Profetas

Capítulo 1

    Era ya el día treinta, no tenían nada que festejar más que poder despertar para sobrevivir un día más, como aquella primera mañana se despertó Mia sobresaltada, alertada por el pavor de la presencia, esta vez y como tantas desde el inicio sabía de qué se trataba aunque no supiera el cómo ni el porqué. No había dormido bien, saboteada por el estrés, la alerta constante, como permanecer toda la noche con un ojo abierto, sintió su cuerpo pesado y adolorido, la humedad de aquel reducido espacio había calado hasta sus huesos, las pocas mantas que llevaban no eran suficientes y el suelo muy duro, cuidó no hacer el menor ruido, de ello dependían sus vidas, quizás las últimas que quedaban, hacía una semana que no habían encontrado a nadie, estaban solos.

Se incorporó trabajosamente, se separó de los brazos de Bryan, junto a ella dormía tan sereno como si nada ocurriera, tan despreocupado, a veces llegaba a irritarle su soltura, sabía que era la calma de quien lo había perdido todo al igual que ella, tan solo se tenían el uno al otro y una esperanza que cada vez se hacía más lejana, el objetivo era sobrevivir a la muerte. Nunca había sido tan literal el término, encima de ellos oía pies pesados que deambulaban, buscando, ningún lugar era del todo seguro, de alguna forma siempre los encontraban y ya estaban allí persiguiéndolos, debían moverse de prisa, tenían que escapar cuanto antes de aquel lugar maldito.

Sacudió a Bryan, un sonido descuidado los condenaría, despertó el muchacho, quiso murmurar pero de inmediato apretó los labios, el peligro obliga al método, afuera se escuchaban los gruñidos, hizo una mueca de incomprensión al reconocer su origen, aquellos monstruos andantes de carne putrefacta, se había asegurado de haber limpiado el lugar antes de encerrarse en la noche, les había decapitado a todos y cada uno, Mia le respondió con un gesto de incertidumbre, poco importaba de dónde habían salido, solo que allí estaban era lo suficiente a saber, sabían lo que seguiría, lo inevitable. El día comenzaría agitado, violento.

Se asomó Bryan por una rendija de la tapa del sótano, temían hasta para respirar, alcanzó a divisar a tres de aquellas cosas, quizás fueran más, se volvió hacia Mia, tenían que acabar con ellos antes que nada y escapar antes que fueran más, siempre había más, tantos como personas habitaran la isla, a razón miles, nunca se acabarían. Sabían qué hacer, estaban listos, siempre lo estaban, eran criaturas lentas y estúpidas, despojos humanos que se abalanzan sobre la carne, más peligrosos por ser que por lo que podían hacer, la astucia era la mejor arma contra ellos, tenían ellos la ventaja. Salieron con táctica y sigilosamente, solo cuatro de esos entes descerebrados completaban la suma, fueron veloces, sus cabezas rodaron por el suelo, ya no se incorporarían después de eso, de esta segunda muerte no volverían a levantarse. El lugar quedó en silencio, pero no por mucho.

Recogieron sus provisiones, aseguraron sus armas, cuán pocas cosas hacían su equipaje, lo necesario para hacer ligero su viaje, cuanto necesitaran lo encontrarían por el camino, podían tomar lo que quisieran sin pagar nada más que el riesgo, en todas partes estaban esas cosas ambulantes custodiando los vestigios de una sociedad extinta, cada día era una batalla por la supervivencia, no tenían miedo, ambos sabían la suerte que les aguardaba, solo esperaban llegar a tiempo antes que fuera demasiado tarde. Salieron de la estación, un buen refugio pero nada había quedado en ella, ya la habían saqueado, ni cigarrillos encontraron en el despensero ni sodas en la máquina, restos de comida podrida y agusanada, las bombas de combustible vacías, solo había dinero en la registradora, algo que ya no servía para nada. Tendrían que buscar en la próxima parada.

La mañana estaba fresca, el sol ya alto hirió sus pupilas atrofiadas por la oscuridad, un hermoso día, los últimos que vivirían, lo harían juntos hasta el fin, así lo habían prometido. No había ningún peligro en la zona, antes de ponerse en marcha desayunaron lo único que les quedaba, solo una barra de chocolate que dividieron en dos y un trago de agua, media botella hasta la siguiente escala, debían racionarla. Mal comidos y mal dormidos, sentían la cabeza palpitar, el agotamiento, se superó Bryan, había algo peor y que no tenía solución, Mia se veía cada vez más débil, más deteriorada, no le quedaba mucho, pronto sería una de ellos caminando sin alma por las calles. Su rostro estaba blanco como un espanto, profundas ojeras rodeaban sus ojos mas su mirada se mantenía fuerte, agresiva, su último deseo la mantenía vigorosa, la sed de venganza, conocía su destino y su propósito final, pero él sabía cuánto sufría, no lo demostraba, la lástima molestaba a la chica. Le quitó los vendajes, la herida se veía muy mal, la zona infectada se había expandido mucho y mostraba signos de putrefacción.

–¿Cómo está? –le preguntó.

–Ha empeorado, más rápido de lo que creíamos –le contesta ajustándole las vendas –. ¿Quieres que te inyecte?

–No, estoy bien. ¿Cuánto tiempo nos queda?

–Dos días, quizás menos, no lo sé.

–Tenemos que darnos prisa. ¿Cuánto falta para llegar?

–No te preocupes, falta muy poco. Estamos cerca, lo lograremos –le responde Bryan –. Ahora vámonos antes de que vengan más de esas cosas.

Subieron a la camioneta, quiso ayudarle a Mia, conmovido por su estado, ella lo apartó enfurecida por su cortés servilismo, abordó por sí sola el vehículo y reiniciaron el viaje. El motor respondió con ímpetu al arranque, bramó potente, le quedaba medio tanque y no alcanzaría para llegar a su destino, tendrían que recargar, más adelante les esperaba la parte más peligrosa de su osada aventura, la próxima estación no quedaba a más de ochenta kilómetros, solo necesitaban suerte. Después de un rato de monotonía soporífera encendió la chica la radio, hastiada del silencio que entre ambos pendía, la sucesión de imágenes vacías, el calor del verano cada vez más atroz, en los últimos días se había vuelto irritable y prefirió Bryan guardar silencio a alimentar tensiones con una discusión sin sentido. Recorrió el dial pero solo halló estática en todas las estaciones. Apagó el aparato, molesta.



#1540 en Terror
#7397 en Thriller
#2886 en Suspenso

En el texto hay: drama, persecuciones, muerte sangre

Editado: 22.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.