Profesor

CP. 44 - ¿QUIERES VERLO?.

 

 

— Mamá…

 

Por unos segundos guardo silencio y realmente creo que no es el momento para contarle, ¿como puedo empezar?, ella va a molestarse, lo sé de sobre ya que, nunca me había golpeado hasta el día de hoy.

 

— Mamá yo… no puedo ahora.

 

Mi madre asiente y puedo notar compresión en su actuar cuando pone una de sus manos envolviendo las mias. Y sé con solo ese gesto que no volverá a preguntar y que en lo más profundo de su ser esta arrepentida de haberme golpeado, pero quizás era necesario para que saliera de mi trance.

 

De pronto la puerta de urgencias se abre dejando ver a una enfermera que con una planilla en mano, acomoda sus lentes antes de llamar.

 

— Familiares de Gabriel Levine.

 

Como si todos tuviéramos un resorte en las piernas nos ponemos de pie acercándonos a la mujer que parece confundida con la cantidad de gente que la rodea.

 

— ¿Como esta mi hijo? — Inicia su padre, aclarando sin querer las dudas de la enfermera que nos observa a todos evaluando cual es realmente el más cercano.

— Él joven ha entrado a pabellón, venia con un neumotórax. — La enfermera espera por unos segundo a que alguien haga alguna pregunta pero la mayoría esta conmocionado o consolando a alguien.

— ¿Que significa eso? — Pregunta Hazel intentando contener algunas lagrimas.

— Bueno, en simples palabras significa que el pulmón recibió una lesión, entonces algo de aire escapa del lugar ejerciendo presión en el pecho y debido a esa acumulación de aire que no puede salir el pulmón no puede expandirse tanto como antes.

 

Por interminables segundos todos guardamos silencio, intento mantener la calma pero se me hace tan difícil que algunas lagrimas ruedan por mis mejillas.

 

— Necesitamos que donen sangre, así que si entre todos pudieran ofrecerse unas 3 o 4 personas, por favor.

— Yo. — Pronuncio de inmediato al tiempo que la madre de Gabriel parece enrojecer.

— ¡Eso nunca!, ¿que acaso no entiendes, que no te quiero aquí?

— Señora ya basta, que acaso no escucho a la enfermera. — Interrumpe mi madre tomando mi mano con fuerza.

 

Sigo a la enfermera junto a Hazel, Alex y Cleo.

 

— ¿Estas bien? — Pregunta Alex tocando mi brazo.

— No lo sé. — Admito.

— Tienes que ser fuerte, Gabriel espera que lo seas. — Menciona Cleo en mi espalda.

— Todo va a salir bien. — Hazel sonríe débil.

— Eso espero.

 

«No puedes dejarme Gabriel. » Entramos en una sala con muchas camillas posicionadas una al lado de la otra.

La enfermera nos llama de uno en uno para hacernos unas preguntas que al parecer le hacían a todas las personas que donaban sangre.

 

Ya acomodada en la camilla y con la aguja pinchando mi vena para extraer aquel liquido rojizo pienso en todos mis errores, el no contar en mi casa lo que sucedía con Gabriel, el momento en el que Denisse me amenazo, todos tuvieron que saberlo de golpe y sin preparación.

 

— Todo es mi culpa. — Susurro para mi.

 

Gabriel ronda mis pensamientos a cada momento y no puedo evitar el sentirme culpable por todo, incluso por la actitud de su madre que no hacia más que torturarme.

 

— Nena estas muy blanca. — Cleo llama mi atención al final de la camilla donde estoy acostada.

— Estoy bien. — Luego de hablar siento como si viera a 3 Cleos en lugar de 1.

 

Cierro mis ojos unos momentos pero el mareo se intensifica y escucho la voz de Alex a lo lejos hasta que cierro mis ojos definitivamente.

 

No sé cuanto tiempo ha pasado cuando despierto, pero la aguja ya no está, solo está mi madre de espaldas hablando con mi padre en susurros.

 

— ¿Que vamos a hacer Charlie?

— No lo sé.

— ¿Como paso todo esto y un nunca nos dimos cuenta?

— ¿Sabes? Ahora que recuerdo, cuando la lleve a trabajar conmigo estaba muy extraña, desesperada por arreglarse para supuestamente irse a encontrar con sus amigos.

— De seguro que Jess y Felipe deben haber sabido. — Intuye erróneamente mi madre ya que para ese entonces ellos aún no lo sabían.

— Quizás si, quizás no.

— ¿Somos malos padres Charlie? — Veo a mi padre abrazar a mi madre por unos instantes antes de que se percaten de que los estoy observando.

— ¡Danielle!. — Llama mi padre al verme llamando la atención de mi madre que de inmediato se seca algunas lagrimas para ir a mirarme más de cerca.

— No son malos padres. — Digo sintiendo el pecho oprimido.

 

Los ojos de mi madre juntan más lagrimas al tiempo que siento como si un nudo muy duro apretara mi pecho.

 

— Perdoname hija. — Se que mi madre se refiere a la cachetada que me dio pero creo que en el fondo la necesitaba para recobrar la calma.

 

Niego con mi cabeza al tiempo que extiendo mis manos hacia ella que me envuelve en sus brazos con fuerza mientras mi padre deja un inesperado beso sobre mi cabeza.

 

Una vez que la enfermera se cerciora de que no volveré a desmayarme, me deja libre de acción para ir a la sala de espera donde apenas entrar todos se ponen de pie, menos la madre de Gabriel que continua empecinada en mirarme con odiosidad.

 

— Menos mal que despertaste, ya no sabía que le diría a Gabriel si despertaba primero que tu. — Inicia Hazel.

— ¿No han dicho nada?

— No, solo pasan nos miran y siguen.

— Les avise a Jess y Felipe. — Continua Alex.

 

Aprieto mis labios en una sola linea imaginando lo desesperados que deben estar, así que de inmediato busco mi celular para ver los más de 16 mensajes y 20 llamadas perdidas.

 

— Dios.

 

Deslizo mi dedo por la pantalla del aparato para comenzar con la lectura de whatsapp.




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