Profesor

CP. 49 - 28 DE DICIEMBRE.

 

Los días se convirtieron en semanas y ellas a su vez pasaron a completar en el tiempo necesario, para que llegara el tan ansiado día, mi día especial, donde todo había terminado, mi último año escolar finalizado y mi cumpleaños que comenzó temprano en la mañana cuando mis padres, Alva y Dante llegaron a mi puerta, ingresaron de forma silenciosa y esperaron unos segundos antes de despertarme con su cantar por mi tan feliz día, donde para la ley soy mayor de edad.

 

Sin darme tiempo a pronunciar palabra alguna solo pude sucumbir en un pequeño llanto que se aplaco cuando Dante y Alva se abalanzaron sobre mi al terminar su canción.

 

— ¡Ay! — Chillo

 

Todos descendemos deprisa por la escalera hasta llegar a la cocina donde me espera un desayuno en familia, mis padres visiblemente alegres y yo, expectante.

 

Espero por largo tiempo recibir un mensaje de Gabriel pero no llega, solo leo felicitaciones de Hazel, Felipe, Jess, Alex, Robin y Cleo. Creo que estoy por perder la cordura cuando llega un mensaje suyo a mi celular.

 

Gabriel: A las 16:00 en el parque japones.

 

Mis manos vibran y siento un escalofrió recorrer mi espinal dorsal. «De seguro está haciendo esto para molestarme. »

Arrugo mi entrecejo sin pensar hasta que escucho a Alva llamar mi atención.

 

— ¿Paso algo malo?

— No, es que… a las 4 tengo que ir al parque japones.

— ¿Gabriel? — Gesticula Alva mientras mis padres están perdidos en su conversación sobre lo grandes que estamos.

— Si. — Susurro.

 

Paso las horas imaginando que es lo que Gabriel va a decirme y por más que intento, no pensar en la hora, no puedo evitarlo, me duele la barriga y la sensación de ansiedad se apodera hasta hacerme sentir que cada minuto es más lento que el anterior.

 

Salgo de la casa antes de la hora y sintiendo el pulso en mi cuello a cada paso que doy, llego al jardín donde aún puedo recordar cuando termine con él a causa de Denisse. Inesperadamente comienza a correr un viento agradablemente frío apesar de encontrarnos en pleno verano. Miro mi vestido por unos segundos evaluando si no me he equivocado de atuendo, pero según mis ideas todo esta en su lugar.

Recorro la distancia de la entrada hasta un pequeño puente donde peces naranjos se acumulan nadando de un lado a otro, contemplo a algunas parejas alimentar los peces hasta que siento una mano sobre mi hombro desnudo, Me giro encontrando a Gabriel completamente serio. Mi pecho comienza a dar inesperadas patadas y un concierto de insectos hace presencia en mi estomago.

 

— Danielle ¿llegaste hace mucho tiempo?

— No, no llegue recién. — Balbuceo.

 

Por unos minutos su vista se fija en los peces, luego en las personas y siento que el aire comienza a faltarme.

 

— ¿Que esta pasando?… — Susurro pero Gabriel parece no haberme escuchado, ya que continua con la vista perdida.

— ¿Que esta pasando? — Hablo un poco más fuerte pero mi voz al final se quiebra.

 

Su vista viaja veloz hacia la mia que inesperadamente a acumulado lagrimas imaginando lo peor.

 

— ¿Me has extrañado? — Inicia él.

— Si. — Hablo en un hilo de voz.

— Cada segundo, cada minuto, hora y día he pensado en esto, no podemos seguir así. — Gabriel me da la espalda y procede a alejarse de mi, un par de pasos.

 

Mi voz ya no sale y solo puedo observarlo desconcertada y con profundos deseos de iniciar un llanto que luego no podría callar.

 

— Por eso necesito que hagamos esto, será lo mejor para los dos. — Continua él, mientras comienzo a pestañear repetidas veces antes de girarme dandole la espalda.

Voy a dar un paso cuando siento las voces de asombro de las demás personas que están en el lugar, rápidamente vuelvo a girarme encontrando a Gabriel con una rodilla en el suelo y la otra doblada y con una pequeña cajita que sostiene sobre sus manos.

 

— Danielle, eres el amor de mi vida y no podría pasar un día más sin ti… ¿quieres casarte conmigo? — Abre la caja donde se encuentra un anillo con un diamante en el centro.

 

Los procesos de mi cuerpo de han paralizado por completo y solo puedo permanecer con la vista fija en él, que me observa con evidente nerviosismo.

 

— Te amo más que a nadie en está vida… y sí, si quiero — Pronuncio con la voz más errática que a salido de mi boca para luego abalanzarme sobre él.

 

Presiono mis labios en los suyos mientras puedo escuchar como la gente aplaude y vitorea la escena. Sus manos sujetan fuerte mi cintura al tiempo que algunas desesperadas lagrimas descienden por mis mejillas hasta que nos separamos, él saca el anillo de la caja poniéndolo en mi dedo para luego secar mi llanto.

 

— Te amo Danielle.

 

Él me envuelve en un abrazo que me devuelve el alma al cuerpo, me siento protegida, respetada y amada.

 

— Te amo Gabriel.

 

Junto mis labios nuevamente hacia los suyos que se han vuelto más exigentes, compartimos el mismo aire durante algunos minutos hasta que la falta de oxigeno se hace presente obligándonos a separarnos.

 

— Feliz cumpleaños, mi amor.

— Gracias.

— Ya nadie te podrá apartarte de mi, desde hoy no podrás librarte nunca, jamás.

— Eso es lo que he querido siempre. — Junto mi frente a la suya y todo queda atrás.

 

Mientras algunas personas se acercan a dar algunas felicitaciones, me ataca el nerviosismo y luego me pongo roja como un tomate.

 

— Vamos. — Gabriel toma mi mano.

— ¿A donde?

— Sorpresa.

 

Caminamos hasta su auto donde abre la puerta para mi y luego pasa a subirse al lado del piloto, mientras no puedo dejar de mirar su rostro cada dos segundos él habla.




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