Profesor

CP. 16 - TE QUIERO.

N/A  MARATÓN 1/4 QUE LO DISFRUTEN :)

 

 

— A Danielle le sienta muy mal el alcohol. — Gabriel acerca un vaso de jugo a mis manos.

— ¿De verdad? — Pregunto Cleo a mi lado para que yo pusiera mis labios en el vaso y solo asintiera.

— Tranquila Danielle, no te dejaremos sola. — Robin se cambia de lado dejándome entre ella y Cleo.

— Cuidado porque es mi alumna. — Reclama Gabriel e inmediatamente Cleo pasa su brazo por mi cintura apegándome a su cuerpo.

— No estamos en clases profesor. — Reta esta evidentemente coqueta.

Pasaron alrededor de 1 hora y media cuando me di cuenta que Robin, Cleo y Hazel estaban muy ebrias, tanto así que Cleo estaba a medio dormir sobre mi mientras Robin y Hazel parecían desparramadas la una sobre la otra.

— Creo que me voy. — Susurro moviendo con suavidad el cuerpo de Cleo hacia el otro lado para que siga durmiendo.

— Voy contigo. — Gabriel estira su mano ayudándome a salir del apretado lugar.

— No… no hace falta. — Digo con la voz temblorosa.

— Como que no, te llevo.

— Está bien, pero mis cosas están en el auto de Robin.

— Ok.

Gabriel pasa por entremedio de las mujeres llegando al costado de Robin, sacando las llaves de su bolsillo.

Llegamos al auto donde pude sacar mis cosas del asiento trasero para ponerlas en el maletero del auto del profesor, al ver que todo esta demasiado oscuro afuera miro la hora en mi celular viendo que son las 22:00 Hrs.

— Mi mamá me matara. — Susurro.

— ¿Porque?

— Es que no llegue a cenar y tampoco dije nada, debe estar por llamarme.

— Pero si quieres le digo que estabas aquí. — Sugiere Gabriel a mi lado para que el celular comience a vibrar.

— Mamá.

— Si, estoy en casa de Hazel.

— Si mamá ya cene.

— No mamá.

Gabriel me arrebata el celular de las manos para que yo caiga en pánico y lo persiga por unos instantes hasta que lo veo contestar.

— Señora Alice, soy él profesor Gabriel

— Si, el que llevo a su hija para la fiesta de fin de curso.

— No se hay problema… lo siento, Danielle está aquí porque nosotros le pedimos que viniera, pero no se preocupe yo mismo la llevare a casa.

— Ok, ok está bien, se lo agradesco mucho, ok, usted también muchas gracias. — Gabriel finalizo la llamada y me entrego el celular.

— Vamos a cenar. — Invita Gabriel abriendo la puerta de su auto.

— Pero no puedo, mi mamá

— Ya hable con tu madre y dijo que todo estaba bien siempre que estuvieras conmigo y Hazel, incluso dio más tiempo para llegar. — Anuncio Gabriel victorioso.

— ¿Pero y las chicas? — Gabriel puso su brazo en mi hombro para acercarme a él mientras susurro.

— No van a despertar y adentro están seguras.

Solo puedo mover mi cabeza afirmativamente ingresando al vehículo sin apartar mis ojos del profesor que cierra mi puerta y rodea el auto para subirse del otro lado.

— ¿Que tipo de comida te gusta? — Gabriel saca el auto saliendo a la calle.

— Lo que sea.

— ¿No hay algo que te guste más que todo?

— Es que la mayoría de la comida me gusta. — Admito

— ¿Has probado la comida Tailandesa?

— No, esa no.

— Entonces ahí vamos a ir. — Gabriel giro el auto a la izquierda en la próxima avenida.

Siento innumerables mariposas en mi estomago al momento de llegar al restaurant donde casi corrí al baño a mojar mi cara.

— Calmate Danielle, calmate. — Hablo hacia el espejo donde se dibuja una gran sonrisa en mi rostro.

— Me siento como una tonta. — Vuelvo a hablar lanzando más agua en mi rostro.

Me Seco con una toalla de papel y salgo del baño encontrando a Gabriel sentado en una mesa ligeramente escondida e iluminada, este se pone de pie corriendo la silla invitándome a tomar asiento, sonrió mientras él me devuelve el gesto y toma su lugar frente a mi.

— Mientras ibas al baño, pedí de todo un poco para que lo pruebes. — Mi presión arterial se eleva al escuchar a Gabriel hablar tan calmado y natural.

— Pero no, no puedo.

— Es que no sabia que te gustaría, puedes comer un poco de todo, eso hago yo. — Gabriel me guiña un ojo haciendo que un pequeño temblor recorra mis piernas.

Una vez que la comida llega no puedo evitar babear con el aspecto que está tiene, Gabriel al ver mi reacción libero una pequeña risa que llamo mi atención.

— ¿Que esperas?, come. — Me insto para que probara el primer bocado que hizo estallar mis papilas gustativas.

El nerviosismo me impedía comer con tranquilidad pero estar con Gabriel de está forma era insuperable para mi, me sentía en las nubes y mi corazón cada vez que se tranquilizaba volvía a ponerse errático hasta con un ligero contacto visual.

Terminamos de cenar para que Gabriel pagara la cuenta y camináramos hasta su auto estacionado en el subterráneo del restaurant, en medio del camino y por ir mirando su rostro me tropiezo cayendo al suelo de rodillas.




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