Profesor

CP. 35 - LEJOS, MUY LEJOS.

N/A:  HOLA… ¿COMO ESTÁN?, TANTO TIEMPO SIN LEERL@S… LOS EXTRAÑE MUCHISÍMO… TODO SALIÓ MUY BIEN EN LO QUE TENÍA QUE HACER, ASÍ QUE AGRADEZCO LA PACIENCIA QUE TOD@S TUVIERON… LOS QUIERO MUCHO ❤ ❤ ❤ ❤

YA SIN MÁS EL MARATÓN… DISFRUTENLO, SE LO MERECEN… ❤ ❤ ❤

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MARATÓN 1/6

 

— No puedo estar contigo.

— ¿Porque?, ¿Por mi hijo? Pero si ya te dije que jamás lo abandonaría, siempre estaré ahí para él o ella.

— Sí, es por tu hijo, no puedo hacerlo por eso.

— Pero Danielle…

— ¿Crees que es justo para mi?, ver y saber que vas a tener un hijo con otra mujer, según tu no paso nada ese día donde Hazel te encontró, pero resulta que ahora si paso algo, es más, es un bebe y pronto nacerá y espera que su padre este ahí para él junto a su madre, madre que no soy yo.

— ¿Esa es la verdad? — «No»

— Si, esa es la verdad.

 

Siento mi corazón romperse en miles de pedazos demasiado pesados como para llevarlos dentro de mi pecho, contengo la respiración evitando romper en llanto en cualquier segundo cuando Gabriel se pone de pie.

 

— No volveré a molestarte nunca más, perdoname por todo Danielle.

 

Me quedo adherida a la silla mientras él abandona la sala cerrando la puerta tras él.

 

— Te amo Gabriel y esa si es la pura verdad. — Una de mis manos se dirige hacia mi boca callando mi llanto.

 

Las lagrimas contenidas abandonan mis ojos como si de una carrera se tratara, los recuerdos invaden mi cabeza acumulándose violentamente en el lugar que creo que en cualquier momento estallara producto de la presión;

 

Desde mi lugar siento el timbre del final de las clases sonar para que todos vayamos a casa después de un largo día escolar, seco mis lagrimas respiro profundo y siento que ya puedo estar un poco más tranquila al haberlo salvado del precipicio que se avecinaba a la vuelta de la esquina.

 

Me levanto de la silla y salgo de la pequeña sala donde a lo lejos puedo ver a mis amigos junto a Alex con mi mochila mirando en todas direcciones hasta que hacemos contacto visual. Puedo notar que a mi llegada todos tienen un rostro extraño y nadie emite palabra alguna por lo tanto inicio yo para calmar los ánimos.

 

— ¿Que les pasa?

— ¿Nada y a ti? — Interviene rápidamente Felipe generando una risa en mi y en mis amigos una mirada descompuesta totalmente.

— No pasa nada, si es lo que quieren saber, ya todo termino de verdad.

 

Se genera un silencio sepulcral que realmente me impresiona mientras los ojos de todos se miran una y otra vez hasta volver a hacia mi.

 

— ¿Estas bien Danielle? — Consulta Alex incrédulo mientras yo asiento y sonrió.

— ¿De verdad?— Continua Jess mientras vuelvo a asentir.

— Ya basta de preguntarle si está bien, ya lo dijo y no tenemos porque dudar, es nuestra amiga. — Felipe se cruza de brazos mientras las miradas incrédulas de Alex y Jess continúan.

— Deberíamos volver a salir, al cine o algún lugar. — Sugiero intentando calmar los ánimos.

— Me parece bien, ¿cierto chicos? — Felipe mira a los demás que asienten con inseguridad.

— Ya entonces, tenemos que planearlo mañana, porque tengo que llegar a mi casa a arreglar mi habitación así que me voy primero.

— Ok, nos vemos mañana Danielle. — Abrazo a Jess que sigue perpleja y luego a Felipe.

— ¿No vas a ir conmigo? — Pregunto a Alex mientras este niega.

— Yo tengo que ir a otro lado,hoy.

— Ok, nos vemos entonces.

 

Me giro comenzando el camino de vuelta a mi casa, al perderme de la vista de mis amigos no puedo evitar caminar hasta la casa de Gabriel para mirar por unos minutos la casa donde no volveré. «Eres el amor de mi vida. »

Me giro en mis talones cuando creo estar lista para partir por ultima vez desde este camino hasta mi casa, donde, apenas entrar me dirijo a la cocina a beber dos vasos grandes de agua para llenar algún vació que siento dentro de mi, pero luego de ingerida el agua siento el mismo vació.

 

Me siento por unos minutos sobre el sofá con la vista perdida en algún punto que desconozco hasta que veo sobre la mesa de centro un sobre amarillo con el nombre Familia Ellis Rivers, intrigada acerco mi mano hasta aquel sobre donde introduzco mi mano sacando una tarjeta blanca con pequeñas decoraciones y brillantes.

 

— ¿Una tarjeta?

 

Abro el delicado pero duro papel, comenzando a leer.

 

En nuestro destino y vida estaba escrito, apesar de todo y contra todo, no podíamos terminar de otra manera




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