Abro mis ojos lentamente encontrando a Felipe y Jess hablando a susurros junto a Alex hasta que me ven.
— ¡Danielle! — Jess se acerca de inmediato a tocar mi rostro mientras los dos hombres nos rodean.
— ¿Que hacen aquí?
— Alex contesto tu celular. — Responde Felipe.
— Lo siento, imagine que ellos podrían ayudar.
— Quiero ir a mi casa.
— Danielle, ¿que paso? — Pregunta Jess llamando mi atención.
— Todo se termino, para siempre se termino. — Incontables lagrimas inundan mis ojos para luego resbalar por mis mejillas.
— Tranquila. — Jess pone sus manos alrededor de mi rostro acunándolo.
— Quiero ir a mi casa.
— ¿Estas segura?
— Si.
Alex, Jess y Felipe me llevan hasta mi casa donde apenas entrar Alva baja las escaleras topándose de frente conmigo.
— Danielle, ¿que paso?
— Nada, solo quiero dormir. — Digo pasando a su lado para subir la escalera.
Sin emitir más comentarios llego a mi habitación cerrando la puerta con seguro. Los recuerdos azotan mi mente, Gabriel llorando mientras yo pedía que todo terminara, la risa burlona de Denisse, las fotografías y el bebe.
— Jamás podremos estar juntos… Gabriel.
Miro hacia la ventana observando como comienzan a caer gotas desde el cielo manchando mi ventana. Sentada por horas en la misma posición mirando las infinitas gotas caer escucho como Alva ruega porque abra la puerta pero ensimismada decido no hacerlo.
— Hoy voy a llorar todo lo que tenga que llorar, mañana ya no podré hacerlo…
Al cabo de unas horas de dolor intenso, desesperación y llanto que a ratos se vuelve insostenible me quedo dormida, despertando al otro día muy temprano para ir al colegio como cualquier otro día.
Salgo de mi casa en dirección al colegio, dando pasos lentos mientras el viento frio toca mi cara hasta que siento como la puerta de la casa es nuevamente abierta, me volteo al sentir que alguien toca mi hombro.
— De ayer que no comes, por favor llevate esto. — Miro la pequeña bolsa de papel que Alva extiende y decidida a no pelear, la tomo sin decir nada para echarla dentro de mi mochila.
Dejo a mi hermana atrás hasta que Alex me alcanza, caminando en silencio a mi lado. Ingreso al colegio donde todo carece de vida en mi, mi rostro y mi visión sobre los demás, aún así tomo mi lugar sin emitir comentario alguno hasta que Jess y Felipe llegan a tomar asiento a mi lado.
— ¿Como estas? — Pregunta Felipe.
— Bien.
Ver a Gabriel dentro del colegio donde me evita a toda costa al igual que yo a él, me tiene tan destruida, Hazel me ha enviado múltiples mensajes pero no he querido contestar, por temor a desmoronarme y perderme nuevamente en un mar de lagrimas que no estoy segura de poder contener como la primera vez.
Las semanas pasan y el deseo por salir es nulo para mi, por más intentos por parte de Felipe, Jess y Alex nada puede regresarme el animo, Alva muchas veces a querido hablar pero mi nivel de amargura es tal, que por el momento todo está demasiado fresco como para hablar sin que explote en un mar de dolor y lagrimas.
Mi familia cada vez parece estar más preocupada por mis cambios de humor que de pronto hasta a mi me sorprende, que pueda pasar del llanto, a la rabia y así continuar, cada vez que escucho a mi padre hablar sobre su negocio con el padre de Denisse me producen nauseas y un dolor que jamás pensé podría sentir.
— Danielle, no puedes seguir así. — Alex me toma por los hombros con fuerza.
— Vamos al cine y no es una pregunta, ¿Ok?
— Pensé que habías dicho que no era una pregunta.
— Pues si, no es una pregunta, así que vamos.
— Hoy no, por favor hoy no. — Jess me observa desde su lugar en mi habitación hasta que estalla en un desesperado llanto que me hace pestañear un par de veces sorprendida.
— Por favor Danielle, vamos. — Pide Jess sollozando.
— ¿Porque lloras?
— Porque no sé que podemos hacer para que sonrías otra vez, decidimos no preguntarte lo que paso, para no atormentarte más pero no sé si está bien o no. — El rostro triste de Jess hace que mi corazón se encoja.
— Por favor no llores. — Digo saliendo de mi lugar y caminando hasta ella.
— Iremos al cine. — Miro su rostro poniendo mi mano en su mejilla atrapando una lagrima.
— ¿De verdad?
— Si. — Jess se abalanza sobre mi.
Durante el viaje hasta el centro comercial intente permanecer lo más tranquila posible, pero ver a las parejas enamoradas definitivamente me ponía de un humor muy negro y desolador.
Al finalizar la película Jess se aferro a mi brazo con una sonrisa de oreja a oreja que me hizo sonreír ligeramente.
El camino de vuelta a casa me pareció más llevadero al igual que mi llegada donde mi madre prepara la cena.
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Editado: 07.03.2020