Profesor

CP. 42 - CUENTA REGRESIVA.

 

— Gabriel. — Susurro apenas contestar.

— Danielle, escuchame atentamente porque esta el la última vez que te lo diré… ok…

— Ok.

— Danielle Ellis eres el amor de mi vida hoy, mañana y siempre y aunque no me case contigo mañana, mi corazón siempre sera tuyo.

— Gabriel yo no…

— No digas nada mi amor, yo sé, pero esta es la última vez que llamare a tu número, ¿esta bien?

— Gabriel espera… te amo.

 

La llamada se corta y mi llanto estalla haciendo a mi cuerpo caer de rodillas al suelo con el celular entre mis manos.

 

— Gabriel te amo, te amo… ¡TE AMO!

 

La puerta de mi cuarto se abre de golpe dejando entrar a mi madre.

 

— ¡Danielle, ¿que te paso, porque lloras?!

— E-s q-u-e t-e-n-g-o, me du-ele ma-má — Sollozo poniendo una mano sobre mi pecho mientras mi llanto desconsolado inunda todo el lugar.

— ¡Pero hija que paso!, ven levantate.

 

Mi madre me recoge del suelo acostándome sobre la cama mientras acaricia mi cabeza hasta que me quedo dormida.

 

Despierto cubierta por varias mantas y veo a mi madre sentada en mi silla dormida, me levanto de mi lugar cogiendo algunas cobijas para cubrirla.

 

— Mi amor, ¿que pasa? — Susurra mi madre adormilada.

— Nada mamá, es que tenia pena.

 

Tomo el brazo de mi madre y la pongo con delicadeza sobre la cama donde me introduzco a su lado quedándome nuevamente dormida. Abro mis ojos el sentir la mano de mi madre acariciar mi mejilla con suavidad.

 

— Danielle, despierta cariño va a llegar la peluquera y la maquilladora, tienes que bañarte, si es que lo vas a hacer.

— Ok. — Susurro cerrando mis ojos nuevamente.

 

Siento a mi madre cerrar la puerta para abrir mis ojos y contemplar con dolor que el día que me ha atormentado por tantos meses a llegado.

 

— Esta es la cuenta regresiva…

 

Con desgana me levanto de la cama caminando hasta el baño que esta lleno de vapor, quito el pijama de mi cuerpo y me introduzco bajo el agua que moja mi cabello y se desplaza por mi cuerpo, lista abandono el baño para llegar a mi habitación donde el vestido aguarda sobre mi cama. «¿Que es lo que estamos haciendo Gabriel? »

 

— Danielle, apurate mamá ya está lista. — Dice Alva en mi puerta.

— Ya voy.

 

Seco mi cuerpo al momento que mi celular comienza a sonar, mi corazón salta por unos segundos hasta que me acerco al celular para leer en la pantalla el nombre de Alex.

 

— Alex

— Hola hola preciosa, estoy casi listo y ¿tu?

— Casi.

— ¿Estas bien?

— Si, eso creo.

— Ok, nos vemos al rato entonces y te quiero ver bien sexy.

— Ja que gracioso.

 

Corto la llamada continuando con mi secado hasta ponerme el vestido y bajar hasta donde al parecer a ocurrido una guerra entre maquillaje, cabello caliente y productos varios.

 

— ¿Danielle? — Pregunta una chica a mi lado.

— Si.

— Siéntate para peinarte, ¿hay algo que prefieras?

— No, algo simple.

— Ok.

 

Mientras espero a que la mujer termine observo mi celular en espera de alguna llamada que no va a llegar.

 

— ¡Lista, maquillaje por favor! — Grita la mujer al cabo de unos minutos.

— ¿Que maquillaje quieres, has visto referencias?

— No, lo que sea natural.

— Ok.

 

Con mis ojos cerrados imaginando que este día aun no llega paso unos 30 minutos hasta que al parecer estoy lista.

Me levanto de la silla y giro hacia mi madre que abre sus ojos más de lo normal.

 

— Cariño te ves preciosa, yo sabia que ese vestido era para ti.

 

Miro mi vestido de un pálido color rosa, corto y creo que es parecido a cualquier vestido. Una de las mujeres acerca un espejo hasta mi rostro donde puedo apreciar con mayor detalle que efectivamente el trabajo de aquellas mujeres valía la pena completamente.

 

— Gracias chicas. — Apesar de todo la sonrisa no llega y me siento vacía.

 

En medio se escucha el timbre sonar avisando la llegada de alguien que mi madre sale a recibir.

 

— ¡Alex te ves guapísimo!

— Gracias, usted se ve preciosa.

 

Alex entra en la habitación al momento que me giro para ver con asombro lo bien que se ve, pero sus ojos abiertos como platos y su boca ligeramente abierta en señal de asombro no acompañan mucho con ese traje.

 

— Danielle. — Susurra este.

 

Mientras mi madre estalla en carcajadas llamando nuestra atención mi padre y Dante bajan.

 

— En 20 minutos salimos.

— ¿Y Alva? — Pregunto.

— Dijo que allá nos encontrábamos

 




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