. Fuera hay dos autos estacionados y no puedo evitar fijarme en lo nuevos que parecen los vehículos.

 

— ¿Quizás tienen visitas? — Susurro deteniendo en seco mi avance.

— Oye niña, ¿Por aquí vive Gabriel Levine? es profesor. — Llama una voz femenina tras de mi para que lentamente me gire encontrando a una mujer delgada, cabello rubio y sonrisa radiante.

— Yo… usted.

— Ah, lo siento soy su prometida, entiendo que no puedas darle información a cualquiera, pero yo soy su prometida así que por favor, ¿me podrías decir… — Siento como el aire escapa rápidamente de mis pulmones para guardar silencio.

— Ah, que tonta ese es el auto de mis suegros. — habla nuevamente la mujer pasando por mi lado encaminándose hasta la casa del profesor.

 

«Prometida… prometida. » Me giro instantáneamente y comienzo a correr en la dirección opuesta, sin mirar choco con una persona cayendo al suelo con mi trasero como cojín, siento las lagrimas acumularse en mis ojos mientras las palabras de esa mujer no dejan de resonar en mi cabeza.

Levanto mi vista para ver con quién he chocado y ahí está él, que rápidamente me toma por el brazo para ayudar a levantarme.

 

— ¡Danielle! Perdoname por favor, ¿Que haces aquí?, ¿vienes a ver a Hazel?, ven yo te llevo.

— No, no. — Me suelto temiendo que una lagrima escape de mis ojos y doy un paso hacia atrás.

— ¿Vienes por m…

— Yo solo iba pasando, su prometida lo espera. — Interrumpo para volver a girarme y volver a correr, pero él pone su mano en mi brazo.

— ¿Quién? — Pregunta él profesor para que bruscamente soltarme de su agarre, sintiendo como una lagrima se escapa de mis ojos.

— ¿De que hablas Danielle?.

 

Sin contestar nada más, solo corro perdiéndome entre las calles en medio de las lagrimas que hacen estragos en mi rostro e intentando evitar que alguien me vea, apenas entrar en mi casa me dirijo corriendo hasta mi cuarto, poniendo el seguro a la puerta y lanzándome sobre la cama para soltar un par de lagrimas silenciosas. Al tiempo que mi mente revive a cada instante las palabras de esa mujer. « Soy su prometida… soy su prometida… soy su prometida. »; No sé en que momento me quedo dormida pero despierto en medio de la oscuridad, miro la hora en mi celular comprobando que son las 05:00 am, muevo la manta que cubre mi cuerpo para ponerme de pie y mirar hacia la ventana donde solo hay penumbra. Tomo mi celular mientras toco ligeramente mis ojos algo hinchados, abro mi aplicación de mensajes para toparme con uno de Hazel.

 

Hazel: Danielle este es mi número 940234948, Por favor hablame cuando puedas, soy Gabriel.

 

Mi corazón dio una pequeña patada en mi pecho y dominada por algo desconocido dentro de mi, elimino el mensaje apagando el celular luego.

 

— ¿Porque me engaño tanto?, porque soy tan tonta. — Digo al momento que mi estomago ruge por comida. « Que oportuno.»

 

Bajo silenciosamente hasta la cocina topándome con Alva que sostiene su barriga.

 

— ¿Que te paso?. — Pregunto sobresaltándola.

— ¡Ay!…¿de donde apareciste tan silenciosa?.

— Es que tengo hambre.

— A mi me duele el estomago.

— Alva, ¿podemos hablar?,

— Lo siento ok, solo quería molestarte con lo de los supuestos. — Dice inmediatamente Alva sin dejarme terminar.

— Si, me gusta. — Admito mientras esta se queda inmóvil sin pronunciar palabra por unos segundos.

— Me gusta y no puedo evitarlo ni soportarlo más. — Admito nuevamente mientras mi voz se quiebra y siento como algo se aprisiona en mi garganta quemándome, Alva camina hasta mi para envolverme en sus brazos.

— Lo sé, es difícil. — Mi rostro se acomoda en el pecho de mi hermana al instante que incontables lagrimas salen casi sin que pueda evitarlo.

— Tranquila Danielle, es normal que te guste alguien aunque ese alguien sea tu profesor. — Alva me aprieta contra su pecho y por instantes me siento realmente perdida y con el dolor en su apogeo.

 

Ya estando más tranquila y luego de haber comido algo rápido vuelvo a mi habitación para recostarme al lado de Alva mientras le cuento todo lo que he pasado hasta hoy, con excepción de el beso que creo haber soñado en la enfermería.

 

— Yo note algo raro cuando tu profe te vino a dejar con tus amigos, él estaba muy rojo y por razón obvia tenias el medio espectáculo, pero aun así sus ojos me inspiraban algo diferente, ¿no has pensado que él pudiera sentir algo por ti?

— Eso no puede ser Alva, precisamente hoy me encontré con la prometida del profesor. — Admito sin animo.

— Pero ¿estas segura?, ¿ella es la prometida? ¿él te lo dijo?




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