Profesor Luna

Capítulo 8

 

Al despertar lo primero que Layla percibió fue el intenso dolor que le taladraba la cabeza, luego el fuerte olor a quemado. Y fue esto último lo que la obligó a levantarse de golpe y salir a la cocina. Había una ventaja en vivir en una casa de un solo piso; todo estaba cerca.

Se encontró con una Lía preocupada mirando un sartén humeante. Layla se acercó a pasos rápidos y con la incertidumbre aumentando en su pecho ante el rostro descolocado de la niña.

—¿Qué pasó?

—Tenía hambre y… no quise despertarte.

Cuando se asomó encontró una capa de huevos quemados pegados a la sartén, estaba tan oscura y chamuscada que parecía imposible recuperarla.

No podía enojarse con Lía. Aquella lastimera escena sólo le traía viejos recuerdos de su propia niñez. Sin embargo, se sintió mal con ella misma por no poder cuidar completamente de su hermana una vez más. La pequeña la miraba sobresaltada y con ojos preocupados, como si estuviese a la espera de una amonestación. Como si eso fuese lo que mereciera…

—Perdón, intentaré lavarlo —tomó la sartén con prisa y Layla se la quitó de las manos.

—No pasa nada Lía, no te preocupes por esto. Iremos a desayunar lo que quieras —dijo con cordialidad, en un enorme intento de tranquilizar a su hermanita.

—¿Lo que yo quiera? —sus ojos brillaron y Layla la miró con ternura y asintió para animarla a tomar la decisión.

—Pancakes de Connie —decretó con alegría.

A Layla no le emocionó demasiado la idea de ir a su trabajo en su único día libre. Pero lo único que quería era darle a Lía un día bonito para intentar borrar de su memoria la vez que casi quema la casa porque nadie le hizo el desayuno. Además Layla también moría de hambre, así que, en vista de que era su mejor opción, aceptó.

—Ve a cambiarte y nos vamos.

Lía le dio una mirada divertida.

—Ve a cambiarte también Layla.

—Por supuesto —sonrió, mirando su propio torso y la camiseta larga en la que solía dormir.

Al tomar su celular los recuerdos de la noche anterior azotaron como olas la orilla de su mente. Definitivamente la resaca moral es mucho peor que la física. Había un mensaje en su buzón, deseó que fuera Victoria preocupándose por primera vez en avisar donde estaba, pero uno pocas veces puede tener lo que desea.

 

Profesor Luna 08:05

Sera un placer terminar por fin nuestra conversación sobre Lía, ¿qué te parece el jueves?

  - D. Luna

 

Contrario a lo que esperaba; el mensaje la hizo sonreír. Al menos lo que su 'yo ebria' había planeado enviando los mensajes la noche anterior había dado los resultados esperados y decidió dejar de darle muchas vueltas. Sólo era un juego. Ella no era la madre de Lía, pero él creía que sí; un hombre como él no estaría buscando nada serio con una mujer a la que acababa de conocer y de la que no sabía nada. Lo más probable era que sólo le pareció linda, quizá sólo quería una cosa de ella y ella realmente no buscaba algo con él… Así que, todo estaba bien. Es un juego, se dijo Layla. Y al fin, sintiéndose libre de sus fantasmas mentales, respondió con fluida rapidez.

 

Tú 10:55 am

¿Un día de escuela? Profesor Luna, nunca pensé que fuese esa clase de hombre.

 

Profesor Luna 10:55

Entonces tienes una idea algo errónea de mí. 😂

  - D. Luna

 

Tú 10:56

Vaya, usa emoticones y todo. Cada vez me sorprendes un poco más.

 

Profesor Luna 10:57

Pues no estoy del todo peleado con la tecnología, aunque me niego a las redes sociales.

  - D. Luna

 

Layla no había pensado en la posibilidad de que él encontrara su perfil en Facebook lleno de publicaciones que la delatarían; mencionando que tenía una hermana o su fecha de nacimiento. Así que se alegró de saber que a él no le interesaba ese gremio de la tecnología. Pero, francamente, habría sido interesante husmear su perfil en busca de algo, como saber dónde había nacido o quien era su ex más próxima. Tener conocimiento de ese tipo de cosas antes de encontrarte con alguien te hace saber en qué tipo de terreno estas parado. O al menos así lo veían Layla y Emma, aunque esta vez no era del todo necesario ya que tal vez saldría con él una o dos veces como mucho.

 

—¡Ya estoy lista! —la voz de su hermana interrumpió sus extraños pensamientos y tecleó una última respuesta.

 

Tú 10:57

Bueno, ya somos dos.

Respecto al día, me parece bien.

 

Si él pensaba que ella tampoco tenía redes sociales entonces no había riesgo. Aun así, apuntó mentalmente que debía eliminar cualquier pista de su perfil, por si acaso.




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